Este viernes el presidente estadounidense Donald Trump anunció que pondrá fin al acuerdo iniciado por Barack Obama para acercar Estados Unidos con Cuba.
En el marco de una actividad en el Teatro Manuel Artime de la Pequeña Habana en Miami el mandatario indicó: “Desde este momento, cancelo el pacto del gobierno anterior con Cuba”.
“Cuba debe legalizar los partidos, permitir elecciones supervisadas, liberar los presos y entregar a los fugitivos. Mientras no haya libertad, habrá restricciones”, dijo Trump, retrocediendo a una política que ese país mantuvo durante cinco décadas.
De esta forma, el presidente norteamericano plantea limitar los viajes a la isla y prohibir intercambios comerciales que beneficien a empresas ligadas a las fuerzas armadas cubanas.
Ante ello, Ben Rhodes, uno de los hombres más próximos a Obama y quien además fue uno de los principales negociadores con Cuba durante el deshielo, cuestionó la resolución de la Casa Blanca: “Las acciones de Trump han devuelto las relaciones entre EE.UU. y Cuba a la prisión del pasado, reduciendo las perspectivas de reforma dentro de Cuba, e ignorando las voces del pueblo cubano y la mayoría de estadounidenses simplemente para recompensar a un menguante grupo político”. Esto último en referencia a los exiliados cubanos en Miami, que desde 1959 han presionado a Washington por aplicar políticas represivas hacia la isla caribeña.
El acercamiento entre Estados Unidos y Cuba comenzó en 2014, cuando Barack Obama y Raúl Castro acordaron una nueva fase en la relación bilateral de ambos países que estuvo fragmentada por casi 54 años.
El anuncio de Trump, un presidente que en los poco menos de cinco meses que lleva en el gobierno ha actuado de manera bastante errática en política exterior, incluso confundiendo a sus aliados de Europa Occidental, podría tener un impacto negativo en la industria del turismo en la isla. Esto ya que los vuelos de ciudadanos estadounidenses a Cuba alcanzaron los 285.000 viajes sólo en los primeros meses de 2017.
Según Radio Francia Internacional la interrupción del proceso pondría en riesgo 10.000 empleos en Estados Unidos así como en el sector hotelero del país caribeño.
El vuelco de la Casa Blanca tiene sus raíces en el interés electoral de Trump. Con esta medida el mandatario pretende conquistar las fuerzas anticastristas, sobre todo en el estado de Florida, sector que fue clave para su victoria en las últimas elecciones.
Sin embargo, tal como ha sucedido con otros anuncios improvisados de Donald Trump, no está claro se este vuelco en la política hemisférica se puede traducir en una política concreta e inmediata.