La Encuesta Nacional de Discapacidad (ENDISC) realizada en 2004 revela índices realmente preocupantes respecto al porcentaje de personas en esta condición que ejercen o no distintos tipos de actividades básicas para el desarrollo humano.
Este estudio da a conocer cifras de rehabilitación, grupos etarios, trabajo, las ‘deficiencias’, beneficios sociales, entre otros. Sin embargo, las más graves son las que tienen que ver con Educación. Y digo ‘las más grave’ porque las mencionadas anteriormente no son ningún orgullo.
Empecemos a poner una lupa y saquemos los trapitos al sol.
Más de la mitad de las personas con discapacidad no han completado la Educación básica. El 42,73 por ciento corresponde a Educación básica incompleta.
Miles y miles de chilenos se toman la principal arteria de nuestra capital luchando por una Educación gratuita y de calidad. lo cual me parece de una entereza increíble. Pero si la Educación es un derecho, ¿Cómo es posible que tengamos esos números de personas con discapacidad sin Educación básica? ¡Es una vergüenza!
Dentro de la Ley 20.422 y sus líneas respecto a la Educación e Inclusión Escolar cita lo siguiente: “El Estado debe garantizar a las personas con discapacidad el acceso a los establecimientos públicos y privados del sistema de educación regular o a los establecimientos de educación especial, según corresponda, que reciban subvenciones o aportes del Estado. Por su parte, los establecimientos de enseñanza parvularia, básica y media deben contemplar planes para alumnos con necesidades educativas especiales y fomentar en ellos la participación del plantel de profesores y asistentes de educación y demás integrantes de la comunidad educativa”.
La normativa continúa indicando que “los establecimientos de enseñanza regular deben incorporar las innovaciones y adecuaciones curriculares, de infraestructura y los materiales de apoyo necesarios para permitir y facilitar a las personas con discapacidad el acceso a los cursos y niveles existentes, brindándoles los recursos adicionales que requieran para asegurar su permanencia y progreso”.
Para lograr lo anterior, el Estado deberá introducir modificaciones en el sistema de subvenciones educacionales o adoptar otras medidas. Mi pregunta es ¿Porqué no se ha llevado a cabo? ¿Y su fiscalización?… Y más abajo señala: “La Ley no estableció plazo para cumplirla, pero para su plena aplicación puede ser necesaria la elaboración de reglamentos por parte del Ministerio de Educación”.
Bajo esa premisa, el Estado cumple su rol muy bien como Poncio Pilato, como no existe plazo para cumplir la Ley, podemos esperar hasta el año 3567 o más, para tener una Inclusión escolar ¿No les da vergüenza?
No se imaginan cómo crecen los niños y cómo incluyen fácilmente dentro de su mundo a un compañero con discapacidad.
Sin embargo los establecimientos educacionales en todo su espectro, no incluyen, no apoyan, no hacer partícipes a este niño con discapacidad, provocando la segregación tanto en él como en la sociedad. Es por esa razón que cada vez que subo al metro o estoy en la calle, los niños y no tan niños, miran mi silla y me miran a mí como si fuera un extraterrestre o algo similar.
Padres, madres, directores, rectores, profesores, ustedes son los responsables de esta realidad como primeros Educadores de nuestra vida. El resto es de una falta de responsabilidad gravísima por parte del Estado, pero si esperamos que la inclusión venga de parte ellos… vamos a ver volar burros primero.
En mi rol como persona con discapacidad y Docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, me empoderé del acto maravilloso, simple, evolutivo, de entrega absoluta y sin juicio que es Educar. A través de él he aprendido de mis mejores maestros que son los estudiantes, que el gran Universo de la discapacidad no es sólo un tema desconocido, sino que es una enciclopedia de morbos, juicios, discriminación, injusticias, y criterios invisibilizantes.
Los estudiantes participan, son respetuosos, cooperadores, con su plasticidad cerebral al máximo, convirtiéndose en esponjas para absorber y aprender a través de la experiencia. Pero todos esos actos de parte de ellos se esfuman si las Universidades no incluyen a la discapacidad como parte del aprendizaje vivo. Si los colegios no tienen herramientas de inclusión, ni los jardines ¿Cómo vamos a tener una sociedad más igualitaria?
Hago un llamado al Estado de Chile para cambiar esta sociedad segregadora por una sociedad de derechos. En este escenario, merecedores son los políticos de que esta sociedad no quiera votar, si ya la credibilidad es una palabra que les quedó grande hace mucho tiempo. ¿Cómo pueden tener la cara de estar con la banda presidencial, en cadena nacional apoyando durante la apertura una campaña de 27 horas si ni siquiera son capaces de cumplir con lo que ustedes mismos aprueban?
La Ley 20.422, entró en vigencia el 10 de febrero del 2010, léanla, aplíquenla y dejen de delegar responsabilidades que a ustedes les corresponden.
¿Por la razón o la fuerza? No señores… ¡Educación!