Quinta pata de la Concertación

  • 10-06-2013

La movida comunista de apoyar la candidatura presidencial de Michelle Bachelet desató una ofensiva de la derecha en contra del PC.

A ello se sumaron también los comandos de Claudio Orrego y Andrés Velasco, evocando los apoyos del comunismo chileno a los regímenes de Venezuela, Cuba y Corea del Norte. Fue, a fin de cuentas, un regreso a la guerra fría, en la medida que se trató de internacionalizar las pugnas ideológicas que prevalecieron hasta la caída del muro en 1989.

Pero esta tratativa no tomó en cuenta los desplazamientos de la izquierda hacia diversos sectores radicales. Tales desplazamientos, por lo demás, en la historia del partido comunista, sino consubstanciales a este partido.

En Chile, sin ir más lejos, el PC fue desbordado por los socialistas, y en los años 60 por el
MIR y el Mapu, mientras adoptó posiciones más conservadoras, incluso durante el gobierno de la Unidad Popular.

Hoy la radicalización la ejercen los movimientos estudiantiles y grupos para partidistas como Revolución Democrática, Izquierda Autónoma, PRO y Progresa. Pero la derecha, al atizar sus viejos fantasmas y el centro marcar sus diferencias de siempre (por razones electorales), están ignorando los cambios político-sociales desde 2006 en adelante.

Tan hondos son estos cambios que los propios comunistas han debido reaccionar a ellos, alzando exigencias programáticas, aunque resultó inocultable que con su apoyo a la Concertación el PC estaba procurando cupos en la plantilla parlamentaria opositora, ganando más diputados que los dos que ya tiene.

Del movimiento estudiantil y las JJ. CC. Han surgido candidaturas exigentes, como las de la enigmática Camila Vallejo e interesantes como las de Karol Cariola y Camilo Ballesteros.

Hasta donde lleve sus demandas esta nueva hornada es algo que tiene que ver con cómo diriman fuerzas frente a la vieja guardia del partido . Los jóvenes, a su vez, deben resolver la disyuntiva entre seguir planteando masivamente sus exigencias en “la calle” o en el seno de las instituciones: los desprestigiados parlamentos y partidos políticos, el fárrago de organismos educacionales y, eventualmente, el gobierno de la República. Claro que se trata de contradecir lo que Alan Parker llama en su onírico filme The Wall “sólo otro ladrillo en la pared”.

El seno social seduce también a un partido de la derecha, la UDI. Aunque no es nuevo en Pablo Longueira, su candidatura presidencial lo enfatiza. Mientras Andrés Allamand pondría el foco en lo político, el líder gremialista lo haría en lo social.
La paradoja es que la derecha acusa a Bachelet de izquierdizarse y ella hace lo mismo al proclamar la necesidad de un Chile justo, que atienda las legítimas demandas de los ciudadanos.

Esto estaría probando que la gente no se moviliza colectivamente a la izquierda, el centro y la derecha, sino en pos de demandas ambientales, regionales, médicas, de conectividad y, desde luego, educacionales.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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