Las últimas cifras económicas no son muy optimistas para el país. No solo las que surgen a nivel local. También las que provienen desde el exterior.
Tal como lo establece el informe semestral de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el país ya no crecerá 2,9 por ciento durante este año, sino que solo 2,2 puntos porcentuales. Peor aún para el 2016, donde la expectativa del 3,7 por ciento anunciada en junio, se redujo a un 2,6.
“Nunca hemos tenido una definición entre todos los sectores. No solo los empresariales, sino también desde el Gobierno, sobre cuál es nuestra perspectiva de desarrollo y, consiguientemente, de crecimiento”, asegura el economista de la Universidad de Chile Juan Guillermo Espinosa.
Si bien recuerda la industrialización que existía en los años 70 y 80, desmantelada por el modelo impuesto por la dictadura cívico-militar, su propuesta apunta a que “tenemos que pensar cuáles son esas nuevas líneas, más modernas. Y, una vez que las definamos, tener la capacidad para articular, como los países asiáticos, que han logrado una concertación entre el sector público y el sector privado”.
En ese sentido, explica que “hoy podemos hablar sobre todas las no medidas que anteriormente se han tomado. Tenemos que empezar a hablar si es que vamos a seguir con esta economía monoexportadora, en la que hemos estado viviendo en alta proporción, casi exclusivamente de las exportaciones de cobre”.
Y es que el objetivo de darle valor agregado a la minería ha sido una propuesta recurrente en los gobiernos posteriores a la dictadura. Así lo reconoce el economista Julián Alcayaga.
Como director del Comité de Defensa y Recuperación del Cobre, recuerda que “durante el gobierno de Ricardo Lagos le propusimos al Ministerio de Minería implementar una política de desarrollo, pero todos se negaban. Incluso decían que era más favorable para Chile ni siquiera tener fundiciones y refinerías. Lo que convenía era enviar concentrado hacia el extranjero. Esa ha sido la política de los gobiernos que ha tenido Chile, de la Concertación y también de Sebastián Piñera”.
Por ello, apunta a la necesidad de un verdadero desarrollo industrial, con la idea de crear en Chile una industria de proveedores de la minería. Sin embargo, las posibilidades son escasas. “De todas maneras esa es una política que no se puede implementar en Chile, puesto que el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos impide que Chile obligue a un inversor extranjero, y no solo de Estados Unidos, para poder invertir en la minería, a que tenga que obligatoriamente comprar la tecnología en Chile o que tenga que fundir o refinar el cobre en Chile”.
Y agrega: “Peor aún será cuando se firme el TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica), porque trae todos esos impedimentos para el desarrollo interno del país”.
Incluso plantea que el país está privado para establecer algún impuesto a la exportación de concentrado de cobre, porque el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos así lo impide.
Si bien existe un escenario con negativas expectativas, lo que ha llevado a una disminución de la inversión, el problema se remonta a varios años atrás.
“No tenemos una estrategia de desarrollo y crecimiento de inserción económica que nos permita asociarnos a la economía mundial”, aclara el economista de la Universidad de Santiago Víctor Salas.
Lo mismo ocurre con los necesarios cambios que debieran aplicarse a una diversificación de la matriz productiva. “Es algo difícil, pues requiere de decisiones políticas”.
Las malas decisiones tomadas por las autoridades las ejemplifica en la relación entre los sectores minero y energético. “Venía a la baja el ciclo minero, pero existían proyectos que podrían haber sido puestos en marcha hace dos, tres o cuatros años atrás. Pero no ocurrió porque no se hicieron las cosas necesarias en el área de la energía, para bajar los costos de la energía que se requería en esos proyectos para hacerlos rentables”.
Asimismo advierte que los “cambios en nuestras estructuras productivas son difíciles de conseguir. Requiere tiempo, decisión y recursos, que el Estado hoy está destinando más a derechos sociales que a temas económicos y a fortalecer y desarrollar eso. De hecho, si uno mira los recursos destinados a la generación de conocimientos, los presupuestos han sido bastante escuálidos”.
Precisamente desde el ámbito de la ciencia existe mucha preocupación por cómo se han enfrentado los desafíos. No solo se trata de la escasez de recursos económicos. También de las erróneas políticas implementadas.
“Necesitamos aumentar el número de científicos en nuestro país”, exige la doctora de la Universidad de Chile María Cecilia Hidalgo, premio nacional de ciencias naturales 2006 e integrante de la reciente Comisión Ciencia para el Desarrollo de Chile, mandatada por la Presidenta Michelle Bachelet.
Esto, a propósito de la gran cantidad de personas que se han enviado al extranjero a especializarse, pero sin considerar un plan de recuperación. “La mayoría quiere volver, pero no hay ninguna forma pensada como plan país para recuperarlos. Son todos muy buenos y corremos el riesgo de que se queden fuera y los perdamos”, explica la doctora.
Como una de las firmantes de la carta abierta que la comunidad científica envió al Gobierno, bajo el título “Nuestros gobiernos han elegido la ignorancia”, la académica explica que “generar políticas de recuperación significa también invertir fondos para generar lugares donde ellos se puedan insertar”.
Su preocupación radica en cuanto a considerar que el país se encuentra en un punto de quiebre, “en una coyuntura muy importante. Estamos hablando del próximo año como máximo, porque en un país desarrollado existen ocho veces más de científicos por habitantes de los que tenemos en Chile”.
En ese contexto advierte que “nos falta la visión y tener confianza en nuestra comunidad científica, en que realmente sabemos cómo hacer un desarrollo que va mucho más allá del desarrollo de los científicos. Este no es un problema gremial, es un problema del país”.
“Estamos convencidos completamente que el desarrollo de Chile pasa por desarrollar ciencia, tecnología e innovación. De ahí viene la desesperación de que no nos escuchen y que nos tengan amarrados de manos. Porque si nos dejaran hacer lo que podríamos hacer, este país florecería rápidamente”, sentencia.
En suma, la doctora María Cecilia Hidalgo insiste en que están las ideas, pero falta la prioridad de parte de las autoridades. “Necesitamos movernos muy rápido, porque de lo contrario perderemos esta oportunidad de aumentar el número de científicos que tenemos en Chile. No solo para poblar las regiones, con científicos de primer nivel, que es algo que el país necesita urgente, ojalá generar centros regionales de primer nivel, donde se genere conocimiento en forma transversal”, concluye.