Juan Pablo González ha dedicado gran parte de su trabajo a la música chilena. Así lo reflejan las dos partes de la Historia social de la música popular en Chile, escrita con el historiador Claudio Rolle; el reeditado En busca de la música chilena, en colaboración con José Miguel Varas; varios capítulos del reciente Pensar la música desde América Latina y una serie de publicaciones y artículos.
Sin embargo, el director del Instituto de Música de la UAH y miembro del Consejo de Fomento de la Música Nacional tiene reparos con el proyecto de ley que busca establecer una cuota obligatoria de 20 por ciento de música chilena en radios. Por ejemplo, se detiene en lo que podría ser el punto de partida de la discusión: qué es la música chilena.
“El concepto se equipara instintivamente con literatura chilena, cine chileno, teatro chileno y artes visuales chilenas. Sin embargo, ahí se establece un corte que tiene que ver con el mundo del arte: una columna del diario o las infografías del metro no son literatura. En cambio, en música chilena puedes tener un canto ona grabado por un antropólogo en Tierra del Fuego, una sinfonía de Gustavo Becerra, una balada de Los Vásquez o a Noche de Brujas. El concepto es así de amplio”, argumenta el musicólogo.
Luego está el problema de lo chileno, en una discusión donde ideas como la identidad y lo propio aparecen con frecuencia entre los argumentos: “Hay una mirada más conservadora que vincula la música chilena con lo que se origina acá, como la cueca y la tonada. También hay un concepto más sociológico que tiene que ver con el uso de la música a través del tiempo: se construye identidad en el mundo urbano con músicas de afuera y de las cuales nos apropiamos. Por ejemplo, en 1962 nadie osaría decir que el ‘Rock del Mundial’ o la Nueva Ola es música chilena, pero ahora no hay duda de que ese fenómeno nos identifica y, claro, está dentro de la música chilena”, indica.
Como “no se le puede pedir tanto a una ley”, continúa Juan Pablo González, habría que admitir que el proyecto que está en el Senado tiene un alcance más limitado: “Lo que fomenta realmente son las oportunidades de trabajo y difusión, entonces digamos que es una ley de los músicos chilenos que están activos. Si hablamos de patrimonio e identidad, hay una gran cantidad de músicos que han dejado sus creaciones y no están para defenderlas. Preocupémonos de que el trabajo de los músicos vivos se inserte mejor en los medios, pero digamos las cosas completas. Dejemos de hablar de música chilena como quien habla de literatura chilena”, argumenta.
¿Los músicos chilenos han sido predominantes alguna vez en las radios?
La época de la Nueva Ola fue estelar, porque Camilo Fernández y otros productores usaron una estrategia muy inteligente, que era grabar el cover. Elvis Presley se conocía por Peter Rock cantando en inglés. Según la ley, eso sería música chilena, entonces tenemos un auge. En los ránkings salía, por ejemplo, “Baby I don’t care” y daba lo mismo que la cantara Elvis o Peter Rock. Lo importante era la canción, no la interpretación.
Es un momento interesante, hay leyes o restricciones que sobre todo apuntan al folclor, porque música chilena quiere decir folclor. Este último es un concepto que se tensiona con Violeta Parra y Víctor Jara, pero no hay dudas de que esa es la música chilena, no la Nueva Ola, Los Mac’s ni Los Jaivas.
Hay normativas desde los ’40. Con el Frente Popular y Pedro Aguirre Cerda hay una Dirección de Información y Cultura que norma la difusión de música chilena -léase folclor- en las radios, pero las radios que difundían boleros y chachachá ponían el folclor a las seis de la mañana y cumplían.
Si el mejor momento es la Nueva Ola, quiere decir que la música chilena tuvo más presencia en radios con el remedo de artistas extranjeros.
Claro, y con el neofolclor, que también fue una apuesta exitosa de Camilo Fernández. Recogió movimientos juveniles, hay muchos festivales de la canción en colegios y también hay una mayor facilidad para usar guitarras acústicas y bombos que instrumentos electrónicos. El boom del neofolclor tiene un poco que ver con esos recursos disponibles.
Además, hay nuevos géneros redescubiertos por la investigación liderada por la Universidad de Chile, hay como una renovación del folclor en torno a la tonada y la cueca. Aparece la sirilla, el cachimbo, el trote, la resbalosa. Ya no solo es la pura tonada y cueca de los grupos de huasos de los años 50.
¿Está de acuerdo con establecer una cuota obligatoria?
Mi posición es que el Estado premie antes que castigue. Si el Estado castiga, en este país hay empresas que asumen las multas. ¿Qué pasa si las radios que tienen un perfil más anglo asumen las multas y se mantienen sin el 20 por ciento? Por otro lado, las radios que ya difunden música chilena no necesariamente van a tocar a la “Eli” Morris, a Congreso, a Violeta Parra, a Héctor Pavez, a Cuncumén. Si ya están difundiendo a Los Vásquez, Noche de Brujas y Américo y eso genera audiencia, van a difundir más de eso. ¿Crees que la radio Corazón va a poner a la Francesca Ancarola a las nueve de la mañana para completar el 20 por ciento?
Le tengo mucha estima a la SCD, especialmente porque tuvo un gran presidente que fue Luis Advis, pero siento que genera una expectativa en los músicos chilenos, especialmente en los que tienen un perfil más independiente y menos tocan en la radio, que con esta ley sí los van a tocar. No vaya a ser que se difunda un poco más de lo mismo -ya vamos en un promedio de 17 por ciento- y que otras radios asuman el costo y sigan con su línea editorial.
Mejor que el Estado se ponga diciendo vamos al 30 por ciento. Si llegas a eso te devolvemos el IVA, te damos un bono, hay una cantidad de posibles estímulos. El Consejo de la Cultura por fin está preocupado de los mediadores, porque no sacamos nada con sacar discos Fondart y quedarnos con los mil discos en la casa, pero esto castiga a los mediadores. Se va a enrarecer la frágil relación entre todos los actores si castigamos y puede florecer si premiamos.
¿Es posible premiar solo la difusión de un tipo de música “chilena” o tendría que apuntar, como está en la ley actual, a los músicos chilenos?
A nivel de cuerpo legislativo, pienso que lo más claro es favorecer la difusión del trabajo de los músicos chilenos o de los extranjeros residentes, es como algo de carnet de identidad. No creo que la ley dé para mucho más.
Es súper complicado dar un incentivo económico. Ahí el Consejo de la Música y el ministerio pueden definir: el año 2015, por ejemplo, apoyamos la difusión de cantautores chilenos. Si tienes un cierto porcentaje de cantautores, desde Violeta Parra a Gepe, tienes un bono de la música chilena, que tiene que reinvertirse para que no haya lucro, con toda una normativa. El 2016 va a ser el año de la música tropical: cumbia, chachachá, música brasilera. Si llegas a esas cuotas, vas teniendo estos bonos. Creo que eso es mucho más feliz para todos los actores que una imposición.
Se hacen muchos esfuerzos con las radios, pero no con ámbitos que podrían ser tanto o más importantes, como la educación musical.
Claro. Por ejemplo, hasta hace un tiempo atrás, un pianista que se recibía en el Conservatorio tenía que tocar un porcentaje de música chilena. Ahora no, lo han cambiado a música chilena y latinoamericana. Otro ejemplo: en la Escuela de Música de la UNAM de México tenían dos cajitas iguales para dejar pedidos, una para libros y partituras en general y otra para música mexicana. El tráfico de pedidos que tiene esa biblioteca es como 50 y 50, para lo cual debes tener las partituras editadas y hacer un trabajo con los músicos muertos, con los cuales acá nadie hace nada.
Si no tomamos el toro por las astas y decimos música chilena, repertorio y patrimonio, y trabajamos solo con la gente activa en 2014, ¿quién se hace cargo desde ahora hasta la Colonia? Ahí están los repertorios y tradiciones. En Chile deben haber cuatro o cinco discos que tienen música chilena del siglo XVIII, otros siete del siglo XIX. ¿Dónde están las partituras y libros que te la enseñan? ¿Cómo vas creando esa sensación de que hay una densidad, donde han pasado un montón de cosas que merecen ser conocidas? Si no, empezamos a tener una cultura del momento.
Hay varias áreas, pero lo del 20 por ciento está instalado en la opinión pública. Todo el mundo cultural está preocupado y hablando de “música chilena” en el sentido que hablamos de otras áreas. Pero si se aprueba la ley y se otorga esa miseria, se acabó el tema de la música chilena por años. El minuto de fama de la música chilena es un mísero 20 por ciento de no sabemos qué, con una fuerza importante que busca lo coercitivo hacia los mediadores, quienes deberían ser nuestros aliados, no difundirla por obligación.
Fotos: Marianne Deygout.