Según reveló Wikileaks, en los últimos tres meses la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) espió al presidente Francés, Francois Hollande, su antecesor, Nicolás Sarkozy y al ex mandatario Jacques Chirac. El golpe fue advertido por su fundador, Julian Assange, quien anunció la reactivación del portal, pese a cumplir tres años encerrado en la embajada ecuatoriana en Londres.
Francia actuó de inmediato, citando a una reunión de urgencia al Consejo de Defensa y adoptando una serie de acciones diplomáticas. Desde el palacio de gobierno se comunicaron con el Presidente Obama quien transmitió “su compromiso firme” contra todo espionaje a un país aliado. El Palacio Eliseo anunció que “se fijaron los principios que deben gobernar las relaciones”.
Para el abogado de la ONG Derechos Digitales Juan Carlos Lara es importante evidenciar las contradicciones de la respuesta francesa, por ejemplo, el que el Gobierno francés por un lado manifestaba públicamente su indignación llamando haciendo incluso un llamado a informar a su embajador, por el otro, aprobaba una nueva ley de espionaje para los servicios de inteligencia del país. A juicio de Vera, “esta ley está haciendo imitación de lo que hace la NSA: aumenta considerablemente el poder de espionaje en el país”.
Otra de las contradicciones estaría dada por la forma en la que el gobierno francés ha adoptado similitudes de discurso con la NSA, cuando, por ejemplo, toma como argumento la lucha contra el terrorismo, a partir del asesinato a los caricaturistas del Charlie Ebdo a inicios de este año.
Por ello, es probable que pese a la tensión producida por la revelación de Assange, es posible que ambos países sigan colaborando, tal como ocurrió con la Canciller Alemana, Ángela Merkel, quien incluso colabora con la NSA, pese a haber criticado duramente a Estados Unidos por espiar a Alemania, explicó Lara.
La postura no es uniforme. Para el experto en seguridad informática de la Universidad de Chile José Miguel Piquer el incidente tendrá efectos colaterales en las relaciones entre países y agencias de seguridad: “Afecta como cooperan y hasta qué punto los países aliados se consideran aliados”.
Para él, la situación de Alemania es diferente porque la agencia germana de seguridad obedecía órdenes de las agencias de inteligencia norteamericanas sin mayores preguntas o cuestionamientos y, en el fondo, trabajaban para ellos porque eran aliados: “Este tipo de escándalos al final logra que las agencias de inteligencia se tomen sus propias independencias mucho más en serio”, sostuvo.
Para Piquer, las filtraciones de Wikileaks han contribuido a dar luz sobre las acciones de las grandes potencias en el mundo, especialmente Estados Unidos. Por ello, los países se defienden con férreos sistemas de seguridad informática para evitar la filtración de contenidos de inteligencia.
Uno de esos campos de batalla de la información se da en los medios de comunicación, explicó Lionel Brossi, académico del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI). Es en ese lugar donde se enfrenta el establishment político en contraposición a la información que se revela en los medios y la webs abiertas: “Muchas veces los medios adaptan e, incluso, reproducen los discursos de la elites políticas o corporativas, lo que no está ocurriendo con la web abierta”, explicó.
Asimismo reconoció que “Wikileaks ha logrado activar el vacío que se producía en las relaciones entre gobiernos y medios tradicionales”.
El especialista afirmó que los gobiernos no tienen ningún incentivo para demostrar los abusos de poder, por lo que se suele hacer por “vías no oficiales”. Por lo mismo, afirmó que sitios como Wikileaks o grupos como Anonymus no son negativos al interés público, sino que son más bien una herramienta para la transparencia.
Esto, en el marco de un proceso extenso de reformulación de las comunicaciones y el rol de las nuevas tecnologías, las que hoy golpean incluso a los grandes poderes