Estimado director:
Por una razón que resulta, hoy en día, difícil comprender, la fecha en que se recuerda el combate naval de Iquique, se ha convertido también, en la ocasión en que el Presidente de la República comunica al país el estado de la nación. Este hecho, que lo deja a uno un poco perplejo ( ¿por qué esta fecha y no otra?), ha contribuido con el correr de los años a oscurecer el recuerdo de la epopeya de Prat y de sus hombres, o por lo menos , a impedir que ella sea objeto de una reflexión útil para nuestro pueblo.
Así, sería necesario recordar que Arturo Prat no fue, ni con mucho, el oficial que de ordinario se encuentra en nuestras fuerzas armadas, Pues, lo que era raro en ese tiempo, sin abandonar la marina siguió estudios de leyes que le permitieron licenciarse de abogado a la edad de 28 años, con una memoria titulada: “Observaciones a la ley electoral vigente”. Sin embargo esta formación, en lugar de facilitar su vida profesional, le acarreó muchas antipatías en ese medio mediocre y mezquino de la oficialidad naval. Así, Gonzalo Vial ha podido decir en su Arturo Prat, página 105, que Prat tuvo que soportar recelos encubiertos y hostilidades de sus pares por el hecho de ser abogado, quienes le mantenìan una cierta distancia por no considerarlo un militar pleno.
Fue pues de parte de este oficial, que sus pares no consideraban como un militar pleno, que vino el acto de arrojo con que él y sus hombres provocaron un giro decisivo en la contienda militar en que nuestro paìs estaba inmerso. El ejemplo de estos hombres, que fueron chilenos antes que militares, aparece tanto más relevante cuanto que ese 21 de mayo de 1879, los tripulantes de las frágiles embarcaciones que tripulaban habían sido condenados a conservar una situación indefendible por un Estado Mayor deficiente y obstinado.
Por fin, es con estos chilenos que no fueron ”militares plenos“, así como con los numerosos civiles que en aquella guerra se enrolaron por Chile, que nuestro pueblo puede identificarse y no con los que en un periodo reciente ensangrentaron sus guerreras, infringiendo a nuestros connacionales dolor y muerte.
José Cañas C.
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