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El poder de la imaginación

Columna de opinión por Antonia García C.
Sábado 22 de septiembre 2012 10:16 hrs.


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Hace unos días, un lector –comentando una reciente columna publicada por el director de este diario– hizo una interesante mención a “la hermana República”. Se refería a la Argentina y a los combates que ha emprendido, a los inevitables conflictos que esos mismos combates han generado. Hacía tiempo que no escuchaba la expresión. Me repetí varias veces las palabras porque sonaban bien y porque expresan la persistencia serena –pero tozuda– de un viejo sueño americano. A raíz de esa mención del lector, quisiera comentar un episodio que sucedió hace poco en la República hermana. Tiene que ver con los medios…

Como es sabido, uno de los combates más duros que ha dado el gobierno argentino en los últimos años se vincula con la posibilidad de terminar con los monopolios en materia de comunicación. Este combate no concluyó en el año 2010, con la adopción de una nueva ley de medios, sino que sigue vivo y se expresa en las distintas dificultades relacionadas hoy con su aplicación. El tema de la ley de medios es sumamente relevante, tanto por lo que está en juego –estamos hablando, entre otros, de un enfrentamiento entre el gobierno y uno de los grupos económicos más poderosos del país–, como por la manera en que se gestó la nueva normativa, dándole un verdadero espacio al debate ciudadano. Volveremos sobre estos temas que merecen mayor atención pero lo que quisiera señalar en esta ocasión es lo siguiente: en el marco de esa contienda, como quien dice entre cañonazo y cañonazo y como si, precisamente, de uno de esos cañones hubiera salido una flor, el gobierno argentino promovió una cosa llamada “Paka Paka”.

Paka Paka. Parece un juego y en parte lo es. Paka Paka: “voz quechua que significa escondite, juego de niños”. ¿De qué se trata?

En sus orígenes fue la franja infantil del canal Encuentro. Este canal, creado en el año 2007, depende del Ministerio de Educación. Su programación se aboca a los más variados aspectos del conocimiento y de la cultura, otorgando un lugar privilegiado a la cultura popular, ya sea a través de sus representantes más ilustres (“Los Caminos de Atahualpa”) o a través de sus voces más anónimas (“Pequeños Universos”). Desde su página Internet, es posible acceder a los programas y descargarlos, medida que permite que los mismos puedan servir de soporte al trabajo docente. Entre los hitos del canal, cabe señalar el programa que dirige Patricio Guzmán (“Guzmán por Guzmán”), en el que el realizador va presentando y comentando su propio trabajo. Es entonces en este espacio televisivo, donde nace y se desarrolla Paka Paka, que en la actualidad es un canal independiente de Encuentro, pero siempre dirigido por el Ministerio de Educación.

“Paka Paka, el poder de la imaginación”. Ese es el nombre completo. Y ese es el horizonte que abre esta nueva experiencia cuyos aportes no se limitan al espacio televisivo.

Algunas características generales: el canal está dirigido a niños de entre 6 y 12 años (lo que corresponde a la enseñanza básica); es distribuido a través del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre, apuntando a una difusión en todo el territorio; no hay publicidad entre los programas, sólo anuncios relativos a la misma programación o, puntualmente, a eventos culturales relacionados con el canal; los programas no son exclusivamente argentinos, los hay de diversos países del mundo.

Existe una gran variedad de programas y no es fácil presentarlos en pocas líneas. Diría que la especificidad de la programación tiene que ver con el nombre mismo del canal. La voz quechua, primero. La reivindicación de aquello que muchas veces –demasiadas– no se reivindica. La osadía misma de haber pensado no solamente un programa sino todo un canal ajeno a la lógica comercial, postulando un niño sujeto de derechos (tema recurrente), fundamentalmente creativo (muchos programas están orientados a “hacer”, “fabricar”, “investigar”) y naturalmente dispuesto a aprender jugando.

Una parte de la programación puede resultar menos novedosa. Pero si uno se concentra en el conjunto, las diferencias con el resto de los canales dirigidos a un público infantil –en Argentina– saltan a la vista.

Paka Paka alienta a valorar la diversidad, la diferencia, lo que –aparentemente– no es como uno. Pero siempre desde la perspectiva del encuentro posible y necesario. Esto no se promueve desde una perspectiva teórica sino en base a reportajes que muchas veces protagonizan los mismos niños. Por ejemplo, varios programas (“Autoretratos”, “Mi escuela”) le dan directamente la palabra a los niños para que –dirigiéndose a otros niños– les cuenten quiénes son, cómo viven, dónde. Lo que concretamente quiere decir que un tal Lucas, que vive en Mendoza, puede descubrir ciertos aspectos de la vida de un tal Juan, que vive en Jujuy, o de Periquita que vive en Misiones. Pero esto no se limita a la realidad nacional. También encontramos otro tipo de reportajes sobre distintos países con una clara opción preferencial por las Repúblicas hermanas –las de América latina y las otras, en especial las del continente africano.

En otro ámbito, no hay superhéroes en Paka Paka, pero sí un niño llamado Zamba, que vive en Formosa (una de las provincias más pobres de Argentina) y que tiene la posibilidad de viajar en el tiempo. A través de sus aventuras, se van descubriendo diversos episodios históricos. Respecto a este programa –que es un “dibujito” y lleva el nombre del protagonista– se puede recalcar dos aspectos: la calidad de la investigación que sostiene los episodios y la complejidad de la lectura realizada de tal o cual acontecimiento o figura. Por ejemplo, Zamba encarando a Sarmiento, diciéndole que estuvo “muy bien como fundador de la escuela pública pero no tan bien en su lucha con los caudillos”. Esto, desde luego, no es un detalle. Que la historia pueda ser discutida en toda su complejidad incluso (o precisamente) cuando se está dialogando con niños.

Junto con el canal, la página Internet de Paka Paka ha sido pensada como herramienta para el trabajo docente, incluyendo también a las familias. Una serie de actividades están diseñadas –siempre en referencia a los programas– para ser desarrolladas en el aula y/o en las casas. Siendo uno de los preceptos: “No todas las casas tienen bibliotecas llenas de libros; sin embargo, en todos los hogares hay historias para contar”. Respecto a esto, lo interesante no es sólo la variedad de contenidos (programas de historia, literatura, ciencia, música, artes visuales, programas críticos sobre la misma televisión y la construcción de las noticias) sino el postulado que sostiene el conjunto: que la base del conocimiento siempre son las personas, el mundo. Y el mundo, este mundo, está lleno de magia (les dice Paka Paka a los niños). Una magia accesible a todos y cada uno: son los misterios del viento, de la lluvia, de las sombras, de las artes, de las artesanías, de las delicadas figuras en movimiento que se descubren en Tikitiklip (programa chileno realizado por Ojitos producciones que, hoy, todos los niños argentinos pueden ver).

Paka Paka es un espacio abierto, todavía en construcción, haciéndose, con muy diversos aportes. El sábado 15 de septiembre, en el marco de un festival de teatro infantil, se pudo tomar la medida de uno de los aspectos de esa variedad. En este caso, generacional.

Las marionetas de uno de los programas faro del canal (“Los Chikuchis”) se presentaron en vivo y en directo. Al final de la representación se pudo ver a los marionetistas, hombres y mujeres relativamente jóvenes que invitaron a subir al escenario a otros participantes del programa. Subieron. Todos ellos lucían cabello gris y blanco.

Este asunto de los colores podría no tener importancia pero ocurre que Paka Paka depende del Ministerio de Educación y que el Ministerio de Educación depende del actual gobierno –en pugna en estos días y desde hace tiempo con uno de los grupos económicos más poderosos del país. Ocurre también que ese día la representación de estos Chikuchis tenía lugar en el ECUNHI: Espacio Cultural Nuestros Hijos a cargo de las Madres de Plaza de Mayo, en una de las dependencias de la ex ESMA.

Así con los combates, los conflictos, los cañones. Las treguas, las risas y las flores. Y los medios que tenemos para luchar. Sin disparar. Con imaginación.

Creando.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.