RFI. Estados Unidos y Rusia se culparon mutuamente hace unos días en el Consejo de Seguridad de la ONU de la agravación de la inseguridad alimentaria en el mundo y Washington pidió a Moscú que permita las exportaciones de cereales ucranianos bloqueados en los puertos del Mar Negro. ¿Qué tan grave es la situación? ¿Es la peor crisis alimentaria de la era industrial, como dicen algunos?
No, no creo. Esa fórmula me parece exagerada. En los años 60, una tercera parte de la población mundial sufría de hambre. Hoy, en cambio, es una de cada diez personas. Esto sigue siendo mucho, pero en ese lapso pasamos de una población de 3 mil millones a 7,7 mil millones.
Dicho esto, hay que reconocer que sí hay razones para estar preocupados.
Porque se han conjugado varios problemas al mismo tiempo. Es lo que se llama un “mal alineamiento de los astros”. Tenemos el Covid. Recuerde que el lema de mucha gente era “preferimos el virus al hambre”. Esta crisis alimentaria también está ligada, por supuesto, a la guerra en Ucrania. Los países que compraban cereales a Rusia y Ucrania están hoy bloqueados. También hay que incluir en la lista la explosión literal de los precios del transporte y de la energía. Hoy los barcos pasan delante de los países pobres sin detenerse. Y también son las malas cosechas en China e India. La crisis ya es una realidad.
RFI. ¿Es sobre todo entonces una cuestión de menos producción y precios más altos lo que impide a la gente comprar alimentos?
Por el momento, la producción aún no ha descendido. Lo que ha bajado son las exportaciones. Millones de toneladas de cereales están bloqueadas en Ucrania y Rusia porque los puertos del Mar Negro y del Mar de Azov están cerrados. Además de esto, grandes países exportadores han decidido suspenderlas. Por ejemplo, Indonesia con el aceite de palma e India con el trigo.
RFI. ¿Por qué toman esta decisión esos países que desempeñan un rol estratégico en las exportaciones alimentarias?
Porque han comenzado a pensar que es mejor guardar sus productos para ellos, para su mercado interno. Y por supuesto los países que dependen mucho de las exportaciones como aquellos que están en el África subsahariana, África del norte o en Medio Oriente se hallan en una situación muy difícil, sobre todo porque ya pagaban cara su alimentación.
RFI. También hay inquietud por la escasez de fertilizantes.
En este frente, el período más difícil será 2022 – 2023 porque los agricultores tendrán que sembrar en medio de una escasez de abonos. Tendremos seis meses muy difíciles. El fenómeno climático de la Niña afecta mucho el cuerno de África. No está garantizado que haya buenas cosechas en China a causa de las inundaciones. India sufrió una ola de calor. Estamos esperando a ver qué pasa en América latina. Pero, sobre todo, el problema son los intercambios internacionales porque se intercambian 480 millones de toneladas de cereales de los 2.700 millones de toneladas que se producen.
Entrevista de Florent Guignard, periodista de RFI.