Dos semanas duró la luna de miel de la prensa brasileña con la candidatura presidencial de la ecologista Marina Silva. Con el sorprendente ascenso en las encuestas de la aspirante del Partido Socialista Brasileño (
PSB), que amenaza ahora con derrotar a la presidenta Dilma Rousseff incluso en la primera vuelta de los comicios del 5 de octubre, los principales medios escritos del país se lanzaron ya a deconstruir sus propuestas de “nueva política”, a examinar más a fondo sus acciones y a exigirle definiciones concretas.
“El simbolismo personal de la candidata hace que sus oscilaciones se disuelvan en el debate, pero las ambigüedades deben ser esclarecidas”, escribió ayer en un editorial el diario Folha de S. Paulo, en el que alertó sobre la “mística marinista”.
Las críticas llegan, luego de que Silva, el 20 de agosto asumió la candidatura del PSB tras la muerte del socialista Eduardo Campos en un accidente aéreo la semana anterior, presentó su plan de gobierno y difundió luego urgentes notas aclaratorias sobre dos temas allí defendidos: el matrimonio entre personas del mismo sexo y el impulso a la energía nuclear.
Según su campaña, la inclusión de ambos asuntos fue un “error de redacción” y se especificó que Silva no pretende avanzar más allá de la “unión civil” para gays, a la vez que prefiere invertir en energía eólica y solar en vez de en reactores nucleares. Entre bambalinas se apuntó que el episodio dejó en claro las grandes diferencias que hay entre el PSB y Silva, que a principios de año había visto frustrada su intención de formar su propio partido, la Red Sustentabilidad. Las fricciones llevaron ya a la salida de tres importantes figuras socialistas que actuaban en la campaña de Campos y que afirmaron que era imposible trabajar con Silva.