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Y ahora, ¿quién podrá representarme?


Domingo 29 de septiembre 2013 18:59 hrs.


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Clasificar a los personajes ó partidos políticos siempre se presta para discusión. El eje izquierda-derecha suele ser útil pero también induce a caer en un maniqueísmo perverso que deja en discusión a un montón de representantes del “centro” político. ¿Es hoy el PS de izquierda ó el PRI de derecha? Una forma de abordar el problema es subdividirlo en dimensiones, por ejemplo, en lo económico ó en lo “valórico”. Sin embargo, es fácil caer en la tentación de subdividir en ejes mucho más puntuales: respecto del aborto, respecto de la libertad de prensa, respecto del financiamiento de los partidos políticos, respecto de la política de previsión social, etc…

El ejercicio de subdividir el “posicionar” político en múltiples ejes, cada vez más estrechos, lleva a que cada uno de nosotros sea un ejemplar único (multi-dimensional) y que cueste cada vez más elegir a alguien que nos represente en una diputación, senaduría ó presidencia. Si decido votar, necesariamente debo ceder para optar por el que está “menos lejos” de mis posturas políticas. Arduo ejercicio, no susceptible a ecuaciones.

Me considero un tipo de izquierda, tanto en lo económico como en lo “valórico”, pero por sobre todo en lo filosófico, eso impregna cualquier derivación de mi pensar y me gustaría votar en las próximas elecciones por candidatos de izquierda, pero puedo decir que en la comuna donde vivo hay varias candidaturas que considero, como mínimo, afines a mi pensar. Igual tuve que optar.

Resulta que para lanzar candidaturas el asunto de la “multi-dimensionalidad” acaba siendo aún peor que para elegir un candidato. Desde hace mucho que los grupos políticos de izquierda, sin necesidad de que deban ser muy grandes, rápidamente descartan apoyar a otros porque encuentran “diferencias insalvables” con su vecino y “se ven obligados” a lanzar sus propios candidatos a todo. Y aunque sea paradójico esperarlo, el sistema binominal, con toda su perversión, no ha empujado a la izquierda a unificarse. En cambio, los partidos del centro político (la Concertación) y de la derecha (la Alianza), de un modo general, han sido más proclives a conectarse con el otro que está “menos lejos” y forjar alianzas. ¿Por qué la Concertación y la Alianza se comportan distinto a la izquierda? Sencillo, la tensión por la obtención del poder es más importante que el sostener principios intransables. A la izquierda somos todos “ultra-puristas” y “absolutamente consecuentes”… con nosotros mismos. Presumo, porque no tengo certeza, que este tipo de análisis llevó al PC a unirse a la Concertación en este nuevo asunto llamado Nueva Mayoría (NM), y aunque dudo del carácter izquierdista de la Concertación, no tengo esa duda respecto al PC. Apoyos transversales

Hasta aquí, todo conocido. Lo sutilmente novedoso de esta elección es que los grupos políticos sí están identificando individuos (no otros grupos políticos) con los que sus diferencias sí son salvables. Tanto Revolución Democrática (RD) como Izquierda Autónoma (IA) e inclusive la Nueva Mayoría han dado muestras de ese nuevo comportamiento, quizás sustentado por esta nueva hipótesis de que al electorado más que los partidos le importan las personas. RD declaró apoyo a candidatos como Boric (IA), Vallejo (PC), Cariola (PC) e Iván Fuentes (NM). IA apoya a personajes tan disímiles como Atilio Herrera (Igualdad), Luis Soto (Humanista) y los tres comunistas antes mencionados. NM optó por omitirse en Santiago Centro para facilitar la elección de Giorgio Jackson (RD).

Bajo esta lógica uno podría preguntarse cómo fue que Ecologistas e Igualdad, teniendo cada uno su candidato presidencial (Sfeir y Miranda respectivamente), lograron acordar una lista única para el Senado y la Cámara. Supongo que pesó el hecho de que siendo partidos pequeños faltaban liderazgos para llenar una plantilla…

Entonces, así como para elegir por quién votar debo ceder un poco porque nadie es igual a mí, para lograr alianzas mayores también es necesario ceder, lo de apoyar un candidato u otro es simplemente un ceder mezquino, sólo “para que conste”. Para mi es hilarante constatar que mi candidato a Senador fustiga a mi candidato a presidente que fustiga el comportamiento de mi candidata a diputada que fustiga a todos los demás.

Para rematar, hay al menos cuatro candidatos presidenciales que se autoclasifican en el espectro “de la izquierda”. Claro, ¿quién soy yo para andar criticando tanta falta de alianzas si claramente hay dos de ellos a los que no les daría mi voto en esta elección bajo ninguna circunstancia? ¡Cuánto nos falta!