Hasta ahora, lo que han escuchado desde el palacio presidencial es una serie de eslóganes acuñados por los economistas criollos que, a su vez, son amplificados por la prensa tradicional chilena. No hay plata, el sistema europeo está quebrado, la edad de la jubilación es muy baja, en Chile se cotiza menos en promedio que en los países de la OCDE.
La “calle”, antaño llamada “el pueblo”, fue y sigue siendo un actor social sospechoso, sin derecho a influir sobre las políticas públicas de este país. Cuando cientos de miles de personas salen a la calle para reclamar pensiones más justas, el establishment chileno los ningunea diciendo que frente a las millones de personas que se quedaron en casa no son nada. Pero cuando un puñado de miles sale a protestar en contra del aborto, la prensa tradicional y las élites catapultan ese evento a un “sentir ciudadano”. Un millón de personas contra las AFP o el sistema educacional privado no son nada, pero 3 mil personas y 500 médicos en contra del aborto lo son todo. ¿En qué mundo vivimos?
Parece que poco ha cambiado desde que Violeta Parra recogiera en los años 50 las canciones populares del campo, donde los músicos cantaban sobre el “mundo al revés”.
Los pajes son corona’os,
los reyes friegan el piso,
el diablo en el paraíso
y presos van los solda’os.
Se premiaron los peca’os,
fusilamiento de jueces,
en seco nadan los peces;
será un acabo de mundo
cuando en los mares profundos
las arboledas florecen.
Y, así, en Chile seguimos viviendo un mundo al revés, un mundo distorsionado que nuestras élites nos achacan diariamente que es el mundo correcto. Mientras los grandes empresarios del país se benefician del ahorro obligatorio de todos los chilenos para capitalizar sus empresas, y los militantes y familiares de muchos miembros de la Nueva Mayoría gozan de pensiones lujosas, al resto de los ciudadanos se nos dice que no podemos participar del festín por ser unos flojos y no cotizar la suficiente. De una manera chistosa, pero trágicamente seria, el más reciente comercial de la empresa de telefonía celular Wom recoge esta enorme desigualdad en las pensiones. La parodia sobre Pepe Piñera y la señora Olate, ambos ganadores del sistema, bien refleja lo que está pasando. Los Chicago Boys de la dictadura de Pinochet, los militares del régimen militar y los concertacionistas de la llamada post-dictadura están asegurados. El resto que se las arregle con las tarjetas de las multitiendas.
El malestar actual que sienten muchos chilenos tiene que ver precisamente con eso. Sí, es verdad, los pobres no son tan pobres como antaño, pero los ricos son mucho más rico que antaño. Y se han llevado gran parte de la torta. Eso es lo que molesta a muchos. Que les digan que ahora tienen 1.000 pesos más que antes y deberían alegrarse por ello, pero que los acaudalados ahora tengan 1 millón de veces más no es un tema.
Mirando atrás sólo un año, el equipo político y económico de la Presidenta Michelle Bachelet tenía claro este tema. Pese a todas sus fallas, los ministros Alberto Arenas (Hacienda) y Rodrigo Peñalillo (Interior) tenían la película bastante clara.
Pero ante la enorme ofensiva de la derecha, que ejerce su dominio sobre los medios de comunicación tradicionales y tienta de manera constante al ala derechista de la Democracia Cristiana, Bachelet sucumbió y, ante la duda, prefirió virar hacia la derecha. Ese fue su gran error, y hoy no la quiere nadie, porque no se la jugó por nadie.