Nacionalsionismo

La nueva escalada de terror en los territorios palestinos, principalmente en la Franja de Gaza, continúa con su periplo de destrucción tras la ofensiva de las Fuerzas armadas israelitas, sumando día a día nuevos muertos y heridos.

La nueva escalada de terror en los territorios palestinos, principalmente en la Franja de Gaza, continúa con su periplo de destrucción tras la ofensiva de las Fuerzas armadas israelitas, sumando día a día nuevos muertos y heridos.

Bajo el marco de la denominada Operación “Filo Protector” las operaciones militares contra la Franja de Gaza – enclave territorial de 361 kilómetros cuadrados donde se hacinan 1.7 millones de palestinos –  tuvo su comienzo el pasado 12 de junio. Fecha en la cual fueron secuestrados y asesinados tres jóvenes israelíes. El hecho, cercano a un asentamiento de colonos judíos vecino a Hebrón, habría sido ejecutado por dos palestinos con motivos aún no aclarados, que las autoridades israelitas suponen, habría sido para canjearlos por prisioneros palestinos en cárceles israelitas. Los servicios de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina – ANP – jugaron un papel importante en la identificación de los secuestradores y el propio presidente de la ANP Mahmud Abbas condenó los crímenes,  que le significó críticas transversales desde Israel y desde el seno de Hamas.

De nada sirvió censurar el injustificable secuestro y asesinato de los jóvenes israelitas, establecer el nombre de los culpables y llamar a la pacificación por parte de la ANP, pues el plan mayor para los halcones israelitas estaba en marcha. A pesar del gesto palestino, la ola de odio e incitación a la venganza estaba lanzada y catalizada por las propias autoridades de Tel Aviv: dar caza a palestinos allí donde estuvieran “ellos no son como nosotros – sostenía Netanhayu respecto a los palestinos – Nosotros santificamos la vida, ¡ellos santifican la muerte!”. La Franja de Gaza devenía así, nuevamente, en punto rojo en el mapa de operaciones militares en los puestos de mando en Tel Aviv.

Las palizas a mujeres y  jóvenes palestinos, el cerco en los territorios ocupados, la movilización de las fuerzas armadas israelitas comenzó su itinerario, con un hito trágico y bestial, un punto de odio marcado en el barrio árabe de Shuafat en Jerusalén Este. Allí, una turba, un grupo fundamentalista israelí tomó a Muhammad Abu–Khdeir de 16 años, lo golpeó, arrastró y le hizo beber gasolina para luego bañarlo en ella y prenderle fuego.  Uri Avneri, ex diputado israelí, periodista y crítico de la influencia del sionismo en la política de su país señaló “frente al abominable crimen de un joven palestino, ¿dónde está la protesta, la indignación moral de la nación, la decisión unánime de acabar con el racismo que hace posible tales atrocidades? Los nombres de los 6 sospechosos de prender fuego al joven palestino –algunos de los cuales ya han confesado- permanecen en reserva. Todo se ha hecho para minimizar la muerte, impedir su publicación en el extranjero e incluso dentro de Israel. El nuevo estallido en la Franja de Gaza borró por completo la atrocidad …Cuando el cañón ruge, las musas callan. También la pena por un niño quemado hasta la muerte”.

Objetivo: Eliminar la unidad

El gobierno de Israel, que ha catalizado la ola de racismo que sacude a su país contra los árabes, ha aplicado también la estrategia de responsabilizar a un viejo enemigo de los males que lo asolan, de los cohetes que suelen caer en colonias judías y sobre todo de la pesadilla que significa pensar en un Estado palestino: Hamas, asignándole a este Movimiento islámico el papel de responsable de no llegar a acuerdos de paz entre Israel y Palestina por su decisión de no reconocer al Estado de Israel.  Más aún cuando ha logrado limar asperezas con Al Fatah y formar un gobierno de Unidad Nacional,  que representa un serio revés para los halcones israelitas.

El gobierno de Unidad palestino despierta recelos en Israel y explica las operaciones militares en la Franja de Gaza, donde radica la base de apoyo de Hamas. Tel Aviv presiona a Abu Mazen para romper ese gobierno de unidad y con ello la posibilidad, que tras dos lustros de luchas intestinas entre los dos principales referentes palestinos: el movimiento Hamas y Al Fatah, la unidad encuentre el objetivo mayor: lograr la autodeterminación del pueblo palestino.

El primer gobierno de reconciliación nacional palestino juró el pasado mes de junio en la ciudad  cisjordana de Ramala, conformándose un gabinete de consenso compuesto por 17 ministros, cinco de ellos de la Franja de Gaza, con el objetivo de preparar las elecciones generales, posiblemente a inicios del año 2015. De carácter tecnócrata, el Gobierno estará encabezado por el actual primer ministro en Cisjordania, Rami Hamdallah, que asumirá también la cartera de Interior. “Es el fin de la escisión del pueblo palestino que ha hecho un daño catastrófico a nuestros objetivos”, ha afirma Abu Mazen, dejando atrás lo que ha llamado “página negra”. Tanto Hamas como  el mayoritariamente laico Al Fatah, se enfrentaron y dividieron en 2007, en una decisión que fragmentó aún más a Palestina. Desde aquel año Hamas  controla la Franja de Gaza, mientras Al Fatah domina Cisjordania, separados ambos por Israel.

Israel denunció este gobierno de unidad sosteniendo que la incorporación de Hamas genera un clima de fortalecimiento del terrorismo ya que el grupo islámico no reconoce a Israel como Estado. Por su parte, Estados unidos, como socio fundamental de Tel Aviv declaró, a través de la polémica portavoz del  Departamento de Estado estadounidense, Jen Psaki, que su país va a colaborar con el nuevo gobierno y vigilará que se cumpla con una serie de exigencias: Reconocer el Estado de Israel, la deposición de las armas y la aceptación de los acuerdos internacionales previos.

El líder de Hamas, Ismail Haniyah, elogió la instalación del gobierno de Unidad pero dejó en incómoda posición al Rais palestino al señalar que “aplaudimos la histórica unidad palestina pero nunca reconoceremos a Israel. El nuevo Gobierno de reconciliación no provocará la renuncia a la lucha armada de Hamas” palabras destinadas a dar un guiño al núcleo duro de este movimiento.

El gobierno de Unidad nacional no sólo hay que entenderlo en clave política, sino también económica pues la Franja de Gaza vive una paupérrima situación económica y estratégica, donde Hamas ha perdido apoyo de aliados tradicionales, además de vivir pésimas relaciones con el nuevo gobierno egipcio cuyo ejército no sólo derrocó al gobierno aliado de Mohamed Mursi, sino que también destruyó la mayoría de túneles de contrabando entre el Sinaí y Gaza.

Los Palestinos y sus entidades políticas y militares están plenamente conscientes, que al margen de sus diferencias, existe un objetivo principal: la unidad nacional palestina que los conduzca hacia la construcción del Estado palestino, postergado, frenado, combatido una y otra vez “lo primero es la unidad nacional sostiene el sociólogo y cientista político Emir Sader, para expulsar al invasor. Objetivo que va acompañado de la necesidad de contar con sectores en Israel,  que comprendan que no vale la pena ocupar Palestina por las incertidumbres que trae aparejado para los mismos israelitas. Hoy, la construcción del Estado palestino está en punto cero. Existe el acuerdo de reunificación entre Gaza y Cisjordania, pero Israel afirma que no negocia con un gobierno nacido de ese acuerdo, porque Hamas no reconoce al Estado de Israel”

Ello explicaría en gran parte que Israel acuse a Hamas de estar detrás del secuestro de los jóvenes israelitas y de afectar la seguridad de sus fronteras con el lanzamiento de cohetes desde suelo gazatí. Dicha denuncia fue el punto de partida para que se pusiera en marcha el engranaje militar israelí y su nombre de fantasía “Filo protector”  con el objetivo prioritario de destruir los sitios de lanzamientos de cohetes y a su vez ejecutar acciones de  represalia – según la denominación de Tel Aviv – contra los habitantes de Gaza, bajo cuyo alero se esconden según Netanhayu, los milicianos de Hamas.

La imputación a Hamas no ha podido ser probada e incluso ha trascendido,  que podría ser parte de una operación del Mossad, destinada a avalar el inicio de operaciones militares que permitan la destrucción de la base de apoyo a Hamas en Gaza y presionar a la ANP y Al Fatah, que gobierna en Cisjordania,  para romper el gobierno de Unidad Nacional formado en el mes de junio “El secuestro de los tres jóvenes se produjo en el momento más propicio para Israel, el momento políticamente más conveniente para Netanhayu y donde además nada aporta al Hamas.», señalaba el Zürcher Tagesanzeiger citando al experto en temas de Oriente Medio, Pascal de Crousaz.

El analista Gerhard Wisnewsky en un interesante artículo publicado en red Voltaire señaló que la hipótesis del asesinato de los tres jóvenes israelíes ya había sido mencionada, en el marco de una reunión, por el jefe del Mossad… una semana antes del secuestro.  “En efecto, el 12 de junio de 2014, en medio de la querella sobre la posible adopción de una nueva ley de seguridad, el jefe del Mossad, Tamir Pardo, lanzó la siguiente interrogante: “¿Qué pasaría si, dentro de una semana, fuesen secuestrados 3 jóvenes de 14 años en una de las colonias? Exactamente una semana después, tres jóvenes israelíes fueron secuestrados. ¿Casualidad? ¿O fue el propio Mossad quien montó el secuestro? Cada vez que el gobierno israelí se mete en un callejón sin salida, sus enemigos acuden al rescate para sacarlo de dificultades…”

Para Wisnewsky esta conducta israelí “Es una marca de fábrica: en cuanto Estados Unidos presiona a Israel para que abandone las colonias o detenga la construcción de nuevas colonias… estalla alguna bomba. La comunidad internacional arrincona a Israel y… ¡bum! estalla otra bomba. La comunidad judía de Argentina se vuelve antisionista… y vuelan en pedazos la embajada de Israel y el centro de la comunidad judía en Buenos Aires. Y ahora, en el momento en que el mundo entero aplaude la reconciliación entre el Hamas y al-Fatah, Israel se vuelve loco: tres jóvenes israelíes son secuestrados e Israel emprende una razzia brutal en Cisjordania y ataca la Franja de Gaza”.

Gaza y Cisjordania son un ghetto

La ley del ojo por ojo, diente por diente aplicada por el gobierno israelita contra el pueblo palestino está siendo visualizada por la comunidad internacional como una conducta permanente, habitual y cada día más brutal de las fuerzas de ocupación del territorio palestino. Una política de Estado que se parece cada vez más – por muy duro que ello suene – a los métodos nazis ejercidos contra el propio pueblo judío: limitación en sus movimientos, ocupación de su territorios, ejecuciones ilegales, detenciones arbitrarias, torturas efectuadas en forma metódica y rutinaria, demolición masiva de viviendas palestinas en los territorios ocupados, destrucción de bienes, animales y olivares, confinamiento de la población palestina en ghettos y la expulsión de su territorios entre otras medidas punitivas.

La Franja de Gaza y Cisjordania hacen recordar el ghetto de Varsovia: un  muro que los encierra y limita en sus desplazamientos. Puestos de control militar, bloques de hormigón en las carreteras para dificultar el acceso de vehículos desde y hacia los pueblos palestinos, zanjas, vallas de tierra, escombros, tierra arrasada, restricciones de movilización , económicas, alimentarias y de energía. Nada sale ni nada entra en Gaza, en materia de bienes y personas si Israel no da su venia.

Se une a ello la decisión de Tel Aviv, en junio del 2002, de comenzar la edificación de un muro que al día de hoy tiene una longitud de 723 kilómetros a un costo de 3.500 millones de dólares, construido en un 80% en tierras palestinas y que corta la Cisjordania separando a las familias e impidiendo a su población el acceso a sus lugares de trabajo, a sus escuelas y hospitales. Un muro similar al que el propio Israel ayudó a construir en los territorios ocupados de la república Árabe Saharaui democrática y que separa a los habitantes de los territorios liberados de aquellos ocupados por la Monarquía Marroquí. La paradoja de una nación musulmana hermanada con Israel a través de los muros de la vergüenza.

El caso fue remitido a la Corte Internacional de Justicia de la Haya, que el 9 de julio de 2004 dictaminó que: la construcción del muro israelí en Cisjordania es ilegal, viola los derechos humanos, constituye un anexión de hecho de territorio palestino, no se justifica por razones de seguridad, se deben pagar compensaciones a los palestinos. Los Estados del mundo están obligados a actuar contra el muro y la ONU debe tomar acciones. Pero, Israel se ríe día a día de estas decisiones y sigue, bajo el amparo y protección de Estados Unidos construyendo más kilómetros de un muro que ha convertido a Cisjordania en un Ghetto. Las victimas de antaño han devenido en victimarios.

Para el Dr. Norman Finkelstein, un cientista político y estudioso del conflicto judío- palestino (judío él e hijo de víctimas del nazismo) en una interesante conferencia, que circula masivamente por las redes sociales, fue interpelado por una llorosa joven judía que criticaba la comparación que hacia Finkelstein de la política israelí y los nazis. “No existe nada más despreciable, sostiene Finkelstein,  que usar el sufrimiento y el martirio de las víctimas del nazismo para intentar justificar la tortura , la brutalidad, la demolición de hogares que Israel comete diariamente contra los palestinos y por eso me niego a ser intimidado o presionado por las “lágrimas de cocodrilo” si tuvieras un corazón dentro tuyo, le dijo Finkelstein a la sollozaste joven judía “estarías llorando por los palestinos no por lo que tú le has hecho”.

Para el gobierno israelí el que se diga que su política puede tener una similitud con el nazismo,  que significó la muerte de 6 millones de judíos resulta inaceptable. Tal aseveración,  para los políticos israelitas carece de fundamento pero, los porfiados e irrefutables  hechos, las consecuencias de operaciones militares bajo los nombres de : “Días de Penitencia” del año 2004, pasando por la sangrienta operación  “Plomo Fundido” del año 2008 que generó 1.300 muertos y 5 mil heridos hasta la actual “Filo Protector” que al cierre de esta edición contabilizaba 330 muertos principalmente civiles; demuestra que la desproporción, la represión, el poder de fuego israelí va más allá de utilizar “métodos defensivos” como afirma el gobierno de Benjamín Netanhayu, ha establecido una política de Estado destinada a sojuzgar en todos los ámbitos a la población palestina y así el símil se hace más evidente.

Emir Sader corrobora lo sostenido por los críticos de la política sionista en Palestina “Lo más difícil es ser víctima de las víctimas, sostenía el intelectual Edward Said, para expresar una de las dimensiones de los obstáculos que encuentran los palestinos, para luchar contra la ocupación israelí de sus territorios…todos deberían ir a Palestina, a Cisjordania y si lo logran,  a Gaza, para tener idea de lo que es vivir  bajo la ocupación de un ejército racista, para ver lo que significan cotidianamente los muros que separan a vecinos, a familiares. Ver a mujeres palestinas que deben recorrer largos kilómetros para cruzar al otro lado sometidas al arbitrio de jóvenes militares racistas. Los mismos que salen en las noches para destruir bienes de los palestinos, arrancar de cuajo olivares que tardan un siglo para crecer”

La pregunta que surge en este escenario de un conflicto desbalanceado es ¿Qué pretende Israel? ¿Que el pueblo palestino siga sojuzgado y no reaccione frente a una política de Estado que coarta sus libertades? Con esta conducta, sostienen los críticos a la política israelí contra los palestinos- dominada por la ideología confesional del sionismo se empuja – en un calculado plan  – a que la sociedad palestina, cansada de esta situación entre en una espiral de desesperación, que justifique así las acciones de represalia bárbaras y brutales de las autoridades israelíes y consideradas, en ese marco, como lógicas y razonables frente a los levantamientos palestinos. Para ello se cuenta con la bendición de Washington e incluso gobiernos como el de Egipto. Para ello cuenta con una Palestina dividida en bantustanes al estilo del apartheid sudafricano y con la creación de enormes campos de concentración llamados Franja de Gaza y Cisjordania.

Sólo en la última década las ofensivas militares de Tel Aviv han causado la muerte de 2.100 palestinos y 15 mil heridos, frente a la veintena de muertes de ciudadanos israelíes. Por cada muertos israelí el gobierno de ese país ha respondido con 100 muertos palestinos, el 80% de ellos civiles. Visto así, resulta imposible hablar de una guerra cuando el desbalance es abrumador a favor de un país que cuenta con el ejército mejor equipado de Oriente Medio, con un arsenal que incluye armas nucleares, que cuenta con aviación dotada de aparatos de última generación y una Marina que le da pleno dominio del levante mediterráneo.

Para los críticos del sionismo y su política respecto a Palestina no se puede seguir hablando de Israel como la única democracia de la región cuando su comportamiento como potencia ocupante revela una conducta genocida, violatoria de los derechos humanos de la población palestina y frente a la cual ha resultado imposible aplicar las resoluciones condenatorias de las Naciones Unidas. Contra Israel no hay bloqueos comerciales, militares o políticos. Contra Israel no se decreta restricción de su espacio aéreo,  hasta que cese el bombardeo de la población civil. Contra Israel no se define una operación multinacional para derrocar un gobierno que reprime y viola los derechos humanos de millones de palestinos.

La pregunta que surge frente a la doble moral  de los gobiernos occidentales respecto a la política israelí contra el pueblo palestino, resuena con fuerza ¿Quién es capaz de detener la masacre, por parte de estos gobiernos, entusiastas a la hora de intervenir en Libia, Egipto, Irak.  Preparados y unidos para tratar de destruir a Siria y sin embargo frente a las acciones punitivas del régimen israelí callan en forma cómplice.

Finkelstein. Uri Avnery Noam Chomsky, son alguno de los nombres que junto a miles de judíos no sionistas e israelíes demócratas muestran la forma de enfrentar la política israelí contra el pueblo palestino y denunciar que la tierra de Israel no es “desde el Éufrates hasta el Nilo”; como reza el conocido lema sionista, sino que es parte de una  tierra que necesita la paz más allá de los intereses en juego. Y en ello, lógicamente Hamas y sus líderes tienen también una enorme responsabilidad.





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