Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 25 de abril de 2024


Escritorio

Tres cuecas para el Bicentenario

Columna de opinión por Vivian Lavín A.
Viernes 17 de septiembre 2010 11:55 hrs.


Compartir en

De la misma manera como los chilenos nos negamos a salir a bailar la cueca cuando la huasa o el huaso se pasean con el pañuelo invitando a quien quiera lanzarse al ruedo, mirando hacia arriba o buscando simplemente un punto en el infinito, nos sustraemos a la invitación de opinar sobre lo que nos más propio. Nos hacemos los lesos, nos quedamos callados, preferimos ocuparnos en comernos algo con tal de disimular nuestra negativa a bailar una danza que, incluso, ha cambiado según el gusto de las nuevas generaciones.

Esta es la misma actitud que tomamos a la hora de tener una opinión formada respecto de temas que son de todos, que nos competen a todos, como nuestros recursos naturales. 

En una columna de opinión, el ya superestrella ministro Golborne, decía hace unos días en El Mercurio: “Estamos conscientes de que el debate sobre el impuesto a las grandes mineras genera pasiones. Sabemos que es difícil y complejo legislar sobre este tema; pero tenemos que actuar bajo las condiciones existentes hoy y buscar un acuerdo que, aunque no satisfaga plenamente las aspiraciones de todos los sectores, sea un avance para el país”.

El ministro dice además que la propuesta del gobierno es “pragmática, fundamentada y representa un avance en lo que significa el impuesto específico a la minería”.

Ya sabe el ministro que no estamos preparados para esta cueca, y por eso la bailan solos, los empresarios y el gobierno, bajo las mismas reglas del juego y  al mismo ritmo con que nos han venido expoliando nuestros recursos naturales desde hace cientos de años. No es casual hacer un paralelo entre el salitre y el cobre, que han quedado en manos de muy pocos lo que alguna vez le perteneció por ley a todos.

La cueca del Impuesto Específico a la minería o royalty del Bicentenario representa la idea de que haya una suerte de maquillaje tan cosmético que se piense que los empresarios están haciendo un gran sacrificio al aumentarles el impuesto. Y están contentos, felices zapateando cuando quien les aviva la cueca con las palmas es el mismísimo Banco Mundial, que ya no cree en la maldición de las materias primas dando un drástico giro en su tradicional recomendación a las economías emergentes de no depender demasiado de la producción de commodities y aseguró que, por el contrario, la riqueza de recursos naturales puede aportar los “fundamentos para la prosperidad económica”. Pero no sólo eso, el informe del organismo multilateral afirma que “el ejemplo chileno es el que da las luces de cómo alcanzar esta meta”.  Por supuesto que somos un ejemplo a nivel internacional, cuando ni siquiera en los países de origen de las mineras cuentan con impuestos tan bajos como acá.

¡Esta sí que es fiesta! Y vaya que bailan linda esta cueca del royalty las empresas extranjeras.

Pero como no hay primera sin segunda, mientras los chilenos seguimos con las palmas a los cuequeros observándolos con cara de impávidos, llegan a la pista de baile los representantes del poder nucleo-energético mundial. El gobierno actual con otros de la administración anterior, sacan a bailar a unas cuantas empresas y la prensa, avivando la cueca, como rezaba textualmente y sin tapujos una editorial de La Tercera esta semana bajo el título Reactivación de la agenda nuclear: “Un aspecto crucial es generar un clima de opinión pública favorable para el desarrollo de esta tecnología, en torno a la cual existen aprensiones. Es importante educar a la población acerca de los adelantos de las plantas y procesamientos de los residuos”.
Y como en toda buena cueca, una gran vuelta, porque esta educación no es sino que el encendido de motores de todo el lobby y las relaciones públicas que comenzarán con artículos domingueros a hablar de la urgencia energética y de las bondades de la energía nucleoeléctrica. ¿Qué adelanto tan maravilloso se nos comunicará próximamente para que una central nuclear sea capaz de eludir un terremoto de 7.8 grados de intensidad en un país sentado sobre el cinturón de Fuego del Pacífico, como lo es Chile o Japón? Una noticia que estamos seguros alegrará mucho a los japoneses quienes se dejaron seducir por cánticos como éstos hacia fines de los 90, para construir KASHIWASAKI-KARIWA, la mayor planta nuclear del mundo, un caso emblemático y muy decidor para las pretensiones nucleares chilenas.  Luego, del terremoto de julio de 2007 que tuvo una intensidad de sólo 6,8° Richter, la central nipona debió cerrar con pérdidas que sólo ese año ascendieron a los 5.6 mil millones de dólares.

El empecinamiento del gobierno nipón por construir la central nuclear a 15 km. de una falla tectónica hablan de intereses y secretismos que caracterizan a la industria nuclear y que restringen el diálogo sólo a expertos, empresarios y altas autoridades civiles y militares, marginando a la sociedad civil.

La tarea de educar a la población civil  que pretende hacer el lobby antes anunciado, por supuesto que excluirá de los manuales la otras aristas del combustible nuclear, como que tiene una doble utilización.  El  material fisionable puede ser usado tanto para la generación eléctrica como para la fabricación de armamentos nucleares. Y ahora sí que se puede hacer un zapateo ensordecedor, para que nadie escuche que esto se relaciona de manera directa con el armamentismo, que siempre es una caja negra para los ciudadanos y una tecnología sin control político alguno. No se extrañe por lo tanto, la manera cómo comenzarán a operar de manera sigilosa pero tremendamente efectiva los argumentos favorables a la energía nucleoeléctrica desde sectores políticos adictos a la familia militar, cueca que se bailará entre cuatro paredes.

No hay segunda sin tercera, y esta es la cueca que le toca bailar al pueblo chileno, por fin en estas Fiestas Patrias, pero de usted depende, de todos nosotros, la idea de salir al ruedo y dejar de ser espectadores de esta cueca de los poderosos.

Con el corazón apretado  ¡Viva Chile! Aunque duela.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.