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Análisis económico

La “guerra de las divisas” y las perspectivas para el 2013

En las circunstancias actuales, de bajas tasas internacionales, que desestimulan el ahorro e incertidumbre económica, la lucha por los recursos se comienza a materializar por vía de monedas débiles que, empero, terminan empobreciéndonos a todos, pues, si bien al depreciar la moneda el país puede exportar más productos y más baratos, la recuperación por los envíos es menor contra mayores cantidades vendidas, mientras los competidores, sustituidores nacionales de dichos bienes, se ven enfrentados a reducir sus propios costos, mediante ajustes que afectan el empleo y amenazan con deflación.

Roberto Meza

  Lunes 21 de enero 2013 17:02 hrs. 
guerra divisas

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Luego de anunciar que su economía crecerá este año un débil 0,4 por ciento, Alemania ha decidido repatriar parte de sus lingotes de oro almacenados en Francia y EE.UU. El Bundesbank ha dicho que tiene reservas por más de 3.400 toneladas del metal, valoradas en US$ 178 mil millones, al 31 de diciembre de 2012. La cifra se desglosa en unas 1.000 toneladas almacenadas en Frankfurt; 1.500 toneladas, en la Reserva Federal de EE.UU.; 374 toneladas en París, y unas 450 toneladas en el Banco de Inglaterra.

La decisión fue adoptada luego que la Oficina Federal de Cuentas de Alemania criticara al central germano por no supervisar adecuadamente esos recursos, a lo que éste respondió diciendo que recuperará las 374 toneladas del oro que tiene en París y 300 de las 1.500 que mantiene en la FED. El banco dijo que busca que todo su oro esté de vuelta en las bóvedas de Frankfurt, en 2020.

La determinación, empero, parece tener razones más profundas que la mera crítica y puede estar relacionada con la “guerra de divisas” desatada entre las naciones industrializadas a través de las llamadas “devaluaciones competitivas”, una política que está siguiendo el nuevo gobierno japonés de Shinzo Abe, debilitando el yen, cuya apreciación había alcanzado al 60% en los últimos decenios; Mario Draghi, del BCE, quien en septiembre del año pasado llamó a “defender al euro, cueste lo que cueste”; el presidente del central ruso Alexei Ulyukayeb y el Ministro de Finanzas de Noruega, Sigbjoem Johnsen, alineados en la idea de evitar el fortalecimiento de sus monedas y, por cierto, la FED, que en los últimos años ha realizado contundentes planes de flexibilización cuantitativa para disminuir el valor del dólar y aumentar su competitividad exportadora.

Y es que en las circunstancias actuales, de bajas tasas internacionales, que desestimulan el ahorro e incertidumbre económica, que ralentiza las inversiones, la lucha por los recursos se comienza a materializar por vía de monedas débiles que, empero, terminan empobreciéndonos a todos, pues, si bien al depreciar la moneda el país puede exportar más productos y más baratos, la recuperación por los envíos es menor contra mayores cantidades vendidas, mientras los competidores, sustituidores nacionales de dichos bienes, se ven enfrentados a reducir sus propios costos, mediante ajustes que afectan el empleo y amenazan con deflación. Al mismo tiempo, la apreciación monetaria genera en los países con monedas fuertes unas burbujas especulativas que hacen subir los precios de los bienes inmobiliarios a niveles que, en algún momento, estallan, generando caos financiero y estancamiento.

El fenómeno comienza a ser evidente en Chile, pues con un peso fortalecido frente al dólar, producto de su abundancia a raíz de los valores del cobre, tasas de interés atractivas, estabilidad institucional y atracción de inversiones, ha visto incrementados los precios de los bienes inmobiliarios al punto que el propio Banco Central ha advertido sobre una eventual burbuja, mientras diversos sectores agrícolas e industriales sustituidores de importaciones, llaman la atención sobre sus problemas de competitividad con un dólar a $470, luego de llegar hasta $700. En Japón, durante su burbuja inmobiliaria, los jardines del Palacio Imperial de Tokio llegaron a ser más caros que todo el estado de California.

La “guerra de divisas”, por lo demás, está afectando en especial a las naciones emergentes. En lo que va del año, el Baht tailandés se ha apreciado frente al dólar 2,7%; el Colón de Costa Rica, 2,3%; el Peso Mexicano, 1,8%, mientras que el dólar australiano y el neozelandés lo han hecho en 1,7% y 1,5%, respectivamente.

De allí que la decisión del Bundesbank de comenzar a repatriar su oro muestre que la crisis de confianza ha llegado a los propios bancos centrales del mundo y pone foco en las debilidades de un sistema financiero hiper-apalancado que, como indicaran recientemente informes separados del Banco Mundial y Accenture, llega a un tamaño que equivale nada menos que a 27 veces el PIB mundial.

La decisión del BundesBank podría generar una reacción en cadena y hacer que muchos otros países inicien la repatriación de su oro almacenado en Londres, Nueva York o París, determinación que sólo habían adoptado hasta ahora países con mala relación política con el eje Europa-EE.UU., como Venezuela. Adicionalmente, tales acciones podrían aumentar los precios del oro físico que ya se encuentra en 1.800 dólares la onza y que ha sido el activo más valorizado en la década.

No son pues, buenas noticias para un 2013 en que, según el Banco Mundial, las economías de América Latina y el Caribe crecerán un tibio 3,5%, convirtiéndolas en el “segundo grupo más lento” de los emergentes del mundo, tras la Europa del Este y Asia Central, mientras China, con su 7,8% de crecimiento en 2012, alcanzó la expansión más lenta desde hace 13 años, enfrentada a los dolores de parto de los US$10 mil per cápita, una población emigrando hacia otras naciones del área, caída de su crecimiento demográfico y un sistema financiero que, como otros, muestra un volumen de los productos de inversión “creativos” que llega a un valor estimado de sobre un millón de millones de euros.

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