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Las Islas del Tesoro

Columna de opinión por Pablo Jofré
Miércoles 3 de octubre 2012 15:51 hrs.


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La disputa por los islotes denominados por China como Diaoyu y por Japón como islotes Senkaku  y situados en un estratégico triángulo signado por el nordeste de Taiwán, el este de China y el sudoeste de Okinawa, la prefectura más septentrional de Japón; muestran que la historia de desacuerdos entre China y Japón no se ha detenido y que los intereses geopolíticos, económicos y de intensificación del espíritu nacionalista de ambas naciones, son una peligrosa realidad.

Para el analista internacional del diario la Vanguardia, Rafael Poch “la pugna por los islotes Diaoyu/Senkaku no es un capricho escapista del gobierno chino ante una coyuntura, económica y política complicada por un crecimiento ralentizado, por escándalos como el del caído dirigente de Chongqing, Bo Xilai, y por el próximo relevo del grupo dirigente en el XVIII Congreso del partido. Todo eso es real pero influye mucho menos de lo que sugieren la mayoría de los análisis publicados hasta la fecha. Se trata de otra cosa: de la tercera Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, UNCLOS, por sus siglas en inglés”.

El análisis de Poch da en el clavo respecto a las razones de fondo, para reivindicar la soberanía sobre unos islotes que en conjunto no superan los 7 kilómetros cuadrados: la posibilidad de tener acceso a mayor superficie en lo que la UNCLOS (Convención de las Naciones Unidas sobre Derechos del Mar, por sus siglas en inglés) denomina Zona Económica Exclusiva – área que se extiende entre los 350 a los 650 kilómetros alrededor del territorio continental o insular de una nación. Ello ha implicado, por ejemplo, que Japón, con una superficie 25 veces más pequeña que China posea derechos de ZEE sobre 4.5 millones de kilómetros cuadrados y China sólo 900 mil km2 limitándola a su litoral, cercada a su vez por las ZEE de países como Filipinas, Japón, Corea e incluso los Estados Unidos a través de su dominio de las islas Guam, Palau y Carolinas.

Pero, no sólo se trata de un cerco de orden comercial, restringiendo el accionar de China en un área considerada de gran tráfico marítimo y que los analistas internacionales sitúan como el eje comercial del siglo XXI, sino también el impedir el acceso a Beijing, a  recursos hidrocarburíferos descubiertos en la zona – los yacimientos de gas de Chiunxiao – y los ricos recursos pesqueros en un área densamente poblada. Se une a lo mencionado el asedio militar que China experimenta, por la decisión estadounidense de ampliar y fortalecer sus bases navales y militares en Singapur, Filipinas y Australia, junto al numeroso contingente militar concentrado en Corea del Sur, lo que genera un espacio de concentración militar explosiva.

Lo reseñado no constituye temores infundados de Beijing, sino que a una clara estrategia geopolítica anunciada y promovida por la administración de Obama, destinada a intensificar la presencia de Washington y sus aliados en la zona. Para ello se ha dotado de un mayor presupuesto en materia militar y decisiones, que implican disponer del 60 % de las unidades navales de la Marina de Guerra de Estados Unidos del Pacífico  alrededor del gigante asiático. Seis portaviones, 5 submarinos nucleares, medios de lucha antisubmarina, drones, bombarderos estratégicos situados en Guam, incluyendo el despliegue de la remozada Iniciativa de Defensa estratégica de los tiempos de Ronald Reagan y que se escudan en la supuesta amenaza nuclear Norcoreana, son parte de las medidas anunciadas por Estados Unidos a implementar antes del año 2020.

Los dimes y diretes sino-japonés, que incluyen la compra por parte del gobierno nipón de 3 de las islas en disputa a su propietarios privados, la presencia de barcos patrulleros chinos, las protestas de ciudadanos chinos que exigen a su gobierno acciones de peso, que impidan perder la soberanía de los islotes  Diaoyu preocupa también a las cancillerías europeas,  que han llamado a las partes en conflicto a solucionar las diferencias en forma pacífica.

La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton  dijo que “la UE sigue con preocupación los acontecimientos en áreas marítimas del Este de Asia. Instamos a todas las partes afectadas a buscar una solución pacífica y cooperativa acorde a la ley internacional, basado en la UNCLOS. Urgimos a las partes a dar paso para calmar la situación en una región donde tenemos intereses importantes”, por su parte,  pidió al secretario de Defensa de EE UU, Leon Panetta, quien visitó Tokio antes de arribar a China que se mantenga “neutral en la disputa con Japón por las islas” en clara alusión al pacto bilateral de seguridad firmado entre Washington y Tokio, que incluiría a los islotes Senkaku.  Advertencia dada por el Portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Chino, Hong Lei.

Las manifestaciones antijaponesas se han dejado sentir con fuerza en China, provocando que numerosas empresas japonesas, entre ellas Panasonic, Canon y Mitsui, hayan detenido temporalmente su actividad fabril y comercial en el continente. Se unió a ello el cierre de restaurantes japoneses cuyos dueños, pragmáticamente colgaron banderas chinas y carteles en los que se leía, en mandarín, “las Diaoyu son de China”. En la isla del Sol naciente, por su parte las proclamas nacionalistas no arrecharon y el Gobernador de Tokio, Shintaro Ishibara – considerado un negacionista del holocausto chino y apologista del imperialismo japonés en Asia llamó al gobierno de su país a no dejarse amedrentar y comprar las islas.

El peligro de las proclamas nacionalistas es que comienzan a sacar a la superficie los hechos más nefastos del pasado y no la posibilidad de poder tener un desarrollo común. Desconfianza o no entre ambas naciones, lo importante, sostiene los analistas internacionales,  es no convertir esta zona en el polvorín del siglo XXI, más aún si los intereses económicos en juego son enormes, sobrepasando el intercambio comercial los 345 mil millones de dólares y bien sabemos que se puede pensar en conflictos y tener una verborrea agresiva pero, poderoso Sr. es Don Dinero y suele ser el freno a cualquier aventura bélica.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.