Fukushima y el futuro de la energía nuclear

La catástrofe que provocó el accidente en el reactor de Fukushima I en Japón luego del terremoto, hizo que el mundo entero repensara la generación energética mediante plantas nucleares. Pese al daño, al miedo, a los riesgos y a los altos costos que implica su desarrollo en el mundo, 438 plantas siguen funcionando, mientras otras 63 están en operación.

La catástrofe que provocó el accidente en el reactor de Fukushima I en Japón luego del terremoto, hizo que el mundo entero repensara la generación energética mediante plantas nucleares. Pese al daño, al miedo, a los riesgos y a los altos costos que implica su desarrollo en el mundo, 438 plantas siguen funcionando, mientras otras 63 están en operación.

Vuelan mariposas con pequeñas alas que les dificultan su desplazamiento, los científicos afirman que sus ojos tampoco están sanos. Corea del Sur prohibió importar pescado. Una persona muere al día, 26 niños fueron confirmados con cáncer. Seres vivos tratan de sobrevivir a las consecuencias catastróficas de uno de los más escalofriantes episodios de la energía nuclear en el planeta: el desastre de Fukushima.

Las autoridades japonesas, en marzo de 2011, deberían enfrentar uno de los peores terremotos y maremotos de su historia: 15.854 muertos, 3.276 desaparecidos, territorios devastados y fallas en catorce de sus centrales nucleares, eran los saldos de un país incapaz de reaccionar al desastre. Nada hacía suponer que las maravillosas historias que se contaban de la energía nuclear iban a terminar siendo su más dramática pesadilla. Peor aún: el accidente de Fukushima I recién empieza a dejar ver las reales dimensiones de su impacto.

El recuerdo del drama de Chernobyl fue inmediato. Todos quienes hablaban del accidente hacían referencia inmediata a los desastres que se viven en la ex Unión Soviética, actual Ucrania, desde 1986. La comparación entre los dos desastres nada tiene de alentadora, puesto que a juicio de expertos lo de Fukushima –en el mejor de los guiones- podría ser igual que lo anterior.

MARIPOSAS MUTANTES

El impacto más visible de la liberación de radiación al exterior de la central, producto de las fallas internas vividas por el terremoto y maremoto- son las mutaciones genéticas. En la población de mariposas ya se confirma su efecto, del mismo modo ya son 26 los casos de cáncer de tiroides en los niños de la zona. Lo peor, lejos de haber pasado, se intensifica con los años: si tomamos a las mariposas como ejemplo, un 12% de los ejemplares expuestos a la lluvia radiactiva presentan anomalías. El 18% de los descendientes de éstas también tienen malformaciones, porcentaje que se eleva hasta un 34% si hablamos de la tercera generación.

Padres, hijos y nietos sufrirán las consecuencias, las que lamentablemente no sólo se ciñen a la genética. Las consecuencias medioambientales siguen sin cuantificarse. Según la última información que conocemos, en Septiembre de este año, Tepco –compañía responsable de la central nuclear- identificó un flujo de agua subterránea que entra en el sótano de las instalaciones de la dañada central. En cifras, diariamente se vierten al subsuelo 1.000 toneladas de agua, de las cuales unas 300 contienen sustancias altamente radiactivas que llegan al Océano Pacífico.

Lo económico, también, se vincula con el desastre. Sólo como ejemplo, en septiembre Corea del Sur prohibió importar pescados de la zona, por el pánico que la noticia de la fuga de agua causó en sus ciudadanos.

El problema no acaba ahí. En palabras del académico de la Universidad de Chile, experto en energía, Roberto Román, el impacto de Fukushima es mucho mayor al que se conoce.

“En Chile siempre se habló de Fukushima, prácticamente nadie supo que de los 54 reactores que hay en Japón, catorce sufrieron daños. En este momento creo que hay dos o tres funcionando. Lo que ocurrió en Japón va mucho más allá que Fukushima, los efectos no se conocen, hay miles de metros cúbicos de agua acumulados en estanques, cerca al reactor, porque los están poniendo en estanques y no tienen idea qué van a hacer con eso. La duda es si es de la misma magnitud que Chernobyl o mayor”, comentó Román.

Pero la energía nuclear en el mundo está lejos de ir en detrimento, 438 centrales nucleares se encuentran hoy en operación. Estados Unidos (104), Francia (58), Japón (50), Rusia (33), Canadá (20), Reino Unido (16), son las que lideran la lista que componen otros quince países que tienen proyectos de este tipo. En nuestra región, Argentina y Brasil tienen cada uno dos centrales en funcionamiento y otra en construcción, según datos de la Asociación de Energía Nuclear.

El riesgo en cada una de ellas se eleva de acuerdo a la geografía, la tecnología, la capacidad de los expertos que en ellas trabajan y su preparación para hacer frente a las emergencias. Entre las más peligrosas se han situado a Metsamor (Armenia), Indian Point (Estados Unidos), Mihama (Japón) y el Complejo nuclear de Yongbyon (Corea del Norte), entro otros.

Para el académico de la Universidad de Chile, hay dos problemas que resultan críticos: “El primero es qué hago con los desechos. En la mayoría de las centrales nucleares están al costado de las centrales, donde deben pasar a piscinas de enfriamiento en las que deben pasar unos diez años para ir a disposición final, pero no existen lugares de disposición final en el mundo. Necesitas tener lugares para almacenar por 200 mil años: ése es el primer gran foco de riesgo”, dijo el experto.

“Otro de los problemas son los costos, las centrales nuevas son muy caras, por ende se está haciendo el re-licenciamiento de centrales antiguas, extendiéndole la vida útil ha centrales pensadas para operar 30 a 40 años se les está extendiendo hasta 60 o un poco más, Debe tenerse en cuenta que el bombardeo de neutrones debilita materiales, fragiliza soldaduras y hay riesgo”, enfatizó Román.

Samuel Leiva, Coordinador de Campañas de Greenpeace Chile, coincidió con Román en el riesgo potencial que suponen los residuos: “Si hacemos una analogía con el día, de 24 horas tendríamos una sola de luz y después 23 horas para saber qué hacemos con los residuos de esa misma generación. Por otro lado, esto tiene impactos concretos en cómo se relacionan los países, un país que puede generar un programa de núcleo-electricidad, se convierte en un país de preocupación para sus vecinos, porque saltar desde el uso civil al uso militar es un solo paso”.

Los expertos se muestran contrarios a la energía nuclear, apuntando a un desarrollo de energías limpias, seguras y económicas, pues además de los potenciales riesgos de las plantas nucleares, esta energía es cara de implementar, aseguraron.

Pero la eficacia del lobby nuclear en muy potente, aseguran los expertos, para quienes el mayor riesgo que es que estos empresarios no se hacen responsables a la hora de los accidentes que ocurren, dejando esa responsabilidad a los Estados. Así lo explicó el economista Sebastián Ainzúa.

“La única explicación que uno tiene para qué proyectos que terminan siendo infinitamente más caros puedan seguir existiendo, es porque hay un fuerte lobby. Las centrales nucleares siempre han propuesto una estructura de costos que termina demostrando que siempre es más de lo que se planificó. Entonces uno se pregunta, si la energía nuclear es más cara, con más riesgos, menos eficiente… solo se podría explicar su permanencia y fanatismo desde algunos sectores por el lobby”, expuso Ainzúa.

En lo que a Chile respecta la postura es la misma. El riesgo sísmico aparece como una de las grandes preocupaciones que el país debiera tener en la materia. Además de ello, indicó Samuel Leiva de Greenpeace, la estrechez del territorio nacional en una potencial emergencia nuclear, crearía una zona de exclusión muy importante para el país.

“Hay un pre y post Fukushima. Previo al desastre, en el gobierno de Michelle Bachelet y anteriores, se usaba el eufemismo de vamos a seguir estudiando y nunca vamos a dejar de explorar las posibilidades. Después de Fukushima el ánimo en torno a lo nuclear decayó como en todo el mundo, porque los riesgos son muy altos. La discusión que se ha dado en este lobby y en algunos parlamentarios, es que o es nuclear o es HidroAysén, y durante mucho tiempo, se puso esa dicotomía de que si no se hace HidroAysén, la energía nuclear es la solución para conseguir energía de base. Para mí ese debate es falso y no da cuenta de la realidad de un país como Chile que podría ser mucho más competitivo con energías de base como las Renovables No Convencionales”.

El debate sobre las políticas públicas en materia energética ha abierto las puertas para que voces en el país planteen el desarrollo de energía nuclear. Debido a todos los antecedentes y estudios, los entrevistados aseguran que no es una opción válida para Chile y tampoco para un mundo con países que ya han marcado un retroceso en la energía nuclear, como en el caso de Alemania, que luego Fukushima decidió el llamado apagón nuclear. Sin embargo, tampoco se puede desconocer que ésta sigue siendo atractiva en varias latitudes. Así lo confirmaron las naciones que ratificaron sus planes de expansión en la última cumbre de San Peterburgo (Rusia).





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