El Premio Nacional de Historia 2006 Gabriel Salazar acaba de publicar La enervante levedad histórica de la clase política civil (Chile, 1900-1973) (Ed. Debate), un libro que alcanza la friolera de 1.130 páginas y que es producto de una exhaustiva investigación historiográfica de la oligarquía chilena, durante siete décadas. Para conversar sobre su reciente publicación fue invitado al espacio radial que cada mañana tiene el periodista y Premio Nacional de Periodismo 2005 Juan Pablo Cárdenas en Radio Universidad de Chile. En esa conversación, el historiador se refirió a la manera cómo nuestra clase dirigente ha tenido un profundo desprecio por el pueblo chileno, actitud que se resume en uno de los epígrafes del libro, esas citas de otras obras o personas que van al inicio y que el autor decide incluir como una manera de contextualizar o dar un punto de vista que permite entender el suyo. Así, Gabriel Salazar incluye una frase que podría resumir la tesis de toda su obra perteneciente al abogado y político liberal decimonónico Eduardo Matte Pérez que dice: “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio”. A esta provocativa sentencia, el historiador compartió otra del mismo estilo y de otro patriarca chileno, las que citó como una manera de entregar el marco teórico que permite entender de un plumazo esa “enervante levedad histórica” que alude en su voluminoso libro.
En la conversación junto a Juan Pablo Cárdenas, Gabriel Salazar va haciendo una relación de la historia de los movimientos sociales en Chile y cómo la oligarquía chilena ha sido, a pesar de las múltiples luchas sociales, la que ha detentado siempre el poder sobre la base de una manera de contar la historia y de presentar a los héroes patrios. Así es cómo llega a la persona de Salvador Allende y cuenta un momento histórico del cual fue testigo, como cuando el joven Gabriel Salazar junto a otros activistas, se fueron hasta La Moneda para reclamarle al fallecido mandatario un reacción más enérgica frente al intento de golpe de Estado de junio de 1973, demandándole el cierre o clausura del Congreso Nacional. Entonces, recuerda Gabriel Salazar, el presidente habría respondido: “¡Contrarrevolucionarios! ¡La revolución la hace el Gobierno y no ustedes!”
Resulta muy interesante que a los pocos días de esta conversación a través de Radio Universidad de Chile, un fiel auditor de la Radio, el doctor Carlos Molina, quien fuera ex Subsecretario de Salud durante la UP, envió una carta al Diario Electrónico rechazando los últimos dichos de Gabriel Salazar respecto de Allende, acusándolo de “falsear” la historia, ya que jamás el extinto mandatario habría dicho esas palabras. Un día más tarde, el historiador Jorge Magasich, quien se encuentra haciendo una investigación sobre ese período de nuestra historia, escribió al mismo medio y corroboró la versión del indignado auditor, diciendo que nunca Allende habría tildado de “contrarrevolucionarios” a quienes fueron a espetarlo el día del Tanquetazo. Como fuente histórica cita la película La Batalla de Chile, de Patricio Guzmán, entregando el link y el momento preciso en discusión. El mismo día apareció la réplica de Gabriel Salazar, aceptando el error de haberle atribuido a Salvador Allende esos dichos, justificando sin embargo, los suyos diciendo: “… eso no anula el hecho concreto que muchos de los que estuvimos allí configuramos nuestra memoria, subjetivamente, del modo señalado, porque nos insultaron y amenazaron en función de lo que dijo Allende”.
He querido hacer una relación de lo acontecido a partir de la entrevista que le hiciera Juan Pablo Cárdenas hasta la réplica de Gabriel Salazar para iluminar otros aspectos que tienen que ver con el periodismo y la memoria. Primero, que de no haber sido por la mediación del periodista, difícilmente muchos auditores habrían sabido de la existencia y contenido de un libro que superando las mil páginas de extensión hace muy poco probable su lectura masiva. Una prueba del ejercicio de un periodismo serio y comprometido con la actualidad, ya que esta entrevista se realiza sobre la base de la lectura del libro a pocas semanas de su publicación. Hecho que pasa inadvertido para quienes siempre están a la caza de los errores que cometemos los periodistas en lugar de celebrar el trabajo y esfuerzo que implica un trabajo de tanta exposición.
Luego, que me parece muy interesante los diferentes planos de realidad que se superponen en este episodio, donde está la memoria de Gabriel Salazar, que se ve contrastada por las imágenes de ese momento en La Batalla de Chile. Más allá de la intencionalidad que se le acusa al Premio Nacional de Historia respecto de este lapsus en relación a sus propios recuerdos, porque esa una discusión de orden ideológico que sobrepasa los límites de este comentario, considero de nuevo relevante el papel que juega la memoria, esa porfiada memoria que nos hace caer en errores involuntarios y que nos hace tomar posiciones según el registro de nuestra mente. Pero que finalmente, es el fundamento de lo que somos como personas, pero también como país. Por esto, porque hasta a un Premio Nacional de Historia cuyo trabajo es la memoria de los pueblos, le puede traicionar la suya. Y somos nosotros, los ciudadanos, ese pueblo que históricamente ha denostado nuestra oligarquía la que debe estar atento para preservarla, para que no nos la cambien a pesar de nuestros lapsus.