Ricardo Brodsky: “La enseñanza de los derechos humanos es muy pobre”

Ricardo Brodsky cumple tres años al mando del directorio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, desde donde ha establecido una serie de medidas para la enseñanza de la defensa y preservación de estos, entre otros un Diplomado en Educación que realiza la entidad junto a la Universidad de Chile. Hoy nos habla de lo que significaron los 40 años del Golpe, los desafíos educacionales en el ámbito de los derechos y el nuevo ciclo político y social del país.

Ricardo Brodsky cumple tres años al mando del directorio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, desde donde ha establecido una serie de medidas para la enseñanza de la defensa y preservación de estos, entre otros un Diplomado en Educación que realiza la entidad junto a la Universidad de Chile. Hoy nos habla de lo que significaron los 40 años del Golpe, los desafíos educacionales en el ámbito de los derechos y el nuevo ciclo político y social del país.

“Una enseñanza muy pobre de los derechos humanos” es lo que existe actualmente en nuestro país.” Lo dice el director del Museo de la Memoria, Ricardo Brodsky. Las consecuencias son, entre otros, el bullying y el maltrato a los profesores, agrega. Para revertir la situación, una de las medidas ha sido la implementación de un Diplomado en Educación y Derechos Humanos, junto al Programa de Educación Continua (PEC) de la Universidad de Chile, que comenzará el próximo 3 de junio.

¿Cuál sería la importancia de programas de estudio como este para los profesores?
– La alianza que se hace con la Universidad de Chile a través del Programa de Educación Continua para el Magisterio (PEC) para la enseñanza de derechos humanos para profesores es fundamental. Nosotros en Chile tenemos una serie de recursos para la enseñanza de los derechos humanos que están subutilizados, entre ellos, todos los lugares de memoria, por ejemplo, Villa Grimaldi, Londres, Pisagua, Chacabuco, son lugares donde hubo represión, donde hubo detenidos, tortura, y no hay un programa que indique que hay que utilizar como recurso educativo estos lugares ni incluso 3l propio museo. Este diplomado entonces ahonda a la enseñanza didáctica de los derechos humanos para que los profesores cuenten con las herramientas necesarias y se transformen en activistas de la formación de los derechos humanos. Esperamos que esta sea una semilla que vamos formando año a año y que hasta aquí ha sido muy exitoso.

¿Cómo cree que es la enseñanza de los DD.HH en las escuelas hoy?
– Yo creo que la enseñanza de los derechos humanos es muy pobre y así lo demuestran los estudios. Hay uno de Isabel Mardones y que muestra que, por ejemplo, aunque hay partes del curriculum en que se propone derechos humanos o temas asociados a la memoria, los profesores prefieren no pasar esa materia entonces se demoran en capítulos anteriores y no llegan a temas conflictivos, los profesores entonces prefieren evitar que el curso se les divida, que los padres se pronuncien. Esa es una gran limitación y un gran error, ya que asimismo hay estudios y encuestas que demuestran que tanto los padres como los estudiantes tienen interés en que estos temas sean vistos, más por una formación valórica que por temas de interpretación histórica. En las violaciones a los derechos humanos están implicados valores profundos y la formación de los estudiantes pasa por la valorización de los derechos humanos, y mejor aún si esta valorización se puede hacer bajo la experiencia histórica de las propias familias de los estudiantes en la sala de clases. Se desaprovecha esta oportunidad y las consecuencias están a la vista: bullying, maltrato hacia los profesores, en fin.

¿Debiera ser parte del curriculum?
– Yo creo que hay un desafío muy grande por parte del Ministerio de Educación para introducir en el programa y en curriculum la enseñanza de los derechos humanos, que tiene que tener dos fuentes: una de nuestra propia historia, que de cierta forma se pasa en tercero medio con el período 1973 a 1990, y también la mirada más universal, como el tema de los pueblos originarios, de las minorías sexuales, o del trato que le damos a los presos en las cárcel de Chile. En ese sentido, la educación tiene mucho por dónde abordar.

¿Cómo se insertan estos necesarios compromisos en el nuevo ciclo social y político del país?
– Nosotros tenemos una esperanza grande en que el nuevo gobierno introduzca con más fuerza ésa enseñanza. Sabemos que están muy ocupados con la reforma educacional que transforme el chasis del sistema educacional y no el contenido, que esperamos esté en una segunda etapa de reforma. No creo que el gobierno de la presidenta Bachelet se pueda pronunciar en este campo, por los tiempos que requiere la misma reforma, pero estamos trabajando con el ministerio para poder introducir de forma más clara la enseñanza en derechos humanos.

El año pasado se cumplieron 40 años del golpe militar en el país, ¿cómo cree que repercutió esta conmemoración en el imaginario del país?
– Yo creo que fue muy importante la conmemoración de los 40 años porque por primera vez la tomó en sus manos no el Estado, no el gobierno, sino que la sociedad. Fueron las universidades, los centros culturales, los intelectuales, los artistas quienes hicieron presente esta conmemoración a través de múltiples iniciativas, seminarios, lanzamientos de libros, programas de televisión, entonces hubo una verdadera explosión de la memoria, de lo que representó esta dictadura. Hubo una explosión de la memoria que incluso tocó al gobierno de la época, a este presidente que hizo declaraciones fuertes a lo que era su sector político, al hablar de cómplices pasivos, por haber cerrado el penal cordillera, son acciones que fueron forzadas por la sociedad chilena y de la cual el gobierno no pudo sustraerse. Hay un antes y después de lo que significa la memoria de Chile sobre dictadura.

Como director del Museo, ¿qué siente que significa este recinto para el país, para quienes lo visitan?
– Este recinto en primer lugar es un lugar de reparación para las víctimas, ése es su sentido más profundo. De hecho, en el propio informe Rettig cuando habla de las medidas de reparación que recomienda al estado habla de construir lugares donde la historia esté representada, memoriales, en fin. Una política de estado de reparación a las víctimas. Y el significado que tiene es que el país puede mirar de frente su historia, una historia dolorosa, difícil, una historia que todavía nos divide, pero lo mira desde el punto de vista de los que sufrieron, de quienes lo vivieron. Yo creo que ése es el sentido final.

Nicole Cardoch, Programa de Educación Continua para el Magisterio U. de Chile





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