La Cultura Chinchorro corresponde a los primeros habitantes de la costa del sur del Perú y del Desierto de Atacama que se ubicaron específicamente entre las ciudades de Ilo en Perú y Antofagasta en Chile. El proceso de momificación de estos pescadores no sólo da cuenta de su complejo sistema espiritual e ideológico. Se trata de las momias más antiguas del mundo con una data de cerca de 7000 años de antigüedad.
Es por esto que el préstamo y traslado de una de ellas por parte de Chile al Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Tokio, Japón, no ha estado exenta de polémica. Se trata de una momia que pertenece a la Colección del Museo de Historia Natural de Valparaíso, que tendría una antigüedad de entre siete y tres mil años.
Según el Secretario Ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, Emilio de la Cerda, el procedimiento efectuado en este caso se ajustó a la normativa legal existente en Chile y que corresponde a un hecho habitual entre museos. En relación a la molestia de la ciudadanía de la zona de Arica y Tarapacá, De la Cerda aclaró que debido a que no existen herederos vivos de la Cultura Chinchorro, no se hizo necesario consultar a la comunidad acerca del préstamo.
Al respecto, De la Cerda especificó que no se consulto a la ciudadanía “porque en el caso de las momias chinchorro no hay una etnia indígena viva que sea la depositaria de esta tradición, y la tradición de esta cultura de cazadores y recolectores de 7000 años, en cierta manera, es parte de la cultura de todo el país. Por lo tanto, no hay una comunidad especifica a la que consultarle, sino que se maneja mediante los cuerpos normativos que tenemos para este tipo de casos”.
Es gracias a estos protocolos normativos que el representante del Consejo de Monumentos Nacionales señaló que “la momia debería volver integra después de seis meses”.
Para el presidente del Consejo de la Ciudadanía de Arica, Hermann Mondaca, se trata de una momia muy frágil y que es por esta razón que, según indicó, “no hay protección real para un cuerpo de 6000 años de edad”. A su vez, Mondaca calificó el hecho como una “barbarie cultural”, que contraviene la tendencia mundial de traslado de restos humano, que recurre a réplicas cuando se trata de préstamos entre museos.
Respecto de la postura del Secretario del Consejo Nacional de Monumentos Nacionales, en cuanto a que no se consultó a la comunidad debido a que no existían herederos de la cultura Chinchorro, Mondaca aclaró que la ciudadanía de Arica y Parinacota es heredera ancestral de los Chinchorro, y que la decisión confirma el centralismo existente en Chile.
El representante de la sociedad civil calificó los dichos del funcionario del Consejo de Monumentos como una “visión de herencia limitada”. Además, agregó: “nosotros no estamos hablando de herencia genética, estamos hablando de herencia cultural. Nosotros nos consideramos herederos ancestrales de la Cultura Chinchorro. Esta es una muestra aberrante del centralismo que tenemos, pues el Secretario del Consejo de Monumentos Nacionales ni siquiera le ha consultado al jefe del Consejo de Monumentos de Arica y Parinacota”, finalizó.
Según Pilar Allende, Encargada de Colecciones del Museo Chileno de Arte Precolombino, los riesgos asociados de mover una momia de tipo chinchorro son muchos, pues se trata de un resto arqueológico que presenta muchas dificultades cuando se trata de inmovilizarla. La especialista señaló que este tipo de momias se componen de muchas capas de material “muy frágil”, que no están completamente unidas entre ellas. Según Pilar Allende sería esta característica la que hace muy difícil que estas capas no se muevan entre sí al trasladar la momia.
Al respecto, Pilar Allende recordó que el Museo Precolombino recibió en una ocasión una momia chinchorro proveniente del Museo de Azapa, y que debido al daño que registró producto del traslado, las autoridades del Museo nortino decidieron dejarla en la capital.
Respecto de este hecho, la especialista recordó: “nosotros trasladamos una momia chinchorro que nos dejó el Museo de Azapa, y ellos, en vista de lo que costó el traslado y el daño que sufrió, a comienzos de los 80, decidieron no moverla más. De hecho, el Museo en Arica traslada réplicas”.
Finalmente , Allende recalcó que la decisión de mover restos arqueológicos, tales como un moai o una momia, debe ser tomada por una persona que no esté involucrada en el proyecto y que el procedimiento debería ser evaluado por un grupo independiente y especializado.