En conversación con Radio Universidad de Chile, Genaro Arriagada se refirió al momento político que vive el país.
El ex ministro de la Concertación ha sido enfático en declarar la necesidad de un cambio de gabinete para empezar a solucionar los problemas actuales. Esto, en medio del mea culpa hecho por la Presidenta Michelle Bachelet luego que la denominada Comisión Engel le entregara un informe con medidas pro transparencia.
“Yo creo que la Presidenta tiene una buena oportunidad. Ese informe estará bien hecho porque Engel es un hombre intelectualmente muy serio, pero creo que también las soluciones eran conocidas desde antes, en consecuencia, es muy fácil armar una agenda potente de probidad y de transparencia en la política y ojalá también en las empresas. La segunda cosa que creo es que esto debería ir acompañada de un cambio de gabinete: aquí se ha puesto una discusión un poco absurda, plantear un cambio de gabinete se ha vuelto un acto casi subversivo”, indicó.
Para Arriagada pocos son los instrumentos mejores al cambio de gabinete, con los que cuenta un jefe de estado para marcar un nuevo énfasis en sus políticas, lo que sería aún más importante en un régimen presidencial como el de Chile: “A mi juicio, hay antecedentes para creer que sería bueno un cambio”.
¿En qué tendría que concertarse ese cambio?
Es difícil decirlo. Aquí hay gente que está planteando cosas como teorías conspirativas, en fin. Yo creo que el gabinete debiera ser un lugar donde hubiera mayor fuerza en el equipo político y en la cabeza económica. Pero, a la vez, creo que sería una obscenidad que tuviéramos un gabinete de promedio de edad de incluso 60 años. En consecuencia, yo soy partidario de una renovación generacional. Lo que no significa declarar una guerra generacional que sería estúpido.
En consecuencia, creo que debiera buscarse una fórmula en la cual se hicieran algunos cambios que el país notara como un vuelco o un golpe de timón. Para uno es difícil decirlo, pero cuando en un año se ha perdido más de la mitad del apoyo, quiere decir que los cambios son necesarios. No hay algo ni subversivo ni conspirativo en decirlo.
¿Qué efecto tendría eso?, porque el tema de la transparencia no toca solo al gabinete ni al oficialismo, entonces parece que no hay muchas salidas
Yo creo que todas las crisis son dolorosas. Pero las crisis, muchas veces, son grandes oportunidades para hacer cosas. Estamos viendo que hay gente que cae, que está perdiendo su prestigio, eso es doloroso, pero necesario. Pero aquí hay un sector muy poderoso que no quería ninguna legislación eficiente ni eficaz en materia de dinero en la política, pero hoy, dado lo que ha pasado, esa gente está dispuesta a terminar con esa oposición brutal para que hubieran leyes serias y eficaces.
Yo creo que los empresarios están aterrados por lo que puede significar la continuación de los hechos que hemos visto y creo que los políticos han aprendido que es muy difícil sobrevivir en un medio en el cual una parte del financiamiento es tan irregular, porque eso los destruye. Destruye a personas de todos los sectores.
Por otra parte, el país está funcionando. No hagamos de esto una explosión de histeria. Los fiscales, el Poder Judicial, la Contraloría funcionan. Acá el debate no es una carnicería: es un debate amargo, pero necesario.
En consecuencia, los que dicen que el país se está cayendo a pedazos, la verdad es que dicen cosas que no son ciertas
Con respecto a la Democracia Cristiana y la discusión que ha habido entre Fuad Chahín y Jorge Pizarro, ¿qué impresión tiene de esto?
Tengo la posición de la absoluta transparencia. En consecuencia, aquí hay un asunto que debe ser aclarado. Yo quiero ser muy directo en esto: acá hay un punto a favor de los hijos de los políticos que están metidos en estas cosas, pero también una sombra.
El punto es que si tengo hijos de cuarenta años, yo no soy responsable de los negocios que hagan. La sombra es que, desgraciadamente, en estas empresas aparecen demasiados hijos, demasiados cónyuges, las nanas, los Juniors, en un mundo de estudios que parecen como excesivos, como no necesarios y de esa sombra hay que hacerse cargo.
No basta con decir “yo tengo cuarenta años y hago mis negocios”, sino que también es necesario aclararlo rápido y no es judicial.
Va más allá. Si extremamos el argumento, usted no me puede calificar mientras no haya una sentencia judicial ejecutoriada, vale decir, vamos a tener que opinar en dos años más. No, acá hay una convicción que la ciudadanía se tiene que hacer, y mientras antes, mejor.