Las últimas semanas de julio fueron ajetreadas para el fútbol nacional. El paro protagonizado por el Sindicato de Futbolistas Profesionales (SIFUP) disolvió rápidamente el optimismo dejado por la Copa América Bicentenario, segundo título continental en apenas dos años para una selección que hasta junio de 2015 no sabía de trofeos.
El lunes 25 de julio la atención estuvo centrada en el Estadio Nacional y la sede de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), donde futbolistas y dirigentes sostenían reuniones paralelas para dirimir el futuro de la paralización. La prensa esperaba expectante el veredicto de dos de los actores más importantes del fútbol.
Mientras tanto, lejos de las cámaras y los micrófonos, las jugadoras chilenas firmaban frente al Ministro de Fe de la Municipalidad de Peñalolén el documento que constituía la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF), un paso histórico en la batalla por emparejar la cancha en la que se miden las futbolistas nacionales semana tras semana.
Desde el silencio y la poca atención mediática, las estudiantes y trabajadoras que dan vida al torneo local se organizan para fortalecer el deporte que aman, a pesar de la ingratitud: sin contrato, sin remuneraciones y sin reconocimientos. Así es ser mujer y futbolista en Chile.
Un negocio poco rentable
Iona Rothfeld es estudiante de quinto año de Derecho en la Universidad de Chile, juega fútbol desde niña y actualmente forma parte del plantel de Universidad Católica. Junto a otras compañeras es quien ha impulsado la organización de las futbolistas nacionales y hoy preside el directorio de la ANJUFF, conformado por Cristiane Endler (Valencia), Romina Parraguirre (Colo-Colo), Fernanda Pinilla (Universidad de Chile), Javiera Moreno (Universidad Católica) y Camila García (ex-jugadora).
La volante de creación de la UC explica que la iniciativa busca unir fuerzas entre las jugadoras de cara a un objetivo común: hacer crecer el fútbol femenino. Para ello, las futbolistas esperan canalizar a través de la ANJUFF distintas inquietudes y hacerlas llegar a los órganos competentes en materia deportiva en Chile.
Dentro de las principales preocupaciones de las jugadoras se encuentra el estancamiento de la disciplina. “Se dejó de hacer un trabajo continuo, tanto a nivel de selección como a nivel de clubes y a nosotras nos encantaría poder trabajar en que se aclare esa situación, en que se regule la relación que tienen las jugadoras con sus clubes y la relación que tienen los clubes son sus ramas femeninas”, señala Rothfeld.
Actualmente la selección chilena de fútbol femenino no figura en el ranking FIFA. Lo anterior ha suscitado toda una polémica al interior del medio futbolístico, luego de que se supiera que la ANFP rechazó un amistoso contra la selección de Estados Unidos, actuales campeonas del mundo, por no contar con los recursos necesarios.
A esto se suman las malas campañas del conjunto nacional, que tras la Copa América de Venezuela el 2014 no pudo clasificarse a ningún torneo de selecciones, cerrando así un promisorio ciclo que parecía abrirse tras el mundial sub 20 realizado en Chile el año 2008 y decaer luego del histórico segundo lugar en los Juegos Suramericanos de Santiago 2014.
A nivel de clubes el panorama tampoco parece mejorar. A comienzos de este año el torneo nacional y sus jugadoras recibieron un duro golpe, luego de que los clubes Audax Italiano y Unión Española decidieran poner fin a sus ramas femeninas. “El fútbol femenino no tiene el apoyo ni la difusión suficiente como para poder mantenerlo”, dijo en ese entonces Johnny Ashwell, gerente deportivo de Unión Española, a La Tercera.
La importancia de invertir y trabajar en las ramas femeninas de los clubes para cosechar éxitos es innegable. Así lo grafica el caso de Colo-Colo, el equipo más ganador del torneo nacional femenino y el único que logró levantar un trofeo internacional: la Copa Libertadores Femenina.
José Antonio Letelier es el actual director técnico de la Selección Femenina sub 20, fue diez veces consecutivas campeón del torneo nacional con ese plantel y goza el privilegio de ser el único en ganar la Copa Libertadores masculina como jugador, con Colo-Colo en 1991, y la femenina como director técnico el 2012. Para el exportero el éxito “depende absolutamente de la dedicación, del apoyo del club y del compromiso de las jugadoras con una idea”.
Letelier cuenta que cuando le tocó asumir la banca técnica de Colo-Colo lo primero que se hizo fue conversar acerca de la visión del club respecto de su rama femenina y, a partir de eso, conformaron un plantel que les permitiera tener tal nivel de éxito. “Hubo mucho apoyo del club en ese momento, nos permitió contar con muy buenas jugadoras, de mucho nivel”, explica Letelier.
El panorama general de los clubes chilenos en la actualidad dista mucho de aquello. Según la cantidad de recursos de cada institución las jugadoras de su rama femenina cuentan con mejores o peores condiciones. Sin embargo, no todas las futbolistas cuentan con garantías que les permitan desarrollar la actividad en alto nivel.
El modelo de financiamiento del fútbol femenino en Chile depende prácticamente de la sola voluntad de cada club para potenciar su rama femenina. Invertir no se hace rentable, porque no existe ningún incentivo económico: los millonarios botines que da el Canal del Fútbol a los clubes chileno por los derechos televisivos del campeonato masculino son más que suficientes para centrar toda la inyección de recursos en el equipo adulto de hombres.
Lo mínimo para competir
Fernanda Pinilla, jugadora de Universidad de Chile y seleccionada nacional, cuenta que las principales dificultades de las futbolistas tienen relación con el tema de los pases y condiciones básicas para las jugadoras, como seguro médico y una calendarización que les permita compatibilizar el fútbol con sus estudios o trabajo.
“Hoy día cuando tú llegas a un club estás ahí eternamente, no existe una cláusula, un contrato, nada”, explica Pinilla. De esta forma, cuando una jugadora desea dejar el club y emigrar a otro, el club que la quiere fichar debe pagar su pase, que tiene un valor 10 UTM en caso de la jugadora adulta y 15 UTM si es juvenil. Este valor se duplica en caso de ser seleccionada chilena”, dice.
“Es un poco ridículo que un club tenga que pagarle a otro por el pase de una jugadora, cuando a nosotras nunca nos han pagado por jugar”, comenta Iona Rothfeld.
Otra de las situaciones que preocupa a las futbolistas es que no todas cuentan con seguro médico que cubra los inconvenientes causados por lesiones o enfermedades. “En algunos clubes, si la jugadora tiene una lesión importante, que implique una operación o algo por el estilo se lo tiene que costear ella misma”, cuenta Pinilla y explica que esta situación depende exclusivamente de la rama femenina de cada club.
A diferencia del masculino, el fútbol femenino no es profesional en Chile, por lo tanto, las jugadoras no son trabajadoras, no poseen contratos y tampoco son remuneradas. Lo anterior las obliga a compatibilizar el fútbol con sus carreras universitarias o laborales. Fernanda Pinilla es estudiante de Licenciatura en Física en la Universidad de Chile y sabe muy bien lo mucho que cuesta hacer coincidir todas las obligaciones de las futbolistas.
“A veces las jugadoras tienen que viajar hasta Puerto Montt y lo hacen en un sólo día. Después llegan acá en la madrugada, tienen que faltar a la universidad, al trabajo o lo que sea, o simplemente no pueden viajar porque no pueden faltar a sus trabajos, la universidad, el colegio”, asegura la delantera.
Sobre ese tipo de situaciones que enfrentan las futbolistas, Iona Rothfeld señala que desde la ANJUFF quieren crear una red de apoyo para las jugadoras. “Queremos trabajar en eso, en el área social, laboral, educacional y de la salud para poder darle un apoyo y ciertas garantías que los clubes no le están dando a las jugadoras y poder acogerlas en ese sentido”, comenta.
La seguridad también se ha vuelto tema en el fútbol femenino, luego de que durante la semifinal del torneo pasado entre Colo-Colo y la Universidad de Chile, un grupo de simpatizantes albos agredieran a familiares y amigos de las jugadoras de la U. Respecto al incidente, Pinilla recuerda que “no había seguridad en el recinto porque el fútbol femenino es súper familiar, nunca se había vivido una situación así”.
“Por amor al arte”
En las historias de las futbolistas los episodios de discriminación y violencia sobran: desde disfrazarse de hombre para poder jugar, hasta aguantar que incluso un médico sugiera que el fútbol no es para mujeres. Las que dedican su vida al fútbol han crecido sabiendo que es difícil y en esa misma dificultad han forjado su carácter. “En ese machismo la mayoría de nosotras nos hemos fortalecido y no hemos dejado que nadie nos diga qué podemos y qué no podemos hacer”, señala Iona Rothfeld.
La misma idea de crear una organización propia, liderada por las jugadoras y al servicio de ellas mismas, responde a una lógica de generar herramientas propias para hacerle frente a las malas condiciones actuales, a partir del compañerismo y solidaridad que el deporte que aman les ha inculcado.
Rothfeld explica que la mayoría no se detiene a pensar lo duro y sacrificado que es practicar el fútbol de alta competencia en un país como Chile. A pesar de que reconoce que sí hay muchas que abandonan la actividad en el camino, asegura que las que continúan lo hacen con una convicción tremenda. “Cuando la gente dice ‘por amor al arte’, es cierto, nosotras realmente jugamos por amor al fútbol”, indica Rothfeld.
“Ser jugadora de fútbol es un sacrificio tremendo y por eso creo que nos agrupamos y está todo este ánimo detrás de la mayoría de las jugadoras de organizarnos para poder aportar y mejorar las condiciones, porque creemos que se puede mejorar, creemos que se puede hacer el camino un poquito más fácil a las niñas que vienen de la juvenil y lo vamos a hacer”, asegura Rothfeld.
En la misma línea, la arquera de Colo-Colo y ex mundialista sub 20, Romina Parraguirre, dice que la disposición de las jugadoras y las ganas de entregar el máximo siempre están. “Las niñas que quieren jugar fútbol siempre están dispuestas a entrenar toda la semana, entrenar con pocas pelotas, hasta sin cancha. Lo único que uno pide es que las personas que tengan más poder puedan ayudarnos a concretar lo que queremos”, recalca.