“Estaba pintando en mi casa de Calera de Tango”, contó un emocionado Egon Wolff cuando le preguntaron qué hacía en el momento que la ministra de Educación, Carolina Schmidt, le comunicó que era el nuevo Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales.
“Es una sorpresa muy grata y estimulante que resume toda una vida de teatro” prosiguió Wolff, quien aclaró que fue un descendiente el que lo postuló pues estaba convencido que “yo merecía un galardón”, señaló.
Según el escritor este reconocimiento lo alienta a volver a redactar obras de teatro, labor que había cambiado por el dibujo: “Con este estímulo probablemente vuelva a escribir algo, que es lo que me están pidiendo los amigos y colegas”, dice Wolff. Y agrega que “ha sido una cosa muy grata que de repente despierta a uno a otra realidad, porque cuando uno redacta es una expresión que no tiene una proyección más que la personal, y de pronto uno se da cuenta que tuvo proyección, y este momento es el que me permite apreciar eso”.
La decisión fue tomada por el rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez; el rector de la Universidad Católica de la Santísima Concepción en Representación del Consejo de Rectores, Juan Cancino Cancino; el último galardonado en el ámbito (2011), Juan Radrigán, quien ofició de secretario; el representante de la Academia Chilena de Bellas Artes, Ramón López Cauly; y la secretaria de Estado.
Esta última sostuvo que el jurado se basó “especialmente en consideración al aporte de su obra a la dramaturgia nacional y su repercusión en el ámbito internacional, en la cual se rescatan los problemas del ser contemporáneo frente a la sociedad”.
Una vida escribiendo
Con 87 años de edad y más de 15 obras a cuestas, Egon Wolff, se tituló en 1949 de la carrera de ingeniería química de la Universidad Católica, porque su padre lo obligó a estudiar algo rentable y se opuso a su creación literaria, reconoció el autor mientras explicaba que desde los 8 años redactaba poemas en alemán.
Aunque le dio el favor a su progenitor, en 1979 se incorporó como profesor titular de dramaturgia en la Escuela de Teatro de la PUC, cargo que ejerció hasta 1991. Este cambio de área en su profesión motivó a que hoy Wolff aconseje a los jóvenes “trabajar en otras cosas antes para después poder escribir y no amargarse”.
Entre su prolífica creación se encuentra: Mansión de lechuzas (1957), Niñamadre (1961), Los invasores (1963), entre otras. De todas ellas no tiene ninguna favorita, pero sí considera que su preferida es “Háblame de Laura”, la menos conocida, porque expresa lo esencial del ser humano, más allá de la lucha política, la esencia profunda frente a la repetición de la vida, la rutina y el tedio que viene con los años: se trata de un vendedor de calzado que llega a su casa en 3 oportunidades y se descarga de manera desbocada con su madre. La madre que es una persona común y corriente entiende que su hijo sufre mucho”, dijo.
A pesar de su amplia trayectoria, Wolff sostuvo que últimamente se autoconvenció que está obsoleto. Lo anterior, porque considera que hay “una expresabilidad en el teatro” que es diferente a la suya. “Tal vez eso ha influido para que me sienta un poco foráneo del teatro actual, con lo que no lo estoy descalificando, ni calificando el mío, no es más que el transcurso del tiempo y de la historia”, mafiestó.
“No me siento representado por el teatro ahora porque encuentro que hay poca meditación, filosofía y pensamiento, porque no hay tiempo, porque vivimos en un tiempo donde no hay tiempo, y la gente corre, corre, corre, y no puede profundizar en las cosas”, criticó.
entre los reconocimientos del dramaturgo destacan: En 1957 obtuvo dos menciones honrosas por “Mansión de Lechuzas” y “Discipulos del miedo”, en el concurso organizado por el Teatro Experimental de la Universidad de Chile; en 1970 recibió un reconocimiento por “Flores de papel”, un concurso Casa de las Américas de La Habana, Cuba; en 1977 obtuvo el premio Apes; en 2001 fue declarado “Huésped de honor de la ciudad de Venado Tuerto en Argentina y el mismo año obuvo el premio Sello de Excelencia del Ministerio de la Cultura. Una de sus últimas distinciones corresponde al galardón “Agustín Siré” de la Academia de Bellas Artes en Santiago.
Premio
El galardonado recibirá como premio un monto de $18.125.000 y una pensión vitalicia de 20 UTM, aproximadamente 800 mil pesos mensuales.