Pese a que en Chile las cifras de desempleo van en disminución, buscar una oportunidad laboral no es fácil cuando un 50 por ciento de los trabajadores gana menos de 260 mil pesos, lo que no alcanza para cubrir las necesidades básicas de un grupo familiar.
Pero esto se modifica por diferentes factores, si es mujer por ejemplo, el ingreso promedio se reduce a 230 mil y varía conforme a la edad, cuando los jóvenes frecuentemente denuncian falta de opciones y los adultos acusan estar “sobre calificados” o ser muy mayores para un determinado trabajo. Estas son algunas de las discriminaciones que se viven a diario y sobre las que se pronunció el vicepresidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Norberto Díaz.
“Yo creo que somos víctimas de distintos tipos de discriminación. Hay brechas en materia de género, los hombres y mujeres no ganan lo mismo, hay brechas en las oportunidades de capacitación y formación, no son las mismas si eres hombre o mujer, pero además no son las mismas si estás en Santiago o en regiones. La gente que vive en regiones vive una doble discriminación, porque hay mucha pobreza en las regiones y porque hay menores oportunidades, no sólo de trabajo, sino que de capacitación y formación”, aseguró.
Para Karina Narbona, investigadora del Área Tendencias del Trabajo de la Fundación Sol, si bien estos son problemas reales y el país debe hacerse cargo de ellos, no son condición suficiente para dar cuenta del problema del mundo del trabajo. A su juicio, “el debate público ha estado siempre muy centrado en las visiones más conservadoras en torno al problema del trabajo y estas visiones plantean que el problema tiene que ver con el volumen de empleo, con la cantidad de empleo y el acceso a él. Entonces dicen si hay pobreza y desigualdad es porque muchos no tienen posibilidades de acceder al mercado laboral. En la fundación tenemos otra visión, creemos que el trabajo encierra precariedad”, sostuvo.
La Fundación Sol ha advertido varias veces que más allá de contar con un empleo se debe analizar qué tan precario es, mostrando la contra cara de la flexibilización laboral y la sub contratación. Para la especialista, hay diversos elementos insertos en el código laboral que consagran y acrecientan esta precariedad, como las dificultades de acceder a justas condiciones de negociación colectiva y huelga, equiparando el poder de los trabajadores y empresarios.
Por otro lado Manuel Riesco, economista del Centro de Estudios Alternativos (CENDA), afirmó que la desigualdad entre el trabajador y el uno o el 0.1 por ciento más rico de la sociedad es descarnada. Para Riesco, la principal causa de esto es el centro de la economía chilena “que no es una economía que vive del trabajo, sino que es una economía que vive de las rentas. Entonces para tener dinero en Chile no hay que trabajar, hay que tener rentas, tener por ejemplo propiedad de tierras, de recursos naturales, de agua. Eso es lo que otorga realmente el grueso a este sector de grandes ingresos”, afirmó.
Si se considera esto, afirmó, se entiende por qué el trabajo se ha degradado a este punto. Por lo mismo, indicó que la lógica debe equipararse a la de las economías modernas, es decir, basarse en el trabajo puro y dejar de vivir de la renta. En ese sentido, el economista afirmó que la renacionalización de los recursos naturales es la clave para cambiar el actual modelo.