Estimado Sr. Director:
El lazo afectivo madre-hijo, y lo pueden decir los expertos, es irremplazable, es trascendental para el hijo, en el desarrollo de su personalidad, su autoestima, su equilibrio emocional, etc. Involucra para ambos la necesidad de una cercanía estrecha en la cotidianidad. En ella, se consagra un sentido de protección único y extremo, propio de la madre que engendró y dio a luz a ese hijo. Ese vínculo seguro no debiera ser quebrantado jamás. Lo anterior, al menos hasta que el menor tenga la edad suficiente que le permita expresar sus miedos, sus necesidades, su voluntad.
Un padre, obvio tiene derecho a mantener el vínculo con el hijo. Debe verlo, compartirlo, disfrutarlo. Pero esto no puede quebrantar esa conexión madre-hijo, separándolos. Pienso que el ente legislador ha actuado con una desnaturalización incomprensible. No creo que ningún Juez o legislador, en una mirada retrospectiva, apruebe que lo hubieran separado de su madre a temprana edad en virtud a una cuestión meramente legal. Creo, no les ha importado el daño emocional y psicológico que le ocasiona al niño la separación de su madre y han borrado de un plumazo todos los estudios y recomendaciones de psicólogos y expertos sobre el tema. Para un niño, el beso de buenas noches de su madre vale más que cualquier ley deshumanizada que a su corta edad aún no logra entender.
Finalmente, la aplicación de esta ley en lo que va transcurrido y en lo referido al quebrantamiento de dicho sublime y estrecho vínculo, me parece torpe y brutal.
Atte., Pablo Villasol.
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