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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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Bipolaridad evolucionaria permanente


Domingo 13 de enero 2013 20:22 hrs.


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Este gobierno, a diferencia de los gobiernos de la concertación, no tiene dos almas en pugna, tiene continuos episodios de ataque del terrible virus de la doble bipolaridad permanente evolucionaria, cuyos síntomas son habitualmente:

  • Decir lo primero que se tiene en la punta de la lengua,
  • Tener la lengua conectada a una neurona que llora desconsoladamente por los tiempos del general,
  • Generar efecto “reacción en cadena”, con lo que se suman rápidamente varios del entorno inmediato, mediato y lejano,
  • Repetir la cantinela, pero con más énfasis que la primera vez, por si alguien no los hubiera escuchado con atención o por si le hubiera surgido la duda sobre la dimensión atómica de lo dicho,
  • Después de algunas horas afiebradas, repetir incansablemente, como loro en el alambre pelado, que lo que dijeron no fue lo que dijeron, sino que lo que no dijeron era lo que dijeron,
  • Si nadie les cree, la etapa final de la enfermedad es inventar que los sacaron de contexto o que es una conspiración mundial en su contra.

Estas acciones, productos de la bipolaridad evolucionaria, contagian hasta a los más pintados y duchos en el arte de la política, haciéndolos pisar palitos que en estado normal, probablemente, no los pisarían, a lo menos de manera tan torpe y visible que, de meridianamente inteligentes, pasan a quedar como chaleco de mono después de una fiesta con éxtasis.

El último de estos interminables episodios de la enfermedad que afecta a una parte del gabinete fueron las curiosas, por decir lo menos, palabras del Ministro del Interior, quien y, sin lugar a dudas, afectado por el virus, se olvida de las funciones y obligaciones asociadas a su cargo y se despacha una frase de antología al apoyar un paro de los dueños de camiones, quienes, como Peyuco por su casa, anuncian y cortan la ruta 5 Sur, atentando contra lo más sagrado del legado de su virginal y bien amado Jaime Guzmán, quien era un apóstol y profeta ungido del libre mercado en todo lo que sea ganar plata, pero no en las libertades públicas y privadas, y este corte de carreteras lleva a impedir la libre circulación de mercancías, con lo que la capacidad de ganar dinero disminuye y el sacro mercado recibe embates descarnados desde sus propias huestes empresariales, lo que es, a todas luces, impresentable en la defensa del modelo económico chileno y convierte al ministro en un renegado cuya única salida decente sería ser quemado en la hoguera del desprecio público como apóstata infiel a sus fariseas costumbres.

Al mismo tiempo, el efecto reacción en cadena contagia fuertemente a otro ministro, el agrícola, quien, en medio de la fiebre viral, llama a los agricultores y empresarios de la zona a comportarse como vaqueros norteamericanos y armarse para matar a cualquiera con pelo de mapuche, color de mapuche, ojos de mapuche, cara de mapuche, apellido mapuche o chileno, pero que no sea como ellos, o sea, con pelo de colono, color de colono, ojos de colono, cara de colono, apellido de colono o chileno, para así estar a la altura de las circunstancias y se logre la tan anhelada pacificación de la Araucanía, olvidándose que entre sus deberes como ministro de agricultura no están los llamados a la guerra santa contra los supuestos terroristas, pero hay que perdonarlo, ya que no es él quien habla, sino que el virus de la doble bipolaridad evolucionaria permanente, que hace decir y hacer cosas más bien reñidas con la inteligencia humana.

Cuando la opinión pública empieza a recibir con estupor primero, reflexión después y absoluta indignación al final los extraños llamados de estos personajes ministeriales, es justo el minuto cuando comienza la etapa final de la enfermedad y se empiezan a desdecir, ampliamente apoyados por sus amigos duopólicos de la prensa que utilizan el libreto recomendado por los asesores para el tratamiento comunicacional de esta enfermedad, intentando volver al estado normal, vale decir, a ministros de estado con caras de ministros de estados y palabras de ministros de estado, haciendo malabares discursivos de cualquier especie, total, la necesidad tiene cara de hereje, incluso utilizando el amplio y reconocido método de las cortinas de humo que pueden ir desde mostrar masivamente la gente en la playa por horas de horas, hasta el hallazgo de envases de vino en cartón, que , presumiblemente, según dijo el encargado de la Inteligencia Nacional, podrían estar siendo guardados para hacer vinagre corrosivamente hediondo que sería utilizado en actos de agravio a algún funcionario nacional o internacional que viene a agradecer al gobierno su magna obra.

Con esas imágenes, la etapa crítica de la enfermedad de los ministros pasa al quinto lugar y de ahí al olvido y, como dice el viejo dicho, a otra cosa, mariposa, mientras el presidente espera y desespera tratando de adivinar cuándo y a cuál de sus ministros lo atacará de manera inmisericorde este destructor virus de la doble bipolaridad evolucionaria permanente, que lo sigue haciendo bajar en las esquivas encuestas.