A casi 5 años del terremoto del 27 de febrero del 2010, dirigentes vecinales, ONG’s y observadores del proceso de reconstrucción conversaron con Radio Universidad de Chile y sacaron conclusiones respecto a la evolución del proceso.
En líneas generales, para todos los involucrados es indiscutible la reposición de las viviendas afectadas, o sea infraestructura, pero a pocos días de la fecha que revive una de las mayores catástrofes de la historia del país el proceso de reconstrucción tendría deficiencias en cuanto a calidad y la capacidad de entregar una reparación integral a los modos de vida de los afectados.
Walter Imilan, coordinador del Observatorio de la Reconstrucción de la Universidad de Chile, estima que no solo se ha perdido una verdadera oportunidad para mejorar las condiciones de vida de las personas, sino también los procedimientos institucionales y ser innovadores para enfrentar los problemas del territorio nacional.
“No generó una mirada más integral respecto a lo que significa habitar el territorio que es un concepto que ya deberíamos estar apuntando. No solo se trata de asignar subsidios, sino que preocuparse de todas las implicancias sobre habitar el territorio, o sea, cómo la gente se apropia de sus viviendas, pero también tiene que ver con la noción de barrio, con una relación con la ciudad, acceso a determinados servicios, accesos a determinadas oportunidades que entregan los territorios”, explicó.
Este problema se hace patente sobretodo en quienes no contaban con títulos de propiedad ya sea por ser arrendatarios o por ejemplo encontrarse en un proceso de sucesión. Stefano Micheletti, presidente de la ONG Surmaule, explicó que por esta causa se ha producido un fenómeno migratorio potente en el país que desplazó a cerca de 45 mil familias a nivel nacional y a unas 12 mil en la región del Maule, las ofertas inmobiliarias, dice Micheletti tendrían la característica de estar emplazadas en la periferia de las ciudades.
“Tiene dos efectos. Primero despoblar, en el caso de Talca la zona central del centro histórico y más en general las zonas rurales, profundizar este despoblamiento y por otro lado fomentar la segregación de las ciudades donde se van a emplazar poblaciones nuevas, en muchos casos enormes con 600, 700 u 800 viviendas sociales nuevas y eso es un problema complejo”.
Pero no solo el nivel territorial estaría afectado, la calidad de las reparaciones también tendrían deficiencias. En la Región Metropolitana, por ejemplo, una de las principales observaciones a la reconstrucción de las viviendas tiene que ver con la falta de efectividad del sistema mismo.
Tusy Urra dirigente de la Villa Olímpica y coordinadora nacional del Movimiento por la Reconstrucción Justa afirma que a lo largo de Chile se repiten las mismas falencias, calidad de los trabajos, constantes cobros de las garantías a las empresas inmobiliarias o inyección de más recursos para obras mal ejecutadas.
“Aún falta bastante por reconstruir. Estamos en un proceso de reconstrucción aún con el tema de los techos que fueron ejecutadas en su tiempo, el 2010, por la municipalidad de Ñuñoa y quedaron mal hechos, entonces se volvieron a solicitar recursos al Ministerio de Vivienda para recién partir con esa etapa. Las políticas actuales de vivienda no solucionan estos problemas graves de reconstrucción, tanto en la emergencia como en la reconstrucción y la calidad porque las políticas públicas o habitacionales se trabajan bajo subsidios y estos son muy limitados. Derechamente no cumple con las necesidades básicas de una reconstrucción efectiva”, sentenció.
La dirigente concluye que otro de los errores ha sido pasarle la gestión de la reconstrucción a las municipalidades. Cuenta que de los 82 edificios que se recuperaron en 2010 bajo la gestión ñuñoína ninguno quedó libre de problemas y hoy con nuevos recursos han tenido que iniciar un nuevo periodo de reparaciones.