Chile-Perú: Merecida final

Por un estrecho marcador pero con un juego superior, los locales lograron quedarse con el triunfo por dos goles contra uno y acceder a la instancia decisiva del torneo por primera vez en 28 años. Lo que viene ahora es difícil de predecir pero seguro será complicado. La selección enfrentará su partido más importante en muchos años y aunque ha dado muestras claras de los merecimientos para alcanzar este sitial, es una instancia totalmente desconocida.

Por un estrecho marcador pero con un juego superior, los locales lograron quedarse con el triunfo por dos goles contra uno y acceder a la instancia decisiva del torneo por primera vez en 28 años. Lo que viene ahora es difícil de predecir pero seguro será complicado. La selección enfrentará su partido más importante en muchos años y aunque ha dado muestras claras de los merecimientos para alcanzar este sitial, es una instancia totalmente desconocida.

En el Estadio Nacional se jugó el primer partido de semifinales de la Copa América. Con gradas llenas y con un ambiente muy festivo las selecciones de Chile y Perú definieron al primer participante de la gran final. Por un estrecho marcador pero con un juego superior, los locales lograron quedarse con el triunfo por dos goles contra uno y acceder a la instancia decisiva del torneo por primera vez en 28 años.

Como se esperaba, el partido fue arduo y disputado. Los primeros veinte minutos fueron particularmente difíciles porque el rival mostró un cabal conocimiento de los movimientos habituales de los chilenos obstaculizando su despliegue acostumbrado. Además, salieron a presionar bien arriba y complicaron la salida nacional retrasándola y provocando errores en la entrega inicial. Los chilenos se vieron complicados en defensa por el buen trabajo de Paolo Guerrero que requirió de la máxima atención y entrega de todo el bloque posterior durante los noventa minutos.

La sorpresa encendió las alarmas y Chile debió exigirse al máximo para imponer su estilo de juego. Sólo gracias a la precisión, velocidad y posesión que propuso la selección nacional de medio campo hacia adelante, logró imponer su mejor fútbol colectivo y el mayor talento de sus individualidades. Entonces vino la expulsión de Zambrano por doble amonestación y eso favoreció la superioridad chilena y cambió completamente las propuestas iniciales. Sin embargo, incluso después de la salida del defensor, Perú fue un equipo atrevido que demostró calidad y mucho orden táctico.

Por supuesto, que con un hombre menos Perú mermó su ataque porque optaron por armar dos líneas de cuatro, quedando Guerrero como único delantero. Entonces los defensores chilenos se vieron más aliviados pues podían escalonar la marca y doblegar al jugador peruano sin que ello significara nunca una tarea fácil. El retroceso de Jefferson Farfán y André Carrillo por la zona lateral complicó durante largos pasajes las subidas de Isla y Albornoz, aunque con el correr de los minutos ambos pudieron imponerse a sus marcadores y sumarse con acierto al área contraria. Entonces vino la buena jugada de Sánchez, la genialidad de Aránguiz y el gol de Eduardo Vargas para abrir el marcador antes del descanso y calmar la ansiedad. Parecía que desde ahí todo sería más fácil.

Pero nada de eso se confirmó en la segunda mitad porque el esfuerzo de los peruanos no mermó y, por el contrario, salieron con mayor decisión a apretar la salida chilena. Ese esfuerzo se vio coronado, luego de largos minutos de lucha, por el autogol de Gary Medel que defendió mal un centro desde la derecha lanzado por Luis Advincula. El lateral, que derrochó velocidad y energía durante los noventa minutos, fue también el gran culpable del bajo rendimiento de Alexis Sánchez.

El empate, en todo caso, parecía un premio alto para el esfuerzo visitante porque gracias a los acertados ingresos de David Pizarro por un impreciso Marcelo Díaz y de Eugenio Mena por Miko Albornoz (amonestado) parecía que Chile dominaba la posesión y se situaba mucho más cerca del arco peruano y de la posibilidad de ampliar la ventaja. El empate despertó a los nacionales que supieron levantarse y generar riesgo rápidamente. Pese al desorden que por momentos se apoderó del equipo, los chilenos apelaron al manejo de Pizarro, la movilidad de la dupla Aranguiz-Vidal y la magia de Valdivia para establecer una ventaja que pronto sería plasmada en el marcador. Y después de una gran jugada colectiva y de una enérgica recuperación, vino el zapatazo lejano de Eduardo Vargas, el golazo y la tranquilidad final. Un premio merecido para el delantero que inició bajo cuestionamientos y hoy es otra vez, titular indiscutido.

Perú intentó responder con cambios ofensivos que ubicaron mayor número de atacantes en zona rival pero el buen control ejercido por los chilenos y la superioridad numérica terminaron favoreciendo al local que bien pudo haber ampliado las diferencias en el marcador. Incluso le alcanzó para dosificar el esfuerzo y terminar como dueño exclusivo de la pelota y el partido.
La selección buscó dominar con la misma movilidad, velocidad y precisión de los anteriores partidos pero la defensa peruana lo hizo imposible. En todo caso, el dominio general volvió a ser de los rojos y esa insistencia en la posesión terminó por vencer el esfuerzo del rival. El sello de los dirigidos por Sampaoli brilló con menos intensidad pero con la misma convicción mostrada desde el inicio. Fue un partido parejo en el marcador pero con un dominador más arriesgado y contundente que finalmente se alzó con la victoria.

Lo que viene ahora es difícil de predecir pero seguro será complicado. La selección enfrentará su partido más importante en muchos años y aunque ha dado muestras claras de los merecimientos para alcanzar este sitial, es una instancia totalmente desconocida. Pero ya pensaremos en ello. Ahora había que celebrar un poco porque después de tanto tiempo, Chile se ha ganado, con autoridad y buen fútbol, esta valiosa y merecida final.





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