Por RFI (con agencias).
Fin del suspenso. “El presidente de la República ha nombrado primer ministro al señor François Bayrou y le ha encargado formar gobierno”, anunció este viernes la presidencia francesa en un breve comunicado. Ambos se reunieron durante casi dos horas a primera hora de la mañana.
Después de aplazos y especulaciones, el presidente Emmanuel Macron designó al actual alcalde de la ciudad de Pau (suroeste de Francia). Sucede así, a los 73 años, al conservador Michel Barnier, quien cayó el 4 de diciembre en una moción de censura en el Parlamento cuando intentaba aprobar los presupuestos para 2025.
Bayrou sabe que se encuentra, como su antecesor, en un asiento eyectable por falta de mayorías frente a una Asamblea Nacional divida en tres grandes bloques, el Nuevo Frente Popular (NFP, liderado por la izquierda radical de La Francia Insumisa, LFI), el oficialismo de centro derecha de Macron y sus aliados, incluyendo al partido de Bayrou, y Agrupación Nacional, la derecha radical nacionalista de Marine Le Pen.
LFI ya anunció que votará a favor de censurar al nuevo primer ministro. Por su parte, el presidente de Agrupación Nacional, Jordan Bardella, declaró el viernes que no se no prevé ninguna “censura a priori” del futuro gobierno de François Bayrou.
Una vieja figura de la política francesa
Exigente aliado de Macron, el centrista François ha sido tres veces candidato presidencial y es un viejo conocido de la clase política. Su consagración en la política nacional llegó con su nombramiento en 1993 como ministro de Educación, en un gobierno de derecha durante la presidencia en Francia del socialista François Mitterrand.
Desde entonces, encadenó los mandatos de diputado, eurodiputado, alcalde como líder de su formación centrista llamada Movimiento Demócrata (MoDem) desde 2007 y se presentó en 2002, 2007 y 2012 a la elección presidencial en Francia, sin éxito.
Para la elección de 2017 decidió apoyar a Macron, quien irrumpió desde el centro con un discurso reformista “ni izquierda ni de derecha”, y este le correspondió nombrándolo ministro de Justicia, cargo en el que sólo estuvo 34 días.
Una investigación judicial sobre la contratación fraudulenta de asistentes en el Parlamento Europeo lo forzó a dejar el cargo. En febrero de este año, la justicia condenó a MoDem pero absolvió a su fundador en nombre del “beneficio de la duda”.
Aunque el caso sigue abierto después que la Fiscalía recurriera la sentencia, esto no impidió su nombramiento. La incertidumbre ahora es saber si logrará una mayoría parlamentaria. La composición del futuro gobierno y sus prioridades serán claves.
Barnier, que gobernó sin mayoría con la alianza centrista de Macron y su partido conservador Los Republicanos (LR), dependía en el Parlamento de la líder ultraderechista Marine Le Pen, quien lo dejó finalmente caer tras sólo tres meses en el cargo.
Durante el trámite de los presupuestos para 2025, la extrema derecha apoyó una moción de censura presentada por la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP), al considerar que el exnegociador del Brexit no respondía a sus reclamos.
Su censura agravó la crisis política desatada en junio por Macron con un inesperado adelanto de los comicios legislativos de 2027, que dejaron una Asamblea (Cámara Baja) sin mayorías claras.
La presión es mayor. Francia, que cuenta con unos elevados niveles de déficit y deuda públicos para la zona euro, carece de presupuestos para 2025. El proyecto de Barnier preveía una fuerte disminución del gasto público para tranquilizar a los mercados.
En este contexto, socialistas, comunistas y ecologistas, aliados del partido de izquierda radical La Francia Insumisa (LFI) en el NFP, se abrieron a discutir un gobierno con la alianza de Macron y LR, poniendo a su coalición de izquierdas al borde de la ruptura.
Con la mente de los partidos puesta ya en la presidencial de 2027, a la que ya no puede presentarse Macron, estos no quieren estar vinculados al legado de un presidente impopular ni ser considerados responsables de la inestabilidad política.