Incógnitas en las singulares elecciones de Brasil


La gran sorpresa de la elección presidencial brasileña del domingo 5 fue el tercer lugar de la candidata Marina Silva. El pase a segunda vuelta de Aécio Neves, ¿podría dar lugar a la derrota de quien  llegó primera, la  actual Presidenta Dilma Rousseff? Esta y otras interrogantes se las planteamos  al periodista Luiz Renato Martins, 61 años, profesor doctor a tiempo completo en la Universidad de Sao Paulo.

¿A qué atribuye que Marina Silva se haya desinflado tanto y que Aécio Neves la desplazara del segundo lugar. ¿Qué pasó finalmente con el apoyo del empresariado previsto a la candidata ecologista, negra y amazónica y supuestamente más izquierdista que Dilma?

Empiezo por el final. Marina no tenía ni política ni económicamente nada de más izquierdista que Dilma. Combinó su discurso ambiental  con una plataforma económica abierta e explícitamente neoliberal, acercándose a economistas monetaristas vinculados al plan Real y al ex presidente  Fernando Henrique Cardoso. La estrategia de Dilma fue mostrar que el discurso económico de Marina era el mismo del mercado financiero. Además, las contradicciones personales de la candidata, su inconsistencia política, su fragilidad psíquica y el hecho  fue también atacada por Aécio Neves, cuando éste vio que Marina le quitaría el paso al segundo turno: todo eso completó su demolición.

No había ningún apoyo previsto del empresariado a Marina Silva. El gran empresariado, que tiene negocios con el gobierno es más pragmático que otra cosa, y sigue haciendo las principales donaciones financieras a Dilma y al Partido de los Trabajadores, PT, aunque también haga donaciones a los demás, para no correr riesgos de incompatibilizarse con quien alcance el gobierno.

luiz renato martins

Luiz Renato Martins, periodista y doctor de la Universidad de Sao Paulo.

-¿Qué posibilidades reales hay que Neves le gane a la actual Presidenta en segunda vuelta? ¿Qué  tan a la derecha de Dilma se sitúa el candidato social demócrata en el espectro político brasileño?

Hay posibilidades reales de que Neves gane, aunque no sea lo más probable. La campaña y la disputa electoral van ser muy feroces e interesantes. La fuerza y la experiencia demostrada por la campaña reciente de Dilma, contra Marina (quien fue impulsada por los medios), y la fuerza electoral retrospectiva general del PT en todas las ultimas elecciones tienen su peso, pero un error en una disputa feroz puede ser fatal. Las diferencias político-económicas son sensibles principalmente del punto de vista de la población y de las clases sociales. Dilma está vinculada a las políticas bonapartistas, cepalinas o keynesianas, como se quiera llamarlas. Aun que existan las especificidades de la expansión semi-imperial de la economía brasileña, hace parte de la constelación de gobiernos compuesta por Kirchner, Morales, Chávez y Correa.  Desarrolla una política asistencialista que le vale gran apoyo de los pobres.  Aécio, por su lado, expresa el ideario general de las capas medias altas y altas de que el Estado no debe ser asistencial (sino que atenerse a los negocios de la burguesía), aunque ahora, en la campaña, pase parte importante de su tiempo a decir que no va cancelar los programas de asistencia a los pobres, que hicieron la fortuna política de Lula y del neopetismo gobernamental (mucho menos combativo que el de los años 80). Del punto de vista afectivo, Aécio produce una empatía inmediata en las capas medias altas y altas por su jovialidad de play-boy, bon vivant y heredero de un apellido ilustre de la política brasileña, mientras que la severidad jacobina de Dilma la hace muy poco aceptable para estas capas sociales privilegiadas.

– Qué factor jugó en favor de Dilma, miedo a una incierta Marina, la herencia de Lula que aseguraba la continuadora del PT, de los desmarcamientos  de los empresarios, su desempeño en los debates,  todo esto pese a la corrupción en su gobierno?

Jugaran en favor de Dilma la herencia de Lula y la continuidad de los programas sociales del PT; jugó también en su favor la escala, la eficiencia y la combatividad de su campaña electoral, y aunque no sea por nada buena oradora, la solidez de Dilma en los debates. Hay que resaltar que la estrategia de Dilma, después de la ascensión de Marina, pasó por una considerable izquierdización retórica. La campaña se convirtió en una guerra simbólica entre pobres y ricos, y la estrategia de Dilma fue eficiente en vincular las posiciones de Marina a aquellas de los bancos. Se dice que un ministro de Dilma habría comentado: “Campaña y Dilma aparece más izquierdista que Luciana Genro” (la candidata del PSOL (partido socialismo y libertad), la disidencia de izquierda que se fue del PT, cuando éste alcanzó la presidencia de la República. Claro que esto va tener consecuencias si Dilma gana…El  segundo  gobierno de Lula, después de una campana, también marcada por la izquierdización, fue menos neoliberal que el primero. Por ultimo, es equivocado atribuir corrupción al gobierno Dilma. Los casos de corrupción que se descubrieron, gracias al rigor de las investigaciones sustentadas por el gobierno de Dilma, vienen del gobierno de Lula, y no son nuevas en el escenario brasileño. Señalan la aceptación de Lula de que la condición de pactos en el Congreso es aceptar y dividir la corrupción que es la regla del estamento político brasileño, como de varios otros países. De otro lado, las acusaciones de corrupción son un discurso tradicional del conservadorismo latino-americano, pues le cuesta mucho hablar de otras cosas.

¿Cómo quedan las fuerzas políticas a partir de las elecciones generales para dar gobernabilidad a Dilma o Neves? ¿Qué posibilidades hay de una alianza entre social demócratas y socialistas y de que Neves conquiste los votos de Marina en el ballotage?

En lo que se trata de la gobernabilidad futura, las alianzas en el Congreso brasileño se construyen a partir de tráficos financieros y de poder. La compra y venta de apoyos en el Congreso es abierta. Fue así que Lula y el PT conquistaron el apoyo de gran parte de la derecha histórica que estuvo vinculada al régimen militar y que constituyen los llamados “caciques” o “coroneles” de la política brasileña. Desde Sarney y Delfim Netto, pasando por Maluf hasta Collor, todos ellos constituyen hoy adeptos de Lula, quien aprendió a “hablar el lenguaje contable” de estos señores. Sin embargo, va a ser curioso examinar la conducta de Dilma con el Congreso, si gana. ¿Que tipos de acuerdos de gobernabilidad va a proponer?

En cuanto a la campana electoral, es probable que Aécio conquiste el apoyo personal de Marina y de varios de sus colaboradores neoliberales; es posible también que conquiste el apoyo de ciertos sectores del partido Socialista, que ya están aliados con el partido Social Demócrata en gobiernos regionales, como el de S. Paulo. Por otro lado, hay sectores históricos del PSB, como el presidente del partido Roberto Amaral, e incluso algunos colaboradores antiguos de Marina que guardan proximidad con el PT. Es probable una fragmentación y manifestaciones de carácter individual. Marina quedó muy herida por las críticas que surgieron del PT, de Dilma y de Lula. Si reacciona emocionalmente va a aliarse con Aécio. Por otro lado, ésta no es una cuestión clave o decisiva.

El establishment político en Brasil tiene poca influencia en el electorado. Además, los tiempos televisivos son ya fijos y establecidos y en este plano ya no importan las alianzas. De todos modos, las estructuras del PT y del PMDB (el partido Democrático del vice-presidente Temer) son más amplias que las de todos los demás partidos brasileños.  A esto se suma el hecho de que no hay otro político  con el poder e influencia de de Lula.

Sin embargo, al final de cuentas, lo decisivo se va a jugar en la guerra social y simbólica que ya se desencadenó. En ella los medios son más importantes que los políticos y los partidos. Los medios tradicionales, los grandes conglomerados, están todos del lado del PSDB, en tanto las redes sociales actúan en favor del PT. Estos factores intervendrán, por cierto. Lo más importante y decisivo, sin embargo, es que la conciencia de guerra de clases es hoy generalizada y esto es una señal de avance histórico del cuadro político brasileño, frente a su tradición histórica de conciliación y enmascaramientos.





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