Las acciones del grupo terrorista takfirí EIIL (Daesh en árabe) continúa con su orgía de muerte, destrucción y generación de inestabilidad en Oriente Medio.
Tras cinco meses de acciones militares en Irak, desde que Daesh instaurara su denominado califato en junio de este año 2014 y con ello ampliara su campo de acción desde el noreste Sirio al norte y centro de Irak, el número de muertos a manos de esta organización terrorista llega a 5 mil, principalmente kurdos, izadíes, chiíes y miembros del Ejército. Con el control de las regiones tanto en Siria como en Irak, este grupo terrorista maneja importantes centros de producción de petróleo, que le han generado ganancias estimadas en dos millones de dólares diarios, convirtiéndolo, en la mayor organización terrorista en materia de recursos financieros.
En las zonas donde opera Daesh, ricas en reservas de petróleo, con mayoritarias comunidades kurdas y una posición estratégica con respecto a Turquía, Jordania e Irán, las milicias takfirí desarrollan un plan de acción digitado allende Oriente Próximo, que refleja el modelo de desintegración que las grandes potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos han diseñado para la zona: desestabilizar el Gobierno sirio de Bashar al-Asad, dividir Irak en tres zonas étnicas y religiosas (Kurda, Suní y Chií) y al mismo tiempo dar los pasos necesarios para cercar al gobierno de Teherán, en esta escalada global de objetivos geoestratégicos, que suma también a Rusia como blanco de ataque.
La lógica irracionalidad
Estado Islámico se entiende en la lógica de los objetivos estratégicos de Washington y sus socios occidentales, junto a la labor desempeñada por sus Estados clientes en la zona: Arabia Saudí, Turquía, Jordania, el régimen de Israel y las monarquías árabes del Golfo Pérsico, con el objeto declarado de debilitar o definitivamente eliminar al eje de países y movimientos que ofrecen resistencia a estos afanes de dominio encabezados por Washington en la región. Nos referimos a Siria, HAMAS en Palestina, Hezbolá en El Líbano, la República Islámica de Irán, las fuerzas chiíes resistentes a los regímenes de Yemen, Irak, Baréin y Arabia Saudí. Todo ello en un marco regional más amplio que implica quitar protagonismo y/o frenar los avances de Rusia en la zona y el papel que cumple con China en el Consejo de Cooperación de Shanghái, además del papel desempeñado como miembros e los países del BRIC. En Siria, en Irán, en el combate a Daesh se juega algo más que el combate a las acciones criminales de este grupo.
La estrategia de Estados Unidos, aparentemente dotado de cierta irracionalidad, según ciertos análisis, carecen de la visión sobre el fondo de la presencia y sus planes en Oriente Próximo. Como prueba de esa “irracionalidad” algunos analistas se preguntan el cómo entender que se conforme una organización, como Daesh, se le financie y apoye, para luego transformarla en enemigo. Eso, más allá de las dudas o acusaciones de manejar criterios de teorías conspirativas, tiene una lógica implacable: es parte del ajedrez regional. Para el analista Ismael Husein Zade “Los observadores geopolíticos de la turbulencia de Oriente Próximo tienden a culpar del caos que asola a la zona al presunto fracaso de las políticas “contradictorias”, “incoherentes” e “ilógicas” de los Estados Unidos. Sin embargo ese caos, en realidad, representa el éxito, no el fracaso de esas políticas que han sido diseñadas por los beneficiarios de la guerra y las aventuras militares en la región y más allá. Mientras que las políticas estadounidenses en la región son ciertamente irracionales y contradictorias desde el punto de vista de la paz internacional, o incluso desde el punto de vista de los intereses nacionales de ese país en su conjunto, son bastante lógicas desde el punto de vista de los beneficiarios económicos y geopolíticos de la guerra y de las hostilidades internacionales, es decir, para el complejo militar-industrial y los defensores sionistas militantes del “gran Israel”.
En ese plano, el movimiento salafista es combatido, no por Occidente, los muertos no los pone Estados Unidos, ni sus socios regionales. Daesh es combatido abiertamente sólo por el Ejército Sirio, Voluntarios de Hezbolá, las Milicias Peshmerga Kurdas y el Ejército Iraquí. Son ellos los que llevan el peso de las acciones militares. A pesar de la intensa campaña comunicacional occidental, que pretende hacer creer que Washington y sus socios son los que encabezan la lucha contra Daesh. Los ataques aéreos de la coalición internacional, que no pasa de ser un nombre ampuloso, no ha generado daño alguno a la zona, quien con su estrategia de movilidad suele ofrecer blancos carentes de valor para los bombardeos aliados. Operaciones aliadas, cuantificadas a un costo de 7.5 millones de dólares y que más que destruir a las milicias takfiríes, han significado beneficiar a las empresas de armamentos estadounidenses, que encontraron en esta guerra impuesta, el mercado que había mermado por el fin de las operaciones a gran escala en el teatro de guerra en Irak y Afganistán.
Siria ha sido escenario, desde marzo del 2011, de una constante agresión, enmarcada en principio en lo que los medios de comunicación occidentales denominaron “Primavera Árabe” que poco a poco fue develando que tras esta idea se encontraba la estrategia militar de Washington del Leading From Behind, es decir no involucrarse directamente, sino que usar testaferros que realizaran el trabajo sucio. Por ello, movimientos terroristas como el Frente Al- Nusra, Daesh, ramas de Al-Qaeda y el denominado Ejército Libre Sirio (ELS), fueron armados y financiados por Estados Unidos y sus aliados saudíes, principalmente, para derrocar al Gobierno de Damasco. Y, tal como había sucedido tanto en Afganistán, como en Irak, el hijo putativo terminó convirtiéndose en un monstruo.
Prueba de la injerencia de Estados Unidos y aliados de este en la agresión contra Siria, Damasco a través del representante permanente de Siria ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Bashar al-Yafari, reveló el pasado miércoles 18 de noviembre un documento, firmado por el Ministerio saudí del Interior, donde se ordena al director de Prisiones de la monarquía saudí que ponga en libertad a los presos y criminales condenados a penas máximas, a fin de que luchen contra el Gobierno sirio de Bashar al-Asad a cambio de su libertad. El Gobierno francés, por su parte reconoció que medio centenar de ciudadanos de ese país, pertenecientes a las filas terroristas de Daesh, han muerto desde el año 2001 a la fecha.
El primer ministro francés, Manuel Valls señaló, además que “existen un millar de franceses que se han unido a los grupos terroristas como Daesh, que combaten en Siria. Declaraciones efectuadas tras el reconocimiento de París, que uno de los verdugos que decapitaron a 18 soldados sirios es un ciudadano francés. Además de estos ciudadanos galos la Unión Europea (UE) ha reconocido que unos 500 británicos, 400 alemanes y 200 belgas forman parte de estas bandas terroristas. En el plano de evitar nuevas incorporaciones de ciudadanos extranjeros a las filas takfirí las Naciones Unidas que cifra este número en 15 mil combatientes de 80 países ha señalado que “hay que dotarse de una estrategia que contrarreste el reclutamiento y la globalización del horror de los actos terroristas del grupo salafista”. Pero, al mismo tiempo la ONU reconoció que esta explosión de incorporaciones se fundamenta en “la marginalidad y la discriminación que sufren los jóvenes musulmanes en los países europeos abusos que según el alto funcionario internacional, no sólo son inmorales, sino también contraproducentes”.
El factor Kurdo
Una de las zonas donde el teatro de operaciones contra Daesh ha tenido mayor difusión es la ciudad de Kobani en Siria, donde los ataques sostenidos contra las fuerzas de Daesh por parte de los peshmerga, las unidades de defensa Popular (conformada por kurdo-sirios) el Ejército sirio y combatientes de Hezbolá y unidades, incluso de la oposición siria han logrado ir, poco a poco haciendo replegar a las fuerzas salafistas de los distintos barrios de la ciudad. Estas acciones se unen a los combates en Mosul, la segunda ciudad en importancia de Irak donde las fuerzas conformadas por los Peshmerga y milicias suní, han logrado ir recuperando localidades como Zumar y la localidad cristiana de Bafuka, que han ido consolidando un lento pero sostenido avance que mantiene esperanzada a las autoridades iraquíes respecto a recuperar prontamente este vital centro de producción de petróleo del país levantino.
El tema kurdo preocupa a uno de los aliados de Estados Unidos en la zona y que explica también su negativa a intervenir en el combate a Daesh, nos referimos al régimen de Ankara. Para el analista Ismael Husein Zade “El interés fundamental de Turquía en Siria no tiene tanto que ver con la lucha contra el EIIL sino contra los kurdos sirios y el presidente sirio Bashar al-Asad; esto es así porque el fanático régimen anti-kurdo de Ankara teme que el debilitado gobierno de Al-Asad no sea capaz de acabar con los kurdos que se autogobiernan en Kobani y las áreas kurdas aledañas. Al régimen turco le preocupa que si los kurdos de Kobani logran repeler a las fuerzas del EIIL, su éxito y su experiencia de autogobierno en la región de Kobani resulten tentadores para los 15 millones de kurdos en Turquía. Los turcos también están preocupados porque el éxito de los sirios kurdos contra el EIIL frustraría sus viejas ambiciones de ocupar y/o anexionarse la región kurda rica en petróleo al norte de Siria, de ahí su insistencia en una zona neutral o de exclusión aérea en esa región”.
Es en esa lógica donde Ankara, interesadamente, insiste en derrocar al Gobierno sirio, más allá de combatir a Daesh. Explica también su política de negar apoyo a los kurdos sirios ya sea impidiendo el paso de refugiados a territorio turco o permitir que kurdos que habitan en Turquía ingresen a Siria a combatir el terrorismo de Daesh. Para Husein Zade “la inacción o acción vacilante de EE. UU. frente a la evitable matanza de kurdos sirios, que le hace cómplice de la carnicería, puede explicarse por el tira y afloja que mantiene con Turquía a cambio de la colaboración turca en pro de sus intereses imperialistas en la región”.
Daesh ha resucitado la venta de aviones, drones, municiones, no sólo para abastecer a las decenas de aviones que diariamente realizan sus labores de bombardeos estériles, sino también hacer florecer la venta de armas para toda la región de Oriente Próximo. Ya las autoridades militares de Washington han informado que esta campaña contra el movimiento terrorista takfirí puede durar años, lo que ha significado que el complejo militar industrial se frote las manos por la facturación multimillonaria que hará de esta guerra cuyo objetivo no es acabar con Daesh, sino que derrocar al Gobierno de Damasco, debilitar a las autoridades palestinas tanto de la Franja de Gaza como la Autoridad Nacional Palestina (ANP) con sede en Ramalá e ir posteriormente por la República Islámica de Irán y al mismo tiempo dar señales potentes al Gobierno de Moscú y al de Beijing, que Occidente no está dispuesto acceder en materia de influencia regional. La mesa de la disputa por la hegemonía de Oriente Próximo está servida y donde el crimen y le negocio ligado a la guerra continua generando muerte y destrucción
Artículo del Autor Cedido por Hispantv