Estados Unidos versus Rusia: Ucrania como excusa

El conflicto en la cuenca del Dónets - región del Dombás – en el sudeste ucraniano, ha mostrado desde sus inicios en febrero del año 2014, cuando fue derrocado el presidente Ucraniano Viktor Yanukóvich, por fuerzas nacionalistas apoyadas por Washington y la Unión Europea (UE), que el objetivo final es establecer una política de cerco contra el gobierno ruso de Vladimir Putin.

El conflicto en la cuenca del Dónets - región del Dombás – en el sudeste ucraniano, ha mostrado desde sus inicios en febrero del año 2014, cuando fue derrocado el presidente Ucraniano Viktor Yanukóvich, por fuerzas nacionalistas apoyadas por Washington y la Unión Europea (UE), que el objetivo final es establecer una política de cerco contra el gobierno ruso de Vladimir Putin.

Washington y la Unión Europea (UE), tienen el objetivo final de establecer una política de cerco contra el Gobierno ruso de Vladimir Putin.

El conflicto en la cuenca del Dónets – región del Dombás – en el sudeste ucraniano, ha mostrado desde sus inicios en febrero del año 2014, cuando fue derrocado el presidente Ucraniano Viktor Yanukóvich, por fuerzas nacionalistas apoyadas por Washington y la Unión Europea (UE), que el objetivo final es establecer una política de cerco contra el gobierno ruso de Vladimir Putin.

La política internacional en esta área del mundo, en materia de conformación de arquitectura de alianzas tiene, como elementos principales de análisis: primero, las dinámicas económicas, con la presencia de una China pujante y dotada de estrategias globales de desarrollo, que incluyen a Rusia mediante la conformación de un eje de integración, que ha dado importantes pasos de avances en materia monetaria, inversiones, proyectos de infraestructura e incluso conversaciones en el plano militar. En segundo lugar, la fuerte crisis económica europea, que ha dotado a Alemania de una hegemonía indiscutible en la UE, que la impulsa a buscar espacios de inversión y mercado para su producción industrial al margen de las presiones estadounidenses. Y, en tercer lugar, la realidad de un débil apoyo a las decisiones en política exterior de Washington, que avizoran más dificultades que posibilidades de éxito en este objetivo de doblegar a Moscú.

La historia no se repite pero…

Lo mencionado, son componentes de un conflicto geopolítico, que ha hecho concluir a algunos analistas, como es el caso del historiador estadounidense Stephen Cohen que “hace dieciocho meses empezó una nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia. Hemos entrado en una confrontación muy peligrosa, debido a la situación de Ucrania, que por su gravedad, se puede comparar con la crisis de los misiles en Cuba. Es obvio que en occidente y en Kiev hay personas influyentes que no quieren que el conflicto en Ucrania se resuelva”

Por su parte, el Semanario norteamericano The Nation va más allá de los temores de Cohen y sostiene que Estados Unidos y los halcones de ese país avanzan hacia una guerra contra Rusia “el partido de la guerra en Estados Unidos, que incluye a legisladores principalmente republicanos, pero también demócratas, funcionarios de gobierno, medios de comunicación, miembros del complejo-militar industrial, están ejerciendo una presión implacable para desatar un conflicto con Moscú poniendo como excusa la crisis en Ucrania…crisis que no tiene una solución militar”.

En ese contexto, Moscú considera que la administración estadounidense y sus líderes de opinión más belicosos – tanto en el área política como militar – están efectivamente utilizando la crisis en Ucrania como un pretexto, que le ha servido para ampliar su presencia militar en la región, involucrando en ello a países como Polonia, los países bálticos y la propia Ucrania, que fueron parte del derruido Bloque Socialista liderado por la ex Unión Soviética hasta inicios de los años 90 del siglo XX. Y en esta conducta, los medios de comunicación estadounidense cumplen un papel amplificador del partido de la guerra en una lucha ideológica y comunicacional donde tratan de presentar el trabajo de los medios de comunicación rusos, como RT y Spuntnik, por ejemplo, como medios de propaganda de la política del Kremlin, como si The New York Times, The Washington Post o The Wall Street Journal hicieran un trabajo impoluto, sin que se denote la línea neocons de sus editoriales y artículos políticos. Los medios son elementos centrales en la lucha política, ideológica y en el campo de batallar su papel cumple una función de ser un arma más.

En lo militar, la operación de ampliación de la OTAN hacia el este,  para cercar a Rusia, fue establecida en la Cumbre de la alianza noratlántica, celebrada en la ciudad galesa de Newport en septiembre del año 2014. Al mismo tiempo, se fijaron las líneas estratégicas de largo plazo, para así contener el desarrollo político, militar y económico de Moscú pero también de China, de tal manera de evitar que estos gigantes puedan rivalizar con Estados Unidos y sus aliados. En el caso específico de China, Washington se ha encargado de exacerbar las tensiones en la zona del denominado Mar de la China, sobre todo con Japón e involucrando a Australia y Corea del Sur, a través de los llamados contratos de asociación.

La Cumbre de Newport dotó a la OTAN de dos poderosas herramientas de acción y de financiamiento: Un servicio altamente tecnologizado, dedicado a la ciberguerra, que se supone estaría encaminado a combatir a los hackers militares chinos, norcoreanos o cualquier otro que amenace a occidente. Y, en segundo lugar, la consolidación de una Fuerza de Reacción Rápida, creada el año 2002, para enfrentar situaciones críticas, que se estimaba compuesta por 4 mil hombres y que en junio de este año, a través del Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg se anunció su ampliación a 40 mil hombres en la idea de “reforzar la defensa colectiva de los miembros de la OTAN” ¿defensa contra quién? La respuesta la da el propio Stoltenberg al afirmar que “el elemento central de la Fuerza de Reacción Rápida será la denominada Punta de lanza – Spearhead Force- cuyas tropas se van a situar, especialmente en Bulgaria, Estonia, letonia, Lituania, Polonia y Rumania, es decir Europa del Este y cerca de las fronteras rusas”

El propio Stoltenberg ha dado cuenta que los ejercicios militares de guerra realizados en Polonia han sido muy valiosos y representan “el mayor refuerzo en la defensa de Europa desde la época de la Guerra Fría en momentos que la OTAN se enfrenta a retos derivados del comportamiento de una más asertiva Rusia que mediante una decisión peligrosa, injustificada y desestabilizante intenta reforzar su arsenal misilístico”. En ese escenario, con una OTAN que ha ampliado su campo de negocios  y ha dado un giro a Asia, Ucrania cumple una función de laboratorio de intervención y fija los alcances del hasta dónde llegar en las presiones a Rusia. La intervención de Washington, a pesar de los intentos de su administración y medios de comunicación de negarlo han sido evidentes en el derrocamiento de Yanukovich y la consolidación de un régimen ultranacionalista, donde los elementos fascistas han consolidado el control del gobierno de Petro Poroshenko.

Recordemos que Washington admitió, en declaraciones de altos funcionarios de su administración, como ha sido el caso de la Secretaria de Estado adjunta para Asuntos Europeos, Victoria Nuland, efectuadas a la cadena CNN que Estados Unidos “ha invertido cerca de 5.000 millones de dólares en Ucrania desde 1991, desde que se convirtió en un Estado independiente después de la desintegración de la Unión Soviética. Este dinero se ha gastado para apoyar las aspiraciones del pueblo ucraniano, que quiere tener un gobierno fuerte y democrático que represente sus intereses”. Y hablar de ese tipo de gobierno, para Washington,  es referirse a una administración incondicional a los lineamientos,  que emana desde la Casa Blanca, de su Complejo Militar-Industrial y arrastrando en las decisiones a sus aliados europeos, en especial Inglaterra.

Tu despliegue y otro más

Moscú ha aceptado el desafío de Estados Unidos y la política de expansión de la OTAN, los ejercicios militares de países miembros de la alianza noratlántica en la frontera con Rusia, el apoyo al gobierno ultranacionalista de Kiev y las políticas de sanciones establecidas contra Moscú. Y para ello ha iniciado su propio programa de respuesta a las provocaciones y acciones de Washington y sus socios:  reforzar el arsenal de misiles intercontinentales dotados de ojivas nucleares  – conocidos como ICBM por su sigla en inglés – que despertó de inmediato la alarma de los países europeos, que temen verse enfrentado a una nueva guerra fría cuando se creía terminada tras la caída de los socialismos reales, expresadas simbólicamente con el derrumbe del Muro de Berlín en noviembre del año 1989. El Presidente ruso, Vladimir Putin señaló que la modernización de 40 misiles balísticos intercontinentales “es nuestra respuesta a un informe de Estados Unidos donde se ha considerado, peligrosamente,  la posibilidad de desplegar armas pesadas a muy poca distancia de las fronteras de Rusia”.

Los temores de Putin se vieron confirmados, pocos días después, cuando el Secretario de Defensa estadounidense Ashton Carter anunció que Estados Unidos desplegaría vehículos blindados, artillería pesada y elementos de vigilancia en Bulgaria, Polonia y Rumania e incluso en Alemania, según el jefe del pentágono. “Parea fines del año 2015 tendremos desplegadas más de mil unidades de material bélico, incluidos varios centenares de vehículos blindados” preciso Carter, violando de ese modo el espíritu de los acuerdos de Minks, que precisó la prohibición de instalar armamento pesado en las inmediaciones de la región en conflicto. Más aún cuando las denuncias de Moscú apuntan a que el suministro de armas al gobierno de Kiev, a través de países como Polonia se han intensificado.

En un análisis efectuado hace algunos meses, teniendo como telón de fondo los combates en la cuenca del Dónets – región del Dombás –  consigné la opinión del sociólogo estadounidense James Petras para quien “el gobierno de Obama y sus aliados buscan demonizar a Rusia y facilitar la toma de toda la Ucrania a partir de las agresiones de los paramilitares vinculados con el gobierno títere en Kiev contra la población del sudeste ucraniano. Y, se apoyan en esto con la complicidad de la prensa occidental que no comenta sobre las agresiones que sufre la población rusoparlante en las zonas próximas Rusia, por parte de los grupos neofascistas, simplemente hablan de un conflicto, sin poner en contexto que el conflicto en el Este es producto de un invasión de fuerzas armadas desde occidente, que están presentes en el gabinete de Kiev. Paramilitares, partidarios de representantes que están en el gobierno” Tal situación, lamentablemente, para población civil del sudeste ucraniano no ha cambiado y el número de muertos, que ya se acerca a los 7 mil sigue aumentando.

La posición de Petras es maximizada, por analistas como Paul Craig Robert – ex subsecretario del Tesoro en la administración Reagan – para quien la mejor solución para Ucrania es una intervención directa de Rusia “En mi opinión, Washington no quiere que el tema de Ucrania se determine de manera diplomática y razonable. Podría ser el caso que la mejor jugada de Rusia sea ocupar de inmediato los territorios rusos de Ucrania y reabsorberlos a Rusia, de donde vinieron. Esto debe hacerse antes de que los EE.UU. y sus títeres de la OTAN se preparen para la guerra. Es más difícil para Washington iniciar una guerra cuando ya se han perdido los objetivos de la misma. Rusia va a ser demonizada con la infinita propaganda de Washington, si reabsorbe sus territorios tradicionales. Si Rusia permite que estos territorios sean reprimidos por Washington, el prestigio y autoridad del Gobierno ruso se derrumbarán. Tal vez, eso es con lo que Washington está contando”

Washington está empeñado en provocar a Moscú, consolidar un bloque de países que lo apoye en la intensificación de las sanciones contra el gobierno de Putin, ampliarlas y tratar de ahogar la economía rusa y apoyar militar, política y económicamente al régimen de Kiev, utilizando para ello una vieja y conocida cantinela respecto a la responsabilidad de Moscú en el conflicto de la región del Dombás “nuestro apoyo al gobierno ucraniano está destinado a hacer frente a la agresión rusa en Ucrania” ocultando deliberadamente que ha sido el gobierno de Barack Obama y un Congreso cómplice quienes orquestaron el Golpe de Estado que depuso a un gobierno legalmente electo como el de Yanukovich, teniendo como objetivo la expansión de la OTAN – liderada y dominada absolutamente por Washington – hacia la frontera occidental de Rusia. Zona donde Estados Unidos carece de supremacía militar, donde sus intereses estratégicos vitales brillan por su ausencia pero donde se ha empeñado en mostrar sus dientes a un oso ruso que no está dispuesto a ceder un ápice en lo que considera es su línea roja de defensa.

Así lo ha definido el presidente ruso, que ha criticado permanentemente las peligrosas acciones de provocación de Estados Unidos y la OTAN “La OTAN, sostiene el premier ruso, está desarrollando una fuerza de reacción rápida y ampliando sus fuerzas, presencia militar e infraestructura en nuestras narices. También hemos sido testigos de los intentos de romper la paridad nuclear y de forzar la creación del segmento de defensa antimisiles europeo y del Asia-pacífico. La salida de Estados Unidos del Tratado ABM ha derribado las bases mismas del moderno sistema de seguridad” A pesar de ello ha afirmado Putin nadie podrá intimidar ni ejercer presión sobre Rusia, nadie ha podido ni podrá hacerlo ya que para todas las amenazas internas y externas a la seguridad nacional siempre hemos tenido y siempre tendremos una respuesta adecuada”

Tal vez es hora que países influyentes de Europa, como Alemania, principalmente, comiencen a mostrar su disconformidad de la manera que su aliado estadounidense está llevando a cabo la política en un área donde claramente los intereses germanos son mayores que los de Washington. Ese podría ser el primer paso para dejar de apoyar a Kiev y buscar la paz en una región que de tanto servir de excusa puede terminar convertida en campo de batalla en una reedición sangrienta de la Guerra Fría.





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