Con la decisión anunciada el lunes, la Unión Europea envía una señal fuerte a la isla caribeña.
Este proceso que podría durar uno o dos años permitirá promover el comercio y las relaciones económicas, principalmente en el sector turístico, entre Europa y Cuba. La Unión europea busca también apoyar las reformas del presidente Raúl Castro y promover el respeto de los derechos humanos en la isla.
“No se trata de una ruptura respecto a la política llevada a cabo en el pasado: queremos respaldar las reformas y el proceso de modernización en Cuba mientras seguimos expresando nuestra preocupación en lo relativo a los derechos humanos”, sostuvo la jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton.
Europa representa una fuente financiera muy importante para Cuba: la UE es su principal socio comercial (con 22% de los intercambios) y la mitad de los turistas que visitan la isla cada año son europeos.
Polonia y República Checa, los dos estados del bloque europeo más reticentes a este nuevo paso en las relaciones entre la UE y Cuba, obtuvieron que se mantenga la llamada «posición común». Firmada en 1996, condiciona las relaciones bilaterales a las evoluciones en materia de derechos humanos. Un punto que seguirá siendo central.
El acercamiento diplomático entre Cuba y la UE remonta en realidad a 2012, fecha en la que Catherine Ashton obtuvo que el Consejo de Asuntos Exteriores reexaminara los acuerdos entre Cuba y la Unión.
Esta iniciativa de la UE se produce además en un contexto de apertura de Cuba. El hermano del líder histórico de Cuba ha flexibilizado la reglamentación en materia de viajes al extranjero para los cubanos, así como el acceso a internet. También ha abierto la puerta a pequeñas iniciativas privadas (cooperativas, profesiones liberales) y extendido el acceso al país a la inversión extranjera, principalmente de América Latina.