“En el país de los ciegos, el tuerto es rey”. Este antiguo dicho parece ajustarse a la perfección a la estrategia presidencial que está desplegando el ex mandatario Sebastián Piñera con vista a las elecciones generales de 2017.
En efecto, el inquieto e hiperventilado multimillonario y político transmite a los cuatro vientos las supuestas virtudes de su gobierno pasado, seguro de que los ciudadanos están cegados por el bajo crecimiento económico actual y la decepción por las reformas incompletas que trata de implementar el gobierno de Michelle Bachelet. Piñera sabe, o al menos intuye en su fuero más íntimo, que el momento político actual del país es terreno fértil para tuertos como él. Y en esa empresa por reconquistar La Moneda en un país de ciegos, Piñera cuenta con dos poderosos aliados. El primero es la poca memoria histórica de muchos chilenos. El segundo es la prensa tradicional de este país que, en ningún momento, ha cuestionado seriamente su pasado como inversionista o Presidente. Es más, esos medios y sus aliados –como el Centro de Estudios Públicos, o las ahora populares encuestas de Cadem– desempeñan el papel de proteger a Piñera, pero también a Ricardo Lagos, de cualquier interferencia con el gran relato de la derecha permanente: la estabilidad de Chile.
El mejor ejemplo de lo segundo, la protección medial, es la entrevista que publicó el diario El Mercurio ayer domingo, destacado en la portada del periódico. Como si hubiese sido pauteada por el propio candidato, esa entrevista no contenía ninguna pregunta incómoda, pero sí fue una plataforma para repetir la archiconocida retórica del ex Presidente. Y eso parte con sus tics aparatosos de siempre, que consisten en repetir tres conceptos. Piñera afirma en esa entrevista, por ejemplo, una aspiración suya: “Un Chile más libre, más justo, más próspero”.
Además, vocifera una cantidad de lugares comunes que suenan como una letra de Ricardo Arjona pero que, en el fondo, nada dicen. “Necesitamos reanimar el alma, recuperar la fe y la confianza en Chile; recuperar el optimismo en el futuro” (por cierto, nuevamente la santa trinidad de la retórica piñerística: la fe, la confianza, el optimismo). ¿Y qué, concretamente, significa eso? Piñera da respuestas a ello y propone algunas ideas, como recuperar el crecimiento mediante la creación de empleos y aumento de la inversión y productividad. Pero, nuevamente, suena más a eslóganes sacados del diccionarios de citas del neoliberalismo chileno, que a políticas serias.
¿Qué opina de regular los mercados dado los enormes escándalos de colusión empresarial que hemos conocido en los últimos años? No se sabe, ya que las dos periodistas de El Mercurio no le hicieron esa pregunta y el candidato tampoco lo puso sobre el tapete. ¿Qué opina el ex Presidente del hecho de que muchos de sus ministros y hombres de confianza en el “gobierno de excelencia” están hoy procesados por el Ministerio Público? Tampoco se sabe, ya que, nuevamente, el diario no se lo preguntó y él no habló del tema.
Hay que insistir: “En el país de los ciegos, el tuerto es rey”. En la entrevista de ayer Piñera cita al padre Alberto Hurtado diciendo que él habría dicho: “Chile es una misión por cumplir”. Lindas palabras, pero que parecen tener poco asidero en la realidad. Al revisar los escritos del sacerdote jesuita que hoy es Santo, no hay referencia alguna a esa frase. Es más, haga el ejercicio por usted mismo. Ponga en el buscador Google esa frase y tendrá exactamente dos resultados; ambos se refieren a la entrevista de ayer de Piñera. Y no hay más “hits”.
Claro que la cultura general nunca ha sido el lado fuerte de Piñera. Cuando la entrevistadora Raquel Correa le preguntó en 2010 sobre su escritor favorito, este contestó: “Los cuatro evangelistas, y no es broma”. Cuando le preguntó por su músico favorito, Piñera respondió: “De música clásica, Beethoven, especialmente la Quinta Sinfonía (la famosa ‘ta-ta-ta-taaan… ta-ta-ta-taaaaaaaan’). Pero bueno, Bachelet y Eduardo Frei Ruiz-Tagle tampoco eran muy sofisticados en estas materias.
Pese al apoyo tácito de la prensa tradicional chilena a la posible candidatura de Piñera (y también a la de Lagos), de vez en cuando se cuelan informaciones que no encajan con el país de los ciegos, ni con el rey tuerto. Uno de estos casos es el libro del periodista y escritor Carlos Tromben, lanzado hace pocas semanas. “Crónica secreta de la economía chilena” muestra, entre muchas otras cosas, como Sebastián Piñera el inversionista viene jugando al límite desde hace más de 30 años. Es probable que Piñera esté entre los hombres más multados por la Superintendencia de Seguros y Valores (SVS). Sólo entre 1985 y 1986 fue multado tres veces, una de ellas la mayor en la historia económica de Chile hasta ese momento. La investigación de Tromben muestra que Piñera fue un asiduo usuario de “información privilegiada”; es decir, contar con información antes que el resto del mercado sobre un buen negocio para, usándola, hacer una jugada lucrativa que está corriendo en las fronteras de la ley.
Pero, bueno, eso tampoco lo pregunta o lo indaga la prensa tradicional. Como tampoco lo hacen con la recaudación de la campaña presidencial de Ricardo Lagos en 1999.
Y así, ambos personajes son los grandes tuertos. Listos para gobernar, supuestamente, en un país de ciegos.