Era imposible que su autocrítica pasara inadvertida. Es muy probable que los cálculos comunicacionales apuntaran precisamente a eso. Y es que sus cuestionamientos a que las reformas que impulsa el Gobierno han sido deficientes, así como inaceptable la gestión en ámbitos como la salud y delincuencia, dejaron al ministro secretario general de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre, en el centro de la polémica.
En coordinación o no con la Presidenta Michelle Bachelet, el hasta hace poco ministro de Educación reconoció que con “la vorágine de reformas no iban a ser capaces ni de diseñar apropiadamente, ni de tramitar políticamente, sin provocar excesivos conflictos”.
Esto, en alusión a la posibilidad de haber hecho las cosas de otra manera y buscar siempre el consenso.
¿Nuevamente la estrategia de los pactos, acuerdos y consensos como solución a la crisis política nacional? Podría tratarse de un giro en beneficio de resguardar los intereses empresariales. Sus reclamos estarían siendo escuchados, al menos desde el Gobierno.
Precisamente el tema de los acuerdos y consensos políticos es algo que genera distintas visiones. Por ejemplo, desde el PPD, el diputado Ramón Farías se anticipa, a propósito del complejo escenario. “Hoy la política está en el suelo, en el subterráneo, muy mal catalogada”, reconoce, aunque también aclara que en ningún caso habría acercamientos si aparece una derecha intransigente.
Por ejemplo, donde no es posible transar sobre una nueva Constitución, una educación gratuita o una ley de aborto con las tres causales.
“Aquí no se trata de poner el pie encima unos de otros, sino al contrario, debemos avanzar por el bien de país. Y por el bien del país es que también hay que cumplir los compromisos que hemos contraído con la sociedad. De los problemas que vemos ahora, hay algunos que ven que la Presidenta está débil, que el Gobierno está débil, que estamos débiles políticamente y se empiezan a bajar y tratar de subirse a cualquier barco, al que más les sirva, con el objeto, por ejemplo, de ganar una elección de cualquier manera. Eso, la gente, de una u otra manera, también lo va a castigar en su momento”.
El propio Farías lo aclara. “Hay que estar en La Moneda para saber por qué se hacen las cosas”.
Precisamente desde la sede de Gobierno surgió el mensaje de Nicolás Eyzaguirre, como una invitación a la oposición para lo que podrían ser grandes acuerdos, aunque en un escenario que ya se advierte. Una jugada de mayor alcance, donde la dificultad de avanzar en las grandes reformas sea en realidad una consecuencia de las trabas impuestas desde la derecha. En suma, no se avanzaría por culpa de la oposición.
¿Realmente existen puntos de convergencia entre la Nueva Mayoría y la Alianza? ¿Por qué no aprovechar las mayorías parlamentarias en la Cámara y el Senado?
Desde el Partido Socialista el diputado Leonardo Soto reconoce que las condiciones externas y el contexto político actual son distintos a los del año pasado, por lo que la baja popularidad del Gobierno y de los partidos es un tema a considerar. “Hoy se hace más difícil alcanzar consensos y mayorías significativas, además que existe una cierta tendencia a la indisciplina, a la dispersión y a buscar un camino propio en ciertas materias”.
Es decir, para el parlamentario lo primero es asegurar más disciplina dentro del oficialismo para imponer las mayorías que poseen en el Congreso. Y es que si bien originalmente el conglomerado disponía de los votos necesarios para aprobar sin mayores problemas las anunciadas reformas, desde la Democracia Cristiana no han hecho fácil el camino. Al contrario.
Soledad Alvear ha encabezado una campaña para desacreditar el proyecto de despenalización del aborto en tres causales. René Cortazar ha hecho lo propio con la Reforma Laboral. Y qué decir de la recordada “cocina” de los acuerdos del senador Andrés Zaldívar, durante la discusión de la Reforma Tributaria.
“Si alguien entiende por acuerdo someterse a un bloqueo, un veto o simplemente para desvirtuar la agenda legislativa constitucional, no es lo que la Presidenta y la Nueva Mayoría debieran hacer. Las mayorías tienen que expresarse en una democracia, la gente cuando tomó decisiones electorales espera que esa mirada, esa predilección se represente también en la gestión política”, explica Soto.
¿Acuerdos con la oposición en la agenda legislativa? “Pueden existir, pero para avanzar en la concreción de las reformas y el programa comprometido a la ciudadanía”, sentencia.
Desde el ámbito de la oposición, el analista político Eugenio Guzmán, decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, apunta a diversas posibilidades y argumentos por los que ambas coaliciones pudieran sentarse a negociar. Incluso, para alcanzar acuerdos que permitan avanzar en el programa de Gobierno.
Por una parte, respondiendo a una lógica de consensuar ciertos temas, pero también con la posibilidad de que el oficialismo quisiera arrastrar en la debacle política también a la oposición, culpándola, por ejemplo, de no colaborar en la concreción de las reformas.
“Incorporar a la oposición responde a decir ‘con esto consigo más consenso y teniendo más consenso aplaco las críticas’. Pero cuál es la moneda de cambio aquí, cuán sólidas son las confianzas. Obviamente que desde un punto de vista de la oposición la gran pregunta será ‘¿aquí nos están llamando para efectivamente hacer un cambio o para que nos hundamos todos a la vez?’”. Y agrega: “Lo veo distinto a lo que se dio en el tiempo de Ricardo Lagos. Completamente distinto”.
Otro dato que entrega Guzmán es que los presidentes de partidos políticos poseen más poder en la medida que se desempeñan en cargos parlamentarios. Es el caso de la UDI y Renovación Nacional, con Hernán Larraín y Cristián Monckeberg, en el Senado y la Cámara respectivamente, lo que podría implicar un mayor acercamiento dentro del Congreso a la hora de buscar acuerdos entre la Nueva Mayoría y la Alianza.