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Año XVI, 19 de marzo de 2024


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La salida de Macari de La Nación:

Mirko, el breve

La sorpresa que causó el nombramiento de Mirko Macari, hasta ese minuto director de El Mostrador, al mando de La Nación no alcanzó a extinguirse antes de tomar nuevos bríos cuando, debido a las presiones que ejerció la UDI, en pocas horas revocaron la designación.

Sohad Houssein y Daniela Ruiz

  Viernes 23 de abril 2010 22:00 hrs. 
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El jueves en la noche se hizo pública la noticia: Mirko Macari, el director de El Mostrador dejaba el medio electrónico para asumir la dirección de La Nación. El salto desde el periodismo independiente, y crítico con el actual gobierno, a la prensa oficial, no dejó de sorprender, pero se entendió por su historial en ese periódico, sus amigos en el directorio y su mirada “comercial” de los medios que podía constituir un salvavidas para el alicaído diario, al que Piñera incluso había amenazado con cerrar.

Pero el salto fue con elástico. No alcanzó a asumir y ya estaba afuera. Era el mediodía del viernes y en El Mostrador el equipo se aprestaba a organizarse para la salida de Macari, cuando él mismo puso el pie en el freno. Lo habían llamado para decirle que la nominación peligraba por el rechazo de la UDI.

Precisamente. El gremialismo había puesto “el grito en el cielo” por la designación. “Arde Troya UDI-gobierno por La Nación”, tituló La Segunda y relató que en una comida en la que participaron el Presidente Piñera y los senadores UDI Jovino Novoa, Pablo Longueira, Juan Antonio Coloma, Andrés Chadwick y Víctor Pérez, el jueves, le habrían manifestado su desacuerdo al mandatario. Pero a la mañana siguiente, cuando todo estaba confirmado, comenzaron intensas gestiones para revertir lo que consideraron como un “evidente error”.

¿Las razones? Había sido Macari, como director de Plan B, el responsable de levantar las acusaciones de Gema Buena contra Jovino Novoa en el marco del caso Spiniak, que después acogería la ex diputada RN Pía Guzmán, a quien Mirko, ya como periodista de revista Caras, entrevistó en marzo de 2004, desatando una explosión política en la Alianza.

La designación de Macari a cargo del diario estatal implicaba, entonces, un nuevo traspié en las relaciones entre el gobierno y la UDI, ya bastante resentidas por las designaciones del gabinete y las autoridades regionales, las críticas del gremialismo a la negativa de Piñera de desprenderse de sus empresas y su desacuerdo con el alza de impuestos. El revés, en esta ocasión, tenía su origen tanto dentro como fuera de la UDI. Había sido el mismo Presidente quien visó al nuevo director, decisión que también había pasado por la ministra Ena von Baer, una de sus filas, y aprobada por tres miembros del directorio de La Nación cercanos al gremialismo.

Hace un tiempo ya que La Nación estaba en busca de un nuevo líder. Macari figuraba entre los nombres, pero habría sido desechado en una primera instancia por polémico. Dos nuevas propuestas surgieron, entre ellas Andrés Azócar director de la escuela de periodismo de la Universidad Diego Portales, quien declinó a la oferta. Y hace dos semanas volvieron al director de El Mostrador, quien se presentó con un plan de sacar el punto en discordia -la política- del diario, y volcarlo a la cultura y el deporte, idea que gustó y tranquilizó a los encargados del periódico.

Además de esta propuesta, Macari tenía “santos en la corte”. Amigos en palacio que lo recomendaron en el alto mando del diario y otros tres en el mismo directorio: Cristina Bitar, Fernando Müller y Hernán Larraín Matte, los mismos que “se sientan a la derecha de la mesa” en las sesiones.

Pero las presiones de la UDI pudieron más. La tarde del viernes el mismo Macari conformaba en radio Bío Bío que ya no sería director de La Nación. “Es parte de las reglas del juego, el problema no soy yo sino el contexto político (…) Es parte del conflicto de la UDI con Piñera. Hace rato que la UDI viene perdiendo con Piñera. (La salida del gobernador del Bío Bío) era una cuenta en la línea de crédito de Hinzpeter con la UDI. Este nombramiento era una manera de marcar el punto político de poder”, dijo.

El periodista defendió su proyecto para La Nación diciendo que buscaba “convertir el diario en otra cosa y darle viabilidad desde el punto de vista editorial” y volvió a repetir la misma frase que pocas horas antes La Segunda le enrostraba como una de las razones para no nombrarlo: “El medio no tiene razón de existir si no tiene audiencia (…) en la medida en que pasan estas cosas, más sentido tiene que se cierre”. Fin, según Macari, que estaría motivado por el duopolio editorial para repartirse la torta publicitaria y el Diario Oficial.

Y aunque La Nación no tardó en emitir una declaración pública diciendo que en su reunión extraordinaria el directorio “acordó dejar sin efecto el nombramiento del periodista Mirko Macari Squella”, miembros de esa misma asamblea conocieron la noticia a través de los medios.

Para Mirko, el agravio no se convirtió en desempleo. El Mostrador rápidamente confirmó que volverá a dirigirlo. Trinchera desde donde probablemente tendrá algo que decir de su paso por el oficialismo.

Exiliado de La Nación

Esta no fue la única experiencia del periodista en el diario estatal. En dos ocasiones anteriores trabajó en este medio y salió estrepitosamente. La tercera no fue la vencida.

El sábado 24 de mayo de 2003 Macari renuncia a su cargo de subeditor de La Nación Domingo (LND) junto a todo el grupo de periodistas y colaboradores del equipo liderado por Julio César Rodríguez, debido a la censura que ejerció el medio sobre el reportaje “La caja negra del Indap”, que fue bajado por el director del diario de esa época, el socialista Fernando Luengo.

Fue entonces cuando el equipo decidió formar  la revista Plan B, esta vez con Matus en la dirección, Julio César Rodríguez en la dirección periodística y Mirko Macari como uno de los periodistas estables.

El primer número de la publicación salió en agosto del 2003, pero el periodista solo participó en tres números y partió a revista Caras, ya que estuvo en desacuerdo con la idea de no entregar el control editorial a los inversionistas que querían financiar la publicación.

Con la llegada de Boris Bezama a la dirección general de LND, Macari retorna en calidad de subeditor, pero pronto tendría que reemplazar al mismo Bezama, quien renuncia en apoyo de Alberto Luengo, despedido de la dirección del diario, irónicamente, a causa del Caso Spiniak.

Al mando de La Nación Domingo, Mirko Macari alcanza a sacar algunos números hasta que en diciembre del 2005  se publica  “Los top ten: la cara civil de la tortura”. El reportaje firmado por Ana Verónica Peña, actual directora de LND, sindicaba a Ricardo Claro como uno de los civiles que fueron soporte de la dictadura de Pinochet, lo que se tradujo en una demanda de parte del empresario por injurias graves con publicidad contra la periodista y el director del diario, Juan Walker.

Macari entonces es sacado de la dirección de LND y continúa solo realizando entrevistas de carácter político. “Mirco salió porque el nuevo director, Rodrigo de Castro, necesitaba un periodista de perfil más blando, porque se venía la campaña Bachelet Piñera”, señala una fuente cercana al periodista. No obstante, otros aseguran que fue debido al costo millonario que tuvo el pago de abogados en defensa del medio de comunicación. Aunque con resultados positivos, el litigio por el reportaje publicado cuando Macari era responsable del semanario duró cuatro años.

La difícil relación con de Castro, quien fue el autor de la mítica portada negra del diario por la salida de Yasna Provoste del ministerio de Educación, duró hasta que en 2007 Macari asumió como editor general del diario electrónico  El Mostrador, en el que rápidamente ascendió a la dirección del medio de donde no se alcanzó  a ir.

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