El domingo, el presidente y ex abanderado presidencial del Partido por la Democracia, Heraldo Muñoz, analizó en una entrevista con el diario La Tercera el presente de su tienda luego del discreto resultado obtenido en las elecciones de constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales. También proyectó el futuro del partido de oposición tras el bochornoso incidente del miércoles en el que se conformó y desarmó con extrema rapidez un bloque conjunto para llevar a primarias a todos los candidatos de los partidos no oficialistas. Según el ex Canciller durante el segundo mandato de Michelle Bachelet, la conclusión de lo ocurrido en la semana post elecciones es señal de que el PPD “ya cumplió su ciclo vital y es hora de superarlo como instrumento político”.
Domingo Namuncura, vicepresidente Nacional Indígena del conglomerado y ex embajador en Guatemala, conversó con nuestro medio y reflexionó sobre los dichos del presidente de la colectividad. Asi, analizó las causas del fracaso electoral y proyectó un posible futuro del llamado partido instrumental nacido en 1989.
Este fin de semana el presidente de su partido, Heraldo Muñoz, señaló en entrevista con La Tercera que el PPD “ya cumplió su ciclo vital”. ¿Cuál es su percepción al respecto?
El presidente del partido tiene razón en un punto que planteó en esa entrevista y es que este tipo de temas ha estado en el debate del PPD en el último tiempo, no es un algo nuevo. Apareció muy fuertemente en las discusiones que hubo en 2019 en el cuarto consejo nacional estratégico, por lo tanto, la discusión del sentido del PPD viene desde antes y el consejo lo resolvió muy bien al establecer una valorización de las doctrinas y principios programáticos del PPD e incluso, respondiendo a los desafíos de los nuevos tiempos, se produjo un ajuste conceptual que permitió concordar en que el PPD se definiera como un partido de izquierda, democrático, liberal feminista y verde.
Sin embargo desde la época de esa definición a la actualidad han tenido una serie de desencuentros y controversias, incluso se les ha tachado de machistas ¿Qué pasó en el camino?
El problema del PPD no es ni de valores, ni de principios ni de propuestas programáticas, incluso varias de éstas últimas son las mismas que ahora llevan Jadue y Boric. Lo que sí tenemos es un problema estructural muy complejo y profundo porque los grados de participación, democracia interna y socialización están muy limitados, como si esto fuera una pirámide: en la base está toda la militancia, pero hacia la punta están los liderazgos más históricos, las élites del partido que tienen puntos de vista diferentes y en las vocerías se van explicitando otro tipo de argumentos que no necesariamente coinciden con un consejo estratégico, por eso se observan contradicciones. Por ejemplo, el año pasado en la etapa previa a la primaria presidencial algunos líderes del partido señalaron que la aspiración del partido era socialdemócrata y la militancia se preguntó de dónde había aparecido eso si nos habíamos definido como un partido de izquierda democrática. A la hora de pedir las explicaciones se dijo que era solo un asunto semántico. Esas contradicciones se van acumulando y eso hizo crisis en esta elección.
No estoy diciendo que el PPD no tenga valores, principios o que sus propuestas sean añejas, lo añejo es la forma estructural con la que el PPD está respondiendo a los desafíos actuales.
¿Cómo se resuelve entonces esa contradicción entre la base y la punta de la pirámide?
Eso puede ser por dos vías. La primera es la disolución del PPD y la segunda es adecuar la estructura en forma correcta a sus principios, valores y programa. Eso significa una renovación de la dirigencia, de los liderazgos, vocerías y también reencontrando el vínculo con la sociedad civil. Así lo dijimos el 2019, el PPD no puede seguir perdiendo sus vínculos con el barrio, pero nada se construyó posteriormente. Ésa es la discusión de fondo que habrá en la directiva nacional y tendremos que buscar una manera de resolverlo.
El peso de la noche es el de los liderazgos que no siempre están en sintonía con lo que el PPD ha aprobado y ése será un conflicto importante que ocupará gran parte de la discusión.
En la política las organizaciones cumplen ciclos, de hecho el origen mismo del PPD da cuenta de un momento distinto al actual ¿A qué atribuye usted el estado crítico que enfrentan en general los partidos políticos tras la última elección?
Mirado el panorama desde la perspectiva de la elección de constituyentes, que es el hecho electoral más relevante en la historia de Chile, nos fue muy mal. Los candidatos y candidatas no fueron suficientemente competentes para capturar el interés social, porque el discurso fue muy diversificado y además porque nos enfrentamos a una crítica social a los partidos tradicionales, a los que se apuntó como responsables de la crisis económico social y de una postura débil frente al modelo neoliberal. Ahora bien, creo que los partidos también acusaron el golpe del sistema binominal que impidió la renovación de las caras de alcaldes, diputados y senadores. Probablemente los partidos habrían enfrentado mejor aquello si los representantes hubiesen sido rostros distintos a los de la tradición.
Los analistas han atribuido este fenómeno que estamos viviendo a la falta de trabajo territorial de los partidos. ¿Cómo puede retomar el PPD ese rol de representación que es inherente a los conglomerados?
Una manera de retomar ello se logra respondiendo la pregunta sobre los sentidos de ser y si llegamos a la conclusión que, como dice Heraldo, el PPD terminó su ciclo histórico y hay que avanzar hacia un nuevo referente, entonces ahí ya hay una respuesta. Pero el punto es que esa decisión no la toma una persona, sino el colectivo completo, por lo tanto requiere de un debate profundo y sincero entre todos los militantes del partido. Ésa es una decisión colectiva.
Si la respuesta colectiva es que el PPD tiene sentido todavía, pero depende de cómo se reestructure y cómo recupere confianza ciudadana, para eso se requiere otro tipo de dirección, con otros liderazgos y voceros que no sean tradicionales. Hay que entender que esas vocerías ya hicieron su aporte en la historia política de la transición democrática y podrán acompañar y estar presentes, pero no tienen por qué estar presentes en la primera línea.
Y si concluimos que no hay espacio para una gran reforma estructural, entonces ya no hay posibilidad de recrear el sentido de ser un partido político y cada militante quedará libre para tomar sus decisiones.
¿Apunta a Heraldo Muñoz o a Guido Giradi?
Los liderazgos históricos con varios. Sergio Bitar, Francisco Vidal, Guido Girardi, el mismo Heraldo Muñoz y todos son valiosos e hicieron gran aporte a la transición democrática. El punto es si deben continuar al frente de este proceso de la manera como se ha hecho hasta hoy.
Por otro lado, hay otra pregunta que tiene que ver con la voluntad de los dirigentes regionales, provinciales y comunales para tomar el compromiso de renovar la estructura partidaria y volcarla al trabajo social como se hizo desde la fundación en 1989 y hasta 1998, cuando el PPD era puro terreno. Nosotros tuvimos una comisión nacional campesina con más de 120 dirigentes, una comisión del adulto mayor, una del Magisterio, otra de Cultura, esos fueron los momentos de gloria del PPD y porque los brazos estaba extendidos hacia la sociedad civil.
Pero el PPD se burocratizó, se funcionalizó, en la medida que se fue generando poder y control del Gobierno por un periodo que duró 20 años, así que gran parte de la militancia pasó a ser del Estado en sus distintos órganos, entonces aquellos que antes trabajaban denodadamente en el territorio, dejaron de hacerlo porque estaban en sus oficinas tomando grandes decisiones para el país y el tiempo para hablar con los vecinos ya no existía. Cuando se entra a esa lógica, es como cuando sube el colesterol en la sangre, las venas se empiezan a engrosar. Los partidos perdieron esa épica y ahora la tienen la Lista del pueblo y los independientes.
Heraldo Muñoz se refirió a la épica del Frente Amplio en Uruguay como posible modelo a seguir. Chile no es Uruguay. ¿Con quién se alía un partido como el PPD para sobrevivir?
Al resignar el PPD su candidatura presidencial, al igual que lo hizo Nuevo Pacto para apoyar la candidatura de Paula Narváez, eso implica formar una coalición de apoyo. Por eso no corresponde haber levantado un veto a dos partidos como sucedió el miércoles pasado, especialmente cuando ese veto está respaldado por un antecedente de tipo ideológico. Para el PPD eso causó extrañeza, porque fuimos nosotros quienes en 2013 impulsamos el cierre de la Concertación para crear la Nueva Mayoría con un principio de no exclusión e incorporamos al PC y fueron gobierno con nosotros desde 2014 al 2018 y ahí no tuvieron ningún empacho en tener una relación directa con la DC, con el PS, el PR y con el PPD. Éramos todos camaradas en el mismo gobierno y resulta que ahora la crítica es acérrima hacia el PPD en particular y llegamos a presentar este espectáculo lamentable ante el país, mientras la derecha se ordenó, inscribió sus cuatro candidatos y observaban de lejos el show que dio la oposición. Por eso viene ese juicio legítimo y válido de la sociedad civil de rechazo a los partidos. El deber es ahora organizarse y apuntar a lo que viene y eso es apoyar la candidatura de Paula Narváez como corresponde, es decir, cumplir el compromiso adquirido con convicción.
¿Quiénes representan el recambio en el PPD?
Creo que en la próxima elección interna hay que considerar tres cuestiones esenciales: la confirmación del principio de paridad de género absoluta: es necesario que tengamos más mujeres en la conducción central del partido. Además necesitamos dirigentes de origen gremial, profesionales jóvenes de distintas áreas que pueden aportar mucho y nunca han tenido oportunidad de presentarse. Lo tercero son los pueblos indígenas: somos el único partido que tiene una vicepresidencia nacional indígena, que tengo el honor de ejercer, pero más allá de eso, debemos tener un rol muy destacado en la estructura de coordinación. Hay que pensar igual en un modelo de participación de las élites, como lo que se hace en el Vaticano con el Papa Francisco que ejerce en plenitud su rol y hace grandes cambios en la Iglesia Católica, y a su espalda tiene al Papa Benedicto XVI, que no saldrá jamás a hacer una conferencia de prensa para decir que está en desacuerdo con el Papa Francisco. Hay que construir espacios para que los líderes históricos tengan un rol y acompañen, reflexionen, escriban sus documentos y hagan formación política de militantes, pero la conducción política debe estar en la nueva generación.