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Reconciliándose con el Merlot

En 2004 la película “Entre Copas” le hizo un flaco favor a la cepa Merlot, cuando su protagonista se negaba terminantemente a probar una copa de ese vino. El éxito internacional de la cinta hizo que las ventas de Merlot cayeran en todo el mundo y aunque han pasado sus años desde su estreno, al Merlot le ha costado recuperarse. Acá algunas razones de por qué vale la pena reconciliarse con él.

Antonella Estévez

  Lunes 20 de agosto 2012 16:35 hrs. 
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El Merlot es una cepa tinta de origen francés reconocida por su gran presencia frutal, por la suavidad de su estructura, su menor acidez y sus aromas a cereza y ciruela, que en algunos casos puede incluir toques de menta. Por sus características ha sido constantemente utilizado en ensamblajes para aportar con su fruta y atenuar la astringencia de los Cabernet Sauvignon, aunque vale mucho la pena reconocerle en su identidad propia. Hay ejemplos de Merlot densos y complejos, especialmente los franceses de St. Emilion y Pomerol e incluso algunos norteamericanos de California y Washington, pero los que se hacen en este lado del mundo tienden a ser muy accesibles y muestran su mejores atributos durante sus primeros años.

En Chile durante todo el siglo XIX se plantaron una gran cantidad de viñas de lo que se creía era Merlot, pero –como se descubrió en 1995- muchas de ellas no eran Merlot, sino Carmenere. La celebración de encontrar en Chile una cepa que en su país de origen parecía perdida –como resultado de la plaga de Filoxera en la segunda mitad del siglo XIX- tuvo como efecto que el Carmenere se transformara en una de las cartas más fuertes de la viticultura chilena, y que las viñas de Merlot tuviesen que ser cuidadosamente revisadas y reestructuradas, perdiéndose en el camino más de alguna plantación.

Hoy ya está todo bastante más ordenado y el Merlot chileno está dando muestras de vinos de gran jugosidad y rico sabor. Mucho más accesible que el Cabernet Sauvignon y el Syrah, el Merlot tiene una gran maleabilidad a la hora de acompañar comidas logrando incluso, y dependiendo de las características propias de cada botella, quedar muy bien con ciertos pescados.

Acá algunos recomendados por su buena relación precio calidad:

Luis Felipe Edwards Reserva 2009, Valle de Colchagua.

De color rojo profundo con tonos ladrillo, este vino se caracteriza por su nariz a frutos maduros, casi mermelada. A mí me parece que logra un buen equilibrio entre acidez y dulzor, tiene 13,5% de alcohol y me lo imagino acompañando una ensalada agridulces –de esas con hojas verdes y frutas- o algún trozo de pescado al horno. Precio referencial $4.000

Montgras Reserva 2010, Valle de Colchagua

Hay algunas líneas que son carta segura, no importando la cepa. En mi experiencia la línea reserva de Montgras es una de esas cumpliendo con las clásicas 3 B. Este Merlot es muy frutal en nariz, con tonos a moras y ciruelas maduras y leves toques de tostado y vainilla aportados por la guarda en madera. Un vino con presencia amable para acompañar carnes blancas y condimentadas. Precio referencial $5.200

Botalcura El Delirio Reserva Merlot 2010, Valle Central

Esta es otra línea que me entusiasma harto, especialmente en sus ensamblajes porque son vinos amables, accesibles y fáciles de tomar. No había probado el Merlot monovarietal – aunque según su composición es 85% Merlot y 15% de otra cepa- y está muy rico. Tiene buena presencia en boca, la frutalidad característica del merlot y 13.5% de alcohol. Lo probamos con pastas y caldillo de pescado y en ambos casos funcionó muy bien. Precio referencia $ 4.900

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