Expertos apuntan a mayor interacción entre candidatas a la presidencia: "No hay excusa para un debate real"

Ante el fantasma de la abstención en la segunda vuelta de la elección presidencial, los debates cumplen un rol fundamental. Las asociaciones de radio y televisión ya alistan los formatos para recibir a las candidatas, en medio de polémicas sobre el diseño de las interacciones, los tiempos y las formas. Pero ¿cuál es la real importancia de estas discusiones?

Ante el fantasma de la abstención en la segunda vuelta de la elección presidencial, los debates cumplen un rol fundamental. Las asociaciones de radio y televisión ya alistan los formatos para recibir a las candidatas, en medio de polémicas sobre el diseño de las interacciones, los tiempos y las formas. Pero ¿cuál es la real importancia de estas discusiones?

Este jueves, los comandos de la candidata de la Nueva Mayoría, Michelle Bachellet y de la Alianza, Evelyn Matthei, responderán a la invitación y propuesta de formato del próximo debate televisivo que el miércoles les planteó la Asociación Nacional de Televisión (Anatel), que se realizaría el próximo 10 de diciembre en los estudios de TVN y se extendería por casi dos horas, incluyendo la publicidad.

Por otro lado, ambas candidaturas confirmaron su asistencia al encuentro que convocó la Asociación de Radiodifusores de Chile (ARCHI) para el próximo viernes 6 de diciembre a las ocho de la mañana. Un debate que fue fruto de la polémica, dado que el vocero la candidatura de Bachelet, Álvaro Elizalde, rechazó la primera fórmula propuesta por el organismo que permitía que ambas candidatas se interpelaran al finalizar cada respuesta.

Esto generó una serie de críticas, con Matthei a la cabeza, quien afirmó que “una persona que ha sido presidenta de Chile y jefa de todo el mundo en materia de mujer, no debería tenerle miedo a compartir ideas” y, si bien Elizalde indicó que “es falso que no podrán interpelarse. Podrán hacerlo libremente al fin de cada ronda”, lo cierto es que disminuyen los espacios.

Ante esto el cientista político Gonzalo Müller indicó que ya no hay razón para acortar las opciones de intercambio de ideas: “No hay excusa para un debate real, lo que no quiere decir agresividad, sino interpelaciones y transparencia en las posiciones. En la primera vuelta siempre se usó como excusa el número de candidatos, entonces eso ya no corre. Ambas candidaturas deben abrirse a un formato más suelto, relajado y con mayor interacción”.

El especialista indicó que se debe aclarar la diferencia entre ambas candidaturas, “porque las hay”, afirmó. Con esto coincidieron desde ambos comandos. Desde el comando de Bachelet indicaron que van a destacar como sus ideas han sido recogidas de conversaciones con la propia ciudadanía, mientras desde el comando de Matthei afirmaron que potenciarán la imagen de una candidata realista, propositiva y abierta al intercambio de opiniones con todos los actores.

Sin embargo, los debates con real discusión son escasos lo que es particularmente complicado cuando la ciudadanía está interesada en ver a sus candidatos frente a frente, lo que se demuestra en la alta sintonía que han tenido las pocas instancias que se han realizado. Y efectivamente, la directora del Observatorio de Medios (FUCATEL), Manuela Gumucio, coincidió con esto e indicó que los debates son un elemento importante para el desarrollo de ejercicio democrático.

“Primero que todo, es el único espacio igualitario, son los debates y la franja pilares importantes de igualdad de acceso. Más bien hay desigualdad, hay una mala comprensión de los medios, los que no pueden prejuzgar sobre quién tiene mayor o menor votación”, dijo.

Ambos analistas indicaron que, en un escenario de voto voluntario, con una alta abstención en las últimas elecciones que supera el 50 por ciento según cifras del Servicio Electoral, la institucionalidad debiera prever el riesgo y actuar con responsabilidad ante la amenaza de un debilitamiento transversal del sistema político, que no hace distingo entre partidos. Para combatirlo, advierten, se requiere flexibilidad y capacidad de ajustarse para responder a los nuevos requisitos de la ciudadanía que hoy exige mayor participación y diálogo.





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