Los mercados mundiales, las cancillerías del mundo occidental, así como Rusia y China, se encuentran en alerta, en estado de psicosis generado por el gobierno de Estados Unidos y el régimen de Pyongyang, que se han amenazado con las penas del infierno. Esto, ya sea por la negativa de Norcorea de detener su programa nuclear y las pruebas con misiles de largo alcance y el otro por el empeño de Estados Unidos y su socio surcoreano de detener los ejercicios militares que tienen como objetivo a Corea del Norte.
La crisis, crónica ya en la península coreana, ha tenido su expresión más mediática este año 2013, desde que las Naciones Unidas impuso nuevas sanciones a Corea del Norte por las pruebas balísticas en diciembre del año 2012 y la realización de la tercera prueba nuclear de su historia el día 12 de febrero del 2013. Las sanciones generaron la reacción de Pyongyang, quien declaró roto el armisticio firmado el año 1953 y amenazando con impulsar ataques nucleares contra Corea del Sur, contra territorio japonés y estadounidense. Reactivando las instalaciones nucleares de Yongbyon y cerrando las faenas en el complejo industrial de Kaesong.
Este complejo industrial, con capitales del conglomerado surcoerano Hyunday se levanta en territorio de Corea del Norte, a 7 kilómetros de la frontera y emplea a 53 mil trabajadores norcoreanos, con salarios que no superan los 60 dólares mensuales – que son entregados al régimen de Pyongyang – comparados con las remuneraciones de 2 a 3 mil dólares mensuales de los trabajadores surcoreanos. Al retiro de los trabajadores norcoreanos de sus faenas en Kaesong se unió la advertencia hecha a los extranjeros residentes en Corea del Sur que abandonen ese territorio so pena de sufrir un ataque a gran escala.
Para el análisis de medios de Europa y Estados Unidos, no resulta nuevo este panorama de amenazas y alertas militares. Durante quince años Corea del Norte ha utilizado sus avances en el campo de la energía nuclear y en materia de balística para lograr concesiones de su entorno inmediato: Corea del Sur y Japón, como también de Estados Unidos, que se tradujo en suspender en ciertas ocasiones las sanciones internacionales, apoyar con alimentos a una sociedad que vivió períodos de hambruna muy severos, establecer zonas económicas de explotación conjunta entre las dos Coreas y avanzar hacia caminos de entendimiento que cada cierto tiempo fracasan.
Desde el punto de vista de las relaciones políticas internacionales Norcorea ha hecho lo que cualquier país, con ciertos elementos a su favor haría, si sufriera el cerco militar, financiero y político de los últimos 50 años: Aprovecharlo para asegurar así su sobrevivencia como régimen. La filosofía Juche que anima su política interna y externa, les ha permitido administrar un sistema y una filosofía de vida basada en la autonomía, el nacionalismo y la autodefensa militar, donde el aspecto nuclear resulta el eje en materia de defensa frente a lo que ellos consideran agresiones externas.
En un análisis comparado, lo sostenido por Corea del Norte no es distinto de lo que las administraciones israelitas han sostenido desde el año 1948 a la fecha en materia de defenderse de lo que ellos consideran un entorno hostil. Y, en ese caso no hemos visto a Estados Unidos, ni a Europa ni a Japón alarmados o proponiendo sanciones a un país que ha mostrado más beligerancia que Pyonyang y que ha puesto en peligro la paz en Medio Oriente que cualquier otro país.
En el intríngulis que vive la península coreana, resulta crucial la postura que pueda asumir China. En el marco que el aval, el amparo y la protección política de Beijing resultan vitales para la sobrevivencia del régimen dinástico norcoreano. China, a pesar de su preocupación por el actual estado de cosas ha dejado claro que Corea del Norte es su “socio y hermano”, la ha apoyado históricamente y lo continuará haciendo para “salvaguardar la paz y la estabilidad” en la región en la cual China es actor relevante y que considera su territorio de influencia.
A pesar de esta constatación el gobierno chino ha expresado también su inquietud a través de medios de comunicación afines, como fue el caso de una editorial de Diario “Global Times” en que recomendaba a Beijing mantenerse próximo a Pyongyang pero “también persuadirle que abandone su programa nuclear ya que los juegos nucleares de Corea del Norte ponen en peligro a China, que hará lo posible para frenar cualquier ataque militar contra Corea del Norte, a fin de involucrarse innecesariamente en una confrontación con socios comerciales importantes para China como Estados Unidos, Japón y la propia Corea del Sur”. Por otra parte, el Presidente Chino, Xi Jinping señaló, en clara alusión al tema coreano que “no debe permitirse a nadie arrastrar a la región ni al mundo entero al caos por intereses egoístas”
A las medidas militares tomadas por Estados Unidos: envío de aviones F22, sobrevolar la península coreana con bombarderos estratégicos B 2 e impulsar los ejercicios militares conjuntos con el ejército surcoreano, se une las propias medidas defensivas japonesas de instalar misiles Patriot en Tokio y en el Archipiélago de Okinawa y el estado de movilización de Corea del Sur en las inmediaciones del paralelo 38. Ello implica poner en alerta un dispositivo militar que incluye el despliegue de material nuclear. Tal conducta cataliza aún más la retórica y las acciones belicistas del régimen de Kim Jong-un
El plan viene desde Washington
Estas medidas se dan en el contexto del denominado plan “The Playbook” impulsado por el Pentágono y dado a conocer por The Wall Street Journal, que tiene como objetivo aumentar la tensión con Corea del Norte durante las maniobras conjuntas de Estados Unidos con Corea del Sur, actualmente en curso y que representan, según la terminología militar, una “guerra sub-crítica”. Maniobras que según el analista de Global Research Stephen Gowans “tensionan la capacidad militar, económica y política de una nación pequeña obligada a que sus fuerzas armadas entren en estado de alerta, generando una situación agotadora y terriblemente costosa en un país sometido ya a sanciones”.
Para Gowans la realidad de lo que acontece en la península coreana es contraria al relato estadounidense y los medios occidentales pues “Corea del Norte ha reaccionado ante las provocaciones planificadas de modo frío y calculado por Washington, que ejecuta demostraciones de fuerza provocando deliberadamente algún tipo de reacción que le permita justificar una eventual intervención. Risiblemente los medios occidentales pretenden mostrar que el comportamiento de Norcorea es usado como una carta de cambio para conseguir ayuda de occidente, como refuerzo para su economía mal administrada sin poner en la balanza las sanciones y las presiones que se somete a Pyongyan. Los norcoreanos no han desarrollado un programa nuclear, no han invertido dinero en sus fuerzas armadas y no han reafirmado su decisión de enfrentarse directamente a Estados unidos y Corea del Sur para mendigar ayuda de Washington. Lo han hecho para defenderse de provocaciones fríamente calculadas”.
Tomando en cuenta las consideraciones de analistas como Augusto Zamora, dadas a conocer tiempo atrás y plenamente vigentes, podemos sostener que Corea del Norte no es el primer Estado que se dota de armas atómicas a contracorriente de la “comunidad internacional”. Israel desarrolló su poder nuclear con ayuda de Francia y EEUU. Hoy posee 250 bombas atómicas y nadie se tira de los pelos por ello. Sin embargo, Israel es un país agresor y peligroso. Ha destruido Líbano en varias ocasiones, ha bombardeado y atacado países vecinos, combatido en cuatro guerras y aún mantiene ocupado y aplastado a un Estado entero y no pasa…absolutamente nada. La mayor zona de riesgo atómico no se sitúa en la península coreana sino que en la denominada área indostánica, con dos potencias atómicas enemigas entre ellas, India y Paquistán, que han obtenido su poderío nuclear al margen de las opiniones de la comunidad internacional.
En este escenario sostiene Zamora “Corea del Norte, a pesar de su retórica, no amenaza, objetivamente, a nadie. Está condenada por su geografía y sus vínculos políticos y militares. Tiene fronteras con dos potencias atómicas, Rusia y China, que son además sus dos únicos aliados. Al sur limita con su antítesis, Corea del Sur protegida militar y financieramente por EEUU. El arruinado régimen coreano carece de recursos para una guerra fuera y dentro de sus fronteras La explicación a su programa nuclear es elemental: el régimen busca, en primer lugar, asegurarse a sí mismo, desalentando a EEUU de toda veleidad intervencionista y, sobre todo, de un ataque militar. En segundo lugar, quiere tener un argumento poderoso para negociar generosas ayudas externas, que le permitan mitigar sus penurias internas”.
La pregunta formulada hoy en el ámbito del análisis internacional no es saber si Corea del norte representa un peligro para la paz mundial, sino más bien definir si las acciones y verbalizaciones de una Dictadura de partido único que gobierna hace 60 años a un país puede seguir manteniéndose como un paria de la sociedad internacional. Manteniendo a 26 millones de norcoreanos al margen de las necesarias relaciones internacionales. Y, que todo ello sirva de excusa para que la principal superpotencia mundial siga manteniendo su influencia política y militar en el área Asia-Pacífico.
Ante la pregunta si ha cambiado en algo la geopolítica y el balance militar de la región, con la conducta norcoreana en materia de pruebas nucleares y ensayos balísticos, la respuesta concluyente a esto es que no. Más bien, el actuar del régimen dinástico de Kim Jong-un , ha servido de pretexto para acelerar la puesta en marcha de decisiones estratégicas tomadas tiempo atrás por Estados Unidos y sus aliados. Una, que Japón ha expresado su deseo de rearmarse y EEUU ante ese deseo está en disposición de ocupar su complejo militar – industrial para hacer realidad ese deseo. Washington quiere que Japón se rearme, no por Corea del Norte, sino para contrarrestar el poder creciente de China en las esferas económicas y políticas.
Para el cientista político Miguel Sorans “Estados Unidos exagera el supuesto poderío norcoreano para tener el justificativo de seguir fortaleciendo su presencia militar en Corea del Sur y en toda la región. Obama sigue la doctrina de Bush de crear los “ejes del mal” y de tener a Pyonyang como chivo expiatorio para impulsar su carrera armamentista”.
Lo verbal, la retórica belicista, las conductas beligerantes no quitan la necesaria valentía que deben mostrar las dirigencias de todos los países involucrados en este contencioso de manera tal de buscar los mecanismos, acciones y resultados que permitan una salida al actual estado de cosas. Si esto no es así se continuará con este clima de dimes y diretes donde el único peligro que representa el régimen norcoreano no es externo, sino que para su propio pueblo.