Al grito de “¡Vergüenza!”, “¡Asesinos!”, los habitantes de Lampedusa recibieron este miércoles en el aeropuerto al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y al primer ministro italiano, Enrico Letta, una semana después de que 300 emigrantes murieran en el naufragio de su barco cerca de las costas de la isla desbordada por el aflujo masivo de migrantes.
El mensaje fue el de asumir la recurrente tragedia de la inmigración ilegal como un problema del bloque.
“Europa está con los habitantes de Lampedusa. El problema de uno de nuestros países, como Italia, debe ser percibido como un problema de toda Europa. Europa no puede mirar para otro lado”, dijo Barroso.
“La Comisión europea está convencida y creemos firmemente que la Unión Europea no puede aceptar que miles de personas mueran en sus fronteras”, añadió Barroso, quien prometió 30 millones de euros suplementarios para que Italia ayude a los refugiados.
Letta coincidió que se trataba de “un drama europeo (…) una tragedia humana, la peor ocurrida nunca en el Mediterráneo”, y anunció “funerales de Estado”.
El primer ministro indicó haber recibido el visto bueno de Barroso para que el tema de la inmigración clandestina se incluya en la agenda del próximo Consejo Europeo previsto para el 24 y 25 de octubre.
Por otro lado, el primer ministro italiano anunció que el consejo de ministros italiano abordaría el miércoles el problema de los refugiados y la puesta en marcha de los fondos destinados a los inmigrantes menores de edad.
En su alocución, Barroso señaló que después de ver los restos de los náufragos, “las imágenes de cientos de ataúdes quedarán para siempre grabados en su mente, son imposibles de olvidar”. “Ataúdes de bebés, madres con sus bebés. Me chocó profundamente y me entristeció”, añadió.