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Ciudades chilenas: Dos actores ausentes

Columna de opinión por Julio Hurtado
Miércoles 30 de junio 2010 17:26 hrs.


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Existe un mito muy difundido en el sentido que Santiago es una ciudad invivible, fea, poco democrática y sin solución. Creemos que este es un mito peligroso, ya que nos inhibe de actuar para mejorarla. Es cierto, Santiago en muchos lugares y para muchas personas, especialmente para los sectores sociales más pobres, es una ciudad mezquina, incómoda, poco democrática y sin solución aparente en el corto plazo.

Por otro lado, existe una brutal paradoja que se ha dado en los últimos años en nuestras ciudades. Nunca en la historia del país se habían destinado tantos recursos, públicos y privados, para invertirlos en las ciudades, especialmente en  vivienda. Sin embargo, pese a este tremendo esfuerzo, los resultados han sido de una creciente segregación,  complejización y profundización de los problemas sociales-urbanos.

No obstante lo anterior, creemos que potencialmente están dadas todas las condiciones para que esta situación sea revertida, y que todos los habitantes de esta ciudad podamos vivirla de mejor manera. Creo que estamos en un momento de inflexión:

O Santiago, y en general todo el sistema urbano nacional, opta por continuar con las tendencias actuales que tienden a segregar social y espacialmente, u optamos por un modelo más integrador.

Es decir podemos adoptar un modelo como el de Ciudad de México, Medellín y Río de Janeiro, por citar algunos ejemplos trágicos de convivencia urbana, u optamos por modelos históricos de mayor integración como el de Montevideo o Buenos Aires, por tomar ejemplos cercanos y no compararnos con ciudades europeas como tanto le gusta a nuestras elites.

Creemos que en la construcción de la ciudad, deberían concurrir tres actores: el sector público, la comunidad organizada, y el sector privado. Lamentablemente la concurrencia de estos sectores ha sido desigual.

La participación de la comunidad organizada prácticamente no ha existido. El sector publico si bien ha dictado las normas necesarias, no ha preservado el bien común, ni ha hecho un monitoreo permanente en la construcción de la ciudad.

Paradójicamente ha sido el sector privado el único que ha hecho su trabajo, pero al hacerlo sin contrapeso de los otros actores ha privilegiado la ganancia corto-placista, contribuyendo de esta manera, con la complicidad de las autoridades, a generar una ciudad caótica y desigual.

No obstante este oscuro panorama, es posible la construcción de una ciudad más equilibrada e igualitaria, sin atentar contra los intereses legítimos del sector privado, mediante el acuerdo y trabajo conjunto de los actores ya señalados.

Para ello deberemos intentar poner en la agenda política, social y de los medios esta temática. Para lo cual deberíamos comenzar por nosotros mismos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.