Crece evaluación negativa a los servicios básicos en los sectores vulnerables

La 10° versión del estudio “Percepción de la Población Pobre de Santiago sobre Servicios Básicos y Transporte Público” mostró un empeoramiento en la evaluación de todos los ítem, salvo el Transantiago, que pese a seguir en último lugar, es el único que muestra variación positiva. Analistas apuntan a una disconformidad acumulativa, sin que exista iniciativa desde las empresas por mejorar la percepción de la gente.

La 10° versión del estudio “Percepción de la Población Pobre de Santiago sobre Servicios Básicos y Transporte Público” mostró un empeoramiento en la evaluación de todos los ítem, salvo el Transantiago, que pese a seguir en último lugar, es el único que muestra variación positiva. Analistas apuntan a una disconformidad acumulativa, sin que exista iniciativa desde las empresas por mejorar la percepción de la gente.

Luego de diez mediciones, el estudio de percepción de la población pobre de Santiago, realizado por la Escuela de Administración y Economía de la Universidad Católica Silva Henríquez, muestra un sostenido rechazo de la población de menos recursos hacia la calidad de servicios básicos, donde el Transantiago, Telefonía y TV Cable figuran con los peores niveles en el registro del año 2012.

La encuesta incluye en forma aleatoria a personas de seis comunas, que registran ingresos familiares menores a 167 mil pesos per cápita. En relación a la medición anterior, todos los ítems registran una baja porcentual, desde retiro de basura, hasta insumos básicos como electricidad, gas o agua potable.

Marcelo Yáñez, investigador jefe de esta medición, destacó los diez años de vigencia en tres gobiernos distintos y advirtió una sostenida visión negativa, de momento en que la calidad de los servicios no mejora en forma sustancial.

En este sentido, el experto de la casa de estudios explicó que es “muy probable que la gente continúe haciendo evaluaciones cada vez más negativas en general de los diferentes servicios que son parte de la sociedad, dado por factores de orden cultural, pero también por una natural evolución en términos de aspirar a recibir servicios de mayor calidad. Desde esa perspectiva es muy probable de que si las empresas y en general los proveedores no logran adaptarse rápidamente a estas crecientes exigencias, la evaluación va a ser crecientemente negativa”.

Un caso particular es Transantiago con la peor evaluación (3,9), cuyo índice subió seis décimas en torno al 2011. Sin embargo, sólo un 29% de los encuestados cree que los cambios han mejorado el sistema. Las principales objeciones al precio del boleto y tiempo de frecuencias y viajes, además de un 43% que no ve cambios positivos en el Metro.

Bajo esta cifra, Yáñez recalcó que los servicios no funcionan de manera óptima cuando sube la necesidad del servicio. Ante ello, subrayó en diferencias con mediciones oficiales que entregan altas cifras de aprobación ciudadana.

En esa línea, el investigador de la UAH señaló que “la evaluación de la gente no sólo está en función de hechos objetivos. Básicamente está dado por la relación entre lo que es el tiempo que ella quisiera versus el tiempo que obtiene. En ese sentido, uno de los momentos más críticos del sistema que son los horarios punta es cuando la gente requiere una mayor velocidad de transporte en un menor tiempo de viaje y ahí quizás es afectada de manera más negativa. Por eso es importante poder saber de manera exacta cómo se hacen los cálculos que el Estado ha estado utilizando para llegar a afirmar que prácticamente en todos los bloques horarios y todas las empresas están cumpliendo con los estándares establecidos de regularidad y frecuencia”.

A juicio de Leonardo Moreno, director de la Fundación para la Superación de la Pobreza, esta baja en la evaluación de los últimos tres años se traduce en empoderamiento de la población, además de poca confianza en un cambio desde el sector privado.

Por eso, el directivo de la fundación especializada en estas materias indicó que “cuando se analiza las distintas encuestas subjetivas que se hace a la población más pobre, no sólo de Santiago, sino que a nivel nacional esta es una acumulación de un malestar inespecífico, que la gente tiene frente a los servicios, los bienes y otras instituciones en general. No creo que haya aquí un deterioro muy progresivo, ni evidente de los servicios, sino que más bien hay un malestar acumulativo de la población respecto de una serie de situaciones que ya no está dispuesta a seguir soportando porque no tiene respuesta adecuada a sus reclamos y tampoco mejora la calidad de los servicios”.

El estudio revela que los encuestados entregan una alta responsabilidad al Estado en la entrega de servicios básicos, junto a la familia y los municipios. Además, casi un 72% de los encuestados cree que la calidad es distinta en cada comuna según su ingreso económico, delimitado por la desigualdad en el Gran Santiago.





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