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Biodinámica: Vinos con Sabiduría

Hace pocos días me tocó escuchar al enólogo Rodrigo Soto, de Viña Veramonte compartir los principios de la viticultura biodinámica y su propia filosofía respecto de ella. Superando todo el prejuicio místico que rodea esta forma de agricultura, su propuesta se acercaba al básico sentido común: Para que la tierra de buenos frutos, hay que escucharla y dejarla hacer.

Antonella Estévez

  Lunes 13 de agosto 2012 20:10 hrs. 
vinos

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Con dos ideas fundamentales partió Rodrigo Soto su exposición en la cata de Viña Veramonte en Tienda Wain: “La tierra está viva” y “No hay terroir sin hombre”. Estas dos frases resumen muy bien el espíritu detrás de la propuesta biodinámica que está ganando cada vez más terreno en la agricultura en general y en la viticultura en particular.

Soto es enfático en señalar que como resultado de los diferentes compuestos químicos que se utilizan tanto en las viñas como en los procesos de vinificación hoy la mayoría de los vinos en el mundo poseen sabores estandarizados, ya que esta intervención hace que se pierdan las particularidades propias del lugar y del clima del que provienen los vinos. Si entendemos terroir como la suma los factores suelo, clima y trabajo del hombre, cada vino debería dar cuenta de su origen y distinguirse de aquellos que tienen una procedencia distinta. La propuesta de la biodinámica es potenciar estos factores para hacer vinos únicos y con identidad.

Mucho se ha hablado de los compuestos biodinámicos, y hay quienes sospechan que hay cierto misticismo extremado en estos, pero si uno se detiene un poco podría entender que poner ciertos elementos naturales en la tierra, en recipientes orgánicos bajo ciertas condiciones meteorológicas y lunares, si tiene un efecto en promover la actividad microbiológica del suelo y de las plantas. Pura química.  Básicamente lo que los biodinámicos proponen es potenciar la naturaleza a partir de lo que ella misma lleva haciendo por miles de años, utilizando sus mismas herramientas: enriquecer la tierra para que la planta tome de ella lo que necesita. Es bonita esa lógica, ya que confía en la sabiduría de la naturaleza, más que en la imposición de bactericidas y vitamínicos estandarizados.

En esta manera de hacer vinos se pone mucho énfasis en lo que pasa en el viñedo y en el trabajo del agricultor que debe estar conectado con la tierra. Permitiendo la diversidad de cultivos, la autorregulación del ecosistema, trabajando según los ciclos de la naturaleza e interviniendo a partir de la observación y el respeto por la naturaleza. Según Rodrigo Soto, en esta dinámica el trabajo del enólogo es interpretar las uvas, dejar que el vino luzca las características que le son propias.

Viña Veramonte está desarrollando un camino en esa línea. Si esta bodega se ha caracterizado hasta ahora por hacer vinos de muy buena calidad – su Ritual Pinot Noir fue recientemente destacado como representante de esa cepa en Chile por la reconocida revista Wine Enthusiast -me entusiasma pensar que lograrán con esta nueva mirada aportada por Rodrigo Soto. De manera más amplia, me entusiasma pensar que no son los únicos que están siguiendo este camino , y que pronto podremos probar lo que los diversos terroirs chilenos tienen para mostrar y compartir.

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