El proyecto del primer ministro, presentado el miércoles, tiene por objeto poner fin al rompecabezas de la frontera irlandesa, evitando reimponer controles tras Brexit entre la República de Irlanda, miembro de la UE, e Irlanda del Norte, que dejará el bloque junto al resto del Reino Unido.
Pero los europeos acogieron este proyecto con escepticismo, considerando que incluía puntos “problemáticos” y que hay que volver a trabajarlo.
Boris Johnson, por su parte, consideró que había hecho su parte. En una carta publicada por Sunday Express y Sun, dos periódicos pro Brexit, este domingo, el dirigente conservador afirma haber asumido “compromisos” y pide a la UE que haga lo mismo.
“Les digo a nuestros amigos europeos que aprovechen la oportunidad que ofrecen nuestras nuevas propuestas. Vayamos a la mesa de negociaciones con un espíritu de avenencia y cooperación. Y hagamos un Brexit que funcione para ambas partes”, escribe Boris Johnson.
Por su parte, Bruselas pide a Londres nuevas propuestas. El negociador jefe del Brexit por la UE, Michel Barnier, declaró al diario francés Le Monde que un acuerdo es “muy difícil” pero sigue siendo “posible”. Si el gobierno británico no “vuelve con nuevas propuestas sobre dos problemas graves que les hemos señalado, no veo cómo podemos avanzar”, afirma.
Estos problemas son el mencionado retorno de los controles aduaneros entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda y el derecho de veto que Londres desea conceder al parlamento norirlandés.
“Flexibilidad” y “creatividad”
El ministro del Brexit, Steve Barclay, interrogado por la BBC sobre la disposición de Londres a hacer concesiones sobre este último punto, declaró que podría “discutirse”.
Barclay dijo que el principio de pedir el consentimiento de Irlanda del Norte a esos acuerdos, que establecen una zona de regulación de bienes en la isla, es una “cuestión clave”. Sin embargo, “en el marco de las negociaciones intensivas, podemos mirar esto y discutirlo”, declaró el ministro.
En cuanto a la complejidad de las propuestas británicas para evitar el restablecimiento de una frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, con una disociación de los controles aduaneros y reglamentarios, “podemos entrar en los detalles de su funcionamiento operativo”, afirmó Barclay.
El ministro del Brexit ha subrayado que Londres ha asumido “compromisos” y ha pedido a la Unión Europea que, por su parte, demuestre “creatividad” y “flexibilidad” para llegar a un acuerdo.
“Tenemos que entrar en negociaciones intensivas con la Comisión (Europea), estamos dispuestos a hacerlo, a trabajar día y noche”, instó el ministro.
Entrevistado este domingo por la cadena de televisión británica BBC, el primer ministro letón, Krisjanis Karins, consideró que la celebración de un acuerdo “dependía enteramente de la voluntad de Johnson porque, del lado europeo, estamos siempre abiertos”.
A 25 días de la fecha prevista para el Brexit, Boris Johnson repitió que no habrá “más aplazamientos” del Brexit, ya retrasado dos veces. Una ley recientemente aprobada por el parlamento británico lo obliga a aplazar la fecha de divorcio si no se llega a un consenso en la próxima cumbre europea, el 17 y 18 de octubre, para evitar un “no acuerdo” con consecuencias económicas y sociales potencialmente desastrosas.
Pero, decidido a sacar a su país “cueste lo que cueste” de la UE el 31 de octubre, Johnson podría ignorar esta ley y aferrarse a su puesto, desafiando a la reina Isabel a destituirlo, afirma el Sunday Times, citando fuentes dentro del gobierno.
Otra opción podría ser el veto de un país de la UE al pedido de aplazamiento. En efecto, tal medida debe ser aprobada por unanimidad de los Estados miembros y una sola defección bastaría para bloquear esta solicitud.
El sábado, el Telegraph mencionó la posibilidad de que el húngaro Viktor Orban rescatase a Johnson. “Hasta ahora no hay solicitud de aplazamiento, por lo que no hay motivo para especular”, declaró a la AFP una fuente del ministerio de Relaciones exteriores húngaro.
Si finalmente se viera obligado a pedir un nuevo plazo, Boris Johnson podría complicar la situación “saboteando” los proyectos de la Unión Europea, por ejemplo vetando su presupuesto, según el Sunday Telegraph, que se apoya en fuentes gubernamentales.