“Claramente son dos demandas muy distintas”, concuerdan los analistas al contraponer este nuevo litigio a la demanda peruana. Esta trataba sobre límites marítimos; Perú argumentaba que no existía el límite y que había que acordarlo, mientras Chile sostenía que sí había uno fijado hace años. La diferencia con la demanda de Bolivia es que ésta sí incide en el territorio, porque se pide un acceso soberano al mar y, por tanto, conceder soberanía.
Bolivia sostiene que Chile, a lo largo del tiempo y de diversas conversaciones, habría prometido esta salida soberana. En ese sentido, la académica de la Universidad de Chile y asesora del equipo jurídico ante La Haya, Astrid Espaliat, afirmó que la demanda peruana se desenvuelve en una petición, “por así decirlo, bastante simple” y que, en cambio, Bolivia apunta al efecto jurídico de las conversaciones aludiendo a los llamados “actos unilaterales de los Estados”, como se conoce en derecho internacional.
“Los actos unilaterales están sujetos a una mayor interpretación que aquellos que están sujetos a una mayor interpretación que aquellos que están sometidos a tratados porque el tratado en definitiva es un texto escrito donde el proceso de interpretación, de alguna manera, está restringido a lo que el tratado expresa. Los actos unilaterales en cambio conducen a un ámbito en que hay que separar lo que es estrictamente político de lo que es jurídico y esa es una labor de interpretación un poco más compleja”, afirmó la especialista.
La postura boliviana tiene una expresión comunicacional y diplomática relevante, lo que ha podido verse cuando el mismo presidente Morales ingresó la demanda en la Corte, muy seguido por los medios de comunicación, y también existe una labor diplomática encargada al ex presidente Carlos Meza, como representante para dar a conocer ante distintas instancias y gobiernos la posición de Bolivia, afirmó la especialista y añadió que “eso naturalmente obliga a Chile a plantear su punto de vista ante esas mismas instancias”.
Bolivia ha desarrollado una política exterior bastante consistente y generado empatía en distintos países lo que, según sostuvo Paz Milet, analista del Centro de Estudios Internacionales (IEI) de la Universidad de Chile, complica la defensa nacional.
“Es bastante difícil desde la argumentación, contrarrestar cuando Bolivia plantea, y lo planteó en el Libro Azul de 2004 y ahora en el Libro del Mar, que hay una serie de hechos que repercuten de consecuencias de la mediterraneidad. Hay hechos concretos, como que digan: ‘Perdimos el territorio donde está el sueldo de Chile, donde está el cobre. Perdimos nuestro índice de desarrollo humano, el PIB’ pero te dicen ‘hay una cualidad marítima que nosotros perdimos, una cualidad que es esencial para nuestra identidad como país”.
Según expone Chile, en su presentación Bolivia ha minimizado el tratado de 1904, mientras la defensa chilena ha centrado su posición en él. En su favor señala que le ha concedió a Bolivia una serie de derechos, que ha estado ejerciendo y que ha significado que éste país tenga acceso a puertos chilenos, razón por la que Chile ha estado recalcando la importancia de ese tratado.
De hecho el Canciller, Heraldo Muñoz, apuntó hacia allí en su nota de reserva ante las últimas declaraciones de Morales al afirmar que “efectivamente Bolivia goza de acceso al mar con todos los beneficios y garantías que no tienen ni siquiera los empresarios chilenos o terceros países de libre tránsito por el territorio y el puerto”.
Pese a esto, Paz Milet afirma que hay que ver más a fondo porque ambos “van a seguir siendo países vecinos”, como con Perú. Para ella las demandas “dan cuenta de la necesidad de construir vínculos más efectivos con nuestros hermanos del norte, ya que vemos como el peso de la herencia histórica se hace visible en la relación” y que “más allá de los avances que se pudieran haber dado en los últimos años, falta dar mayor profundidad y desarrollar otras áreas importantes que nos permitan dar un cambio cultural en la vinculación”.