Este 28 de enero parte en La Habana la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), organismo paralelo a la OEA que agrupa a los países de América Latina pero excluye a Estados Unidos. Al culminar un año con la presidencia Pro Témpore en manos del gobierno cubano, se cierra un logro histórico en materia internacional para el gobierno de los hermanos Raúl y Fidel Castro.
Desde el comité organizador, se ha planteado esta cumbre como un espacio para establecer una condición de paz que atraviesa América desde México al sur, donde Cuba juega su propio esquema de apertura internacional, un ejercicio de apoyo recíproco entre este organismo y el país anfitrión.
Lucía Dammert, experta en gobernabilidad de América Latina, destaca las señales que se enviarán en este encuentro, con la propia presencia de José Miguel Insulza, además de ratificar un proceso de integración desde La Habana.
“Para Cuba se abren nuevos espacios de relación, una mejor valoración de espacios multilaterales. La presencia del secretario general de la OEA en Cuba será una buena señal para que la política exterior cubana busque mecanismos para abrirse a la región, ha estado no sólo bloqueada, sino aislada, y denota una necesidad de apertura”, indicó.
Paz Millet, académica del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, destaca la presión del resto de los gobiernos latinoamericanos por otorgar participación a Cuba en foros internacionales, en paralelo también a la creciente relación de la isla con Europa.
Paz Millet señala que “ya en la última Cumbre de las Américas, los países del ALBA señalaron que no participarían de otra sesión sin Cuba. Este país vive una vinculación fuerte con la región, se quieren estrechar los lazos, y se inicia una nueva etapa. Se ve que la opción no es el aislamiento, sino una vinculación”.
Jaime Tohá, ex embajador chileno en Cuba, destaca el amplio despliegue de relaciones exteriores que maneja el gobierno cubano, lo que augura una cumbre de excelencia y el avance diplomático del gobierno en la región.
El ahora CORE Metropolitano, declaró que “Cuba tiene un sistema de relaciones exteriores extraordinariamente desarrollado, tiene una vía diplomática intensa. La cantidad de embajadas en La Habana es mayor a Santiago, por ejemplo. En materia de organización de eventos de este tipo tienen una gran experiencia”.
Esta apertura afecta incluso su relación con Estados Unidos. Tohá señala que si bien el bloqueo se mantiene, hoy la visión ha cambiado incluso entre los propios isleños que viven en ese país: “El voto cubano en Estados Unidos es tercera y cuarta generación. No es contrario al régimen cubano, es pragmático, gente que desea que se normalicen las relaciones, viajar libremente hacia o desde Cuba. Es un momento significativo y Celac permitirá que muchos países tengan una visión más objetiva de la situación real de Cuba”.
Los analistas coinciden que las sucesión de medidas sobre la economía en Cuba, el despliegue diplomático, además de una creciente relación económica con Venezuela y Brasil, y los lazos con gobiernos de izquierda en la región, son apuestas que rompen el aislamiento internacional de este país.