La retrospectiva “1001” Pasado, presente y quizás…, de Fernando Torm, contempla 48 de las 200 piezas que el autor realizó en vida. En ellas refleja el constante tránsito y búsqueda de expresiones artísticas y soportes, pasando por la pintura, técnica mixta/collages, series geométricas, pop art, bordados en lana, quilts, cerámica, grabados y más, acompañados de sus composiciones musicales.
Torm falleció en 2011 en Nueva York, lugar donde residió muchos años y se encuentra gran parte de su obra creativa. Sin embargo, gracias al trabajo de producción liderado por su hermana Pilar, sus trabajos se exponen desde este jueves en el Museo de Bellas Artes. La muestra incluye The past, the present & the perhaps…, pieza que dejó inconclusa y fue terminada por Pilar Torm y el curador Ricardo Loebell.
Para Loebell, el título de la muestra es la representación de lo infinito que el artista buscaba expresar, ya que “levanta la noción del tiempo a una ilusión”, pero también significa “para siempre y un día”, como dice Borges: “Mil y una es lo que persiste”, indicó.
Bajo esa mirada, el curador reafirma la idea que el artista se plantea frente al mundo desde sus emociones y bajo libre creatividad: “Tuvo la suerte de no reconocer los límites que la academia impone para dividir la disciplinas. Torm es un artista universal que se sentía muy normal. El legado que nos deja nos hace dar cuenta que él, sin querer, se pasaba de un lugar a otro. Él se abrió a una búsqueda expresiva en el arte y de manera magnífica”, señaló.
Quienes conocieron al músico y artista visual indican que su principal característica era la manera compulsiva de trabajar. Sus amigos se asombraban al ver su numerosa producción, trabajada principalmente a solas.
De su obra plástica, el curador destaca los autorretratos, en que el artista se dedica a experimentar desde la propia transformación: “Va tratando de ver su autorretrato de otra forma, y en ese gesto desarrolla la pregunta, ¿quién soy?. El artista nos invita a averiguar como se conforma esa noción de unidad y qué quiere decir con ‘yo soy Fernando Torm’”.
Respecto de la serie geométrica, el curador explica que “tiene que ver con la capacidad de comprender cómo las fuerzas se oponen, luchan, se concilian, se acomodan y se direccionan. El arte geométrico, en Torm, lo vinculo con voces simultáneas. Es un trabajo tonal, geométrico, que básicamente se podría transformar en una composición sonora. No es casual que arranque como pianista y compositor y que poco a poco transforme lo sonoro en grafía”, sentenció.
Asimismo, el autor trabaja mediante diferentes soportes y temáticas, abordando el desnudo desde lo íntimo y la propia vulnerabilidad. Asimismo, evoca a los clásicos al citar obras de la Antigüedad que se funden con obras contemporáneas.
Por otra parte, destaca también el trabajo que realizó bajo la técnica de quilts, en género, que desarrolló desde 2005 y lo llevó a vivir un algunos años en la Rivera Maya, en la península de Yucatán, México.
De su obra musical, la muestra incluye las piezas “Música innecesaria” y “Música del agua”, compuestas e interpretadas por él en piano en 1999. Torm se preparó desde los nueve años fue premiado con becas de estudio en importantes escuelas y tocó en múltiples oportunidades con las orquestas Filarmónica y Sinfónica de Chile. Además, fue galardonado en el Concurso de Piano Claude Debussy, cuando tenía 17 años de edad, y recibió el Primer Premio de Piano CRAV en dos oportunidades (1964 y 1966), entre otros.
La retrospectiva de Fernando Torm Tohá se realiza hasta el 31 de agosto en el Museo de Bellas Artes. Luego, la muestra estará en el Bodegón Cultural de Los Vilos, entre octubre y noviembre de 2014, antes de trasladarse a otras salas de exhibición.
Imagen principal: Sin título, 2003 NYC. Fernando Torm. Cortesía MNBA.