Todo comenzó en Japón. Tras el lanzamiento del disco “Remain in light“, los músicos de Talking Heads -acaso una de las bandas más inquietas del rock estadounidense- arribaron en tierras niponas en el marco de la gira promocional del álbum.
Fue ahí donde David Byrne, histórico líder del grupo, tuvo su primer acercamiento con el teatro tradicional japonés. Para entonces, la performance en vivo ya figuraba como una de sus preocupaciones artísticas: “Mis contorsiones sobre el escenario eran espontáneas. Era obvio que tenía que estar ante el micro cuando cantaba, pero cuando no me dejaba llevar por el groove”, confidenció el mismo artista en su libro “Cómo funciona la música“.
“No tenía ni el interés ni la habilidad para aprender refinados movimientos de baile, aunque todos veíamos el programa ‘Soul Train’. Además, no hay nada más horrible de ver que a un niñato blanco tratando de ser refinado y negro. Dejé que mi cuerpo descubriera, poco a poco, su propia gramática del movimiento; a menudo errática, espasmódica y extrañamente formal”, continuaba en el texto.
Así, expresiones locales como el Kabuki, el Noh y el Bunraku fueron capturando cada vez más su atención. “Todo el mundo llevaba enormes y elaborados vestidos y se movía de manera diferente a como se mueve la gente en el mundo real. Desempeñaban el papel de nobles, geishas o samuráis, pero llevaban la cara pintada y hablaban con voces nada naturales”, recordaba el músico sobre las formas artísticas detrás de aquellas tradiciones.
Un antecedente que, a los pocos meses, dio curso a “Stop Making Sense“, uno de los registros de conciertos en vivo más emblemáticos de todos los tiempos, y que dejó para la posteridad símbolos tan recordados como el traje gigante que Byrne calza durante la hora y media del show. Hito que este 2024 cumplió cuatro décadas que serán celebradas en diversas salas de cine del país a partir de este miércoles 4 de diciembre.
“Me parece muy relevante que a 40 años de ‘Stop Making Sense’ se vuelva a estrenar esta obra porque marcó una época, el sonido de ese momento”, valoró el periodista y autor de “Ya viene la fuerza”, la más reciente biografía sobre Los Prisioneros, Alejandro Tapia. “40 años son cuatro décadas que nos pueden dar una perspectiva del valor que tiene Talking Heads hasta el día de hoy, porque es una banda que no ha pasado de moda”.
Acontecimiento que para la periodista y musicóloga, Nayive Ananías, también representa parte del “fenómeno de Talking Heads en Chile”. No hay que olvidar que David Byrne vino al Lollapalooza hace varios años. Particularmente la figura de Byrne y la historia bastante icónica de Talking Heads, hace que cobre bastante relevancia en nuestro país. Tienen mucha fanaticada, aunque quizás uno no lo pensaría, y que coincide con admiradores de bandas como Devo o de The Cure“, afirmó Ananías.
Sobre la película en particular, Tapia destacó que se trata de “un documental donde desarrollan sus principales himnos, sus canciones más conocidas o las que la mayoría de la gente conoce. Me parece un buen momento para tener una mirada y que nos preguntemos o recordemos lo bueno que era Talking Heads, más allá de su desintegración posterior. Son muy sanas y buenas estas iniciativas de revisitar ciertas obras que este año justo cumplen 40 años, como también ‘La voz de los 80‘ de Los Prisioneros, que cumple la misma cantidad de años que este estreno de Talking Heads”.
Cambiar el paradigma
Sin embargo, y más allá de las virtudes musicales que pesan sobre la carrera de la banda, lo sucedido con este recital -dirigido por Jonathan Demme, ganador del Oscar con “El silencio de los inocentes“- cambió las reglas del juego en torno al registro de los conciertos en vivo.
“Ha pasado mucho tiempo desde el estreno de ‘Stop Making Sense’ y entonces uno lo ve y quizás no llama tanto la atención, o no se entiende por qué en su momento causó tanto comentario. Pero sucede que hasta el estreno de ese documental, que es más un registro de concierto, lo que existía como formato de filmaciones de conciertos era bastante homogéneo“, contextualizó la periodista musical, Marisol García.
Y explicó que “se filmaba a bandas en grandes escenarios, grandes estadios, con una disposición escénica, instrumental y de actitud que era más o menos la típica, de mucha parafernalia. Y viene este registro de los Talking Heads y muestra otra manera de presentar un concierto en vivo, desde el vestuario de los músicos hasta la austeridad del escenario, con muy pocos elementos”.
Punto que es compartido por el escritor y crítico, Daniel Villalobos. “Algo que siempre me ha impactado del documental de los Talking Heads es justamente lo poco que se parece a la idea que había de registro de tocata rock en esos años. Los documentales de recitales eran súper populares porque era una época donde, por ejemplo, si la banda no giraba a tu país, la única forma de verla era a través de un documental. Antes de ‘Stop Making Sense’ tenían ciertos clichés visuales y sonoros. Por ejemplo, había harto pinchazo al público para remarcar los momentos emotivos de las canciones, también para mostrarlos en éxtasis y reforzar el efecto que debía tener la música en el espectador. Había también una gramática visual de cómo se editaba y se mostraba una canción”, expresó el autor.
Por todo lo anterior es que asegura que el proyecto de los estadounidenses “está hecho en contra de la gramática y el estilo que patentó Martin Scorsese en un documental del 76, que se llama ‘The last Walts‘. Y ese documental, el de Scorsese, sigue siendo incluso hoy un patrón de cómo se filma y cómo se muestra una banda pop tocando frente a un público. ‘Stop Making Sense’ es todo lo contrario. En un sentido, es casi como una banda de museo. Ellos están más cercanos a lo que hacía Laurie Anderson que a las bandas de rock. Y lo impactante es que hay algo teatral que hace muy irónico al trabajo de la banda respecto a sí misma. La banda es muy irónica respecto a su importancia, a esta pompa que debían tener supuestamente la banda de música pop. Pensando en los Rolling Stone, por ejemplo. Y los Talking Heads se ríen mucho de eso”.
A todo lo anterior, Tapia también añadió el contexto en torno a la efervescencia de los videoclips y la forma en que la banda terminó, de una u otra forma, generando un gran aporte a ese estado del arte. “La propuesta visual fue muy vanguardista para ese momento en que los videoclips estaban en pleno auge. Recordemos que ese era el momento peak de Michael Jackson, donde los artistas y grupos hacían noticia o se daban a conocer precisamente por sus videos. Siento que esta obra de Talking Heads también tuvo mucha influencia en ese aspecto, en el audiovisual. Y varios se las copiaron hasta decir basta”, aseguró el periodista.
Una vigencia intacta
Pero al margen del reestreno de la película en los cines chilenos, todas las voces consultadas para este artículo coinciden en que la suya es una vigencia que permanece hasta nuestros días. “Talking Heads ha sido referente para muchas bandas. Estoy pensando, por ejemplo, en grupos más recientes como Franz Ferdinand, ahora que estuvieron en el Primavera Fauna. Siento que coinciden sobre todo en la performance”, acotó Ananías.
“Y, de hecho, en eso quería detenerme. Talking Heads, a diferencia de Devo u otras bandas de la época, o incluso de Peter Gabriel, se diferencia por la performance. David Byrne era un vocalista, un front man, que era muy carismático, que bailaba en el escenario, que interactuaba con sus músicos. Y sus bailes, al menos para a mí, remiten al Ian Curtis de Joy Division. Y esto de los trajes anchísimos también es un recurso performático”, agregó la musicóloga sobre este show, que también será celebrado con una fiesta en la Blondie, icónica discoteca santiaguina, este sábado 7 de diciembre.
Para García, “pasadas las décadas, quizás un registro como ‘Stop Making Sense’ no nos llama tanto la atención, pero en ese momento demostró que los Talking Heads eran una banda muy pionera, muy novedosa, muy ingeniosa y muy disponible para hacer las cosas de una manera diferente a la que se estaban haciendo”.
Misma visión que tiene Tapia, quien los define como una banda que “marcó una época y a una generación. Y creo que todavía está vigente. Cuando uno lo ve, dice ‘oh, pero cómo ellos hicieron esto, cómo se les ocurrió’. Así que para alguien que no lo conoce, todos convocados a revisitar este proyecto”.
Respecto a la vigencia del registro, Villalobos plantea una dicotomía: “Es raro porque, por un lado, el documental te dice ‘esto es muy de los 80’, pero, por otro, es profundamente atemporal. Porque eso es lo que se sigue haciendo. Y muchas bandas y documentales sobre rock han tratado de emular esa idea, de que tú estás viendo de manera real la forma en que la banda se arma en el escenario”.
Sin embargo, y sobre ese último punto, el crítico también hace una observación respecto a la relación de los mismos músicos de la banda con este hito: “Encuentro que David Byrne, con todas las cosas que ha creado después, incluyendo el espectáculo que trajo a Chile de Lollapalooza, nunca escapó de ‘Stop Making Sense’. Este fue su punto más alto y de ahí en adelante, la banda y él mismo como solista se han dedicado a comentar y volver una y otra vez a lo que hicieron acá, con este espectáculo, como una bolsa donde han seguido sacando ideas. Y creo que eso es lo mejor que se puede decir de un documental de rock“.