Las noticias sobre las crueles matanzas ejecutadas por el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), además de una serie de atentados en diversos países, entre ellos Francia en noviembre pasado, han puesto los ojos en los grupos terroristas.
Raúl Sohr define el método terrorista como “una forma clandestina armada de lucha por una causa determinada” y asegura que los yihadistas cumplen perfectamente con esas condiciones. Pero, ¿de cuándo viene el terrorismo yihadista en particular?
Según el periodista, surge luego de la invasión soviética a Afganistán en 1979, momento en que se da una resistencia con un fuerte contenido islámico. Allí se forman células y surge Al Qaeda, encabezada por Osama Bin Laden. Al Qaeda contará con una convicción religiosa muy profunda y la intención de imponer el islam y su ley, la Sharia, en las tierras donde hay mayoría islámica.
Además, explica que este proceso viene con tres cambios muy importantes en la aplicación del método terrorista: “Lo nuevo es primero el terrorismo suicida, que existía en el pasado, pero pasa a ser un rasgo central del terrorismo yihadista. Lo segundo es su carácter catastrofista. Es decir, en el pasado hubo muchos terroristas, pero en general eran asesinatos de personas, de individuos, de torturadores, de déspotas, pero el terrorismo yihadista trata de causar el máximo de muertes posible. Y el tercer elemento es que trasladan su lucha desde los lugares donde buscan imponer sus condiciones, a las metrópolis, es decir, a los países desarrollados”.
Al Qaeda será el núcleo del yihadismo moderno, del cual después se escindirá el llamado “Estado Islámico”, que busca la instalación de un Estado o un Califato, que ya existe y se ubica entre Siria e Irak con un territorio del tamaño de Bélgica, con ocho millones de habitantes. Eso sí, su lucha la realizan con métodos aún más radicales.
En ese sentido, Sohr analiza el alcance y el poder de la estrategia de ISIS, afirmando que el miedo es una condición inaceptable, ya que ninguna sociedad puede vivir con miedo.
“El terrorismo es un fenómeno insignificante. Uno ve las estadísticas. En Estados Unidos, como dijo Edward Snowden, se muere más gente cayéndose en las tinas de baño que por ataques terroristas yihadistas. Sin embargo, le están pidiendo a la gente que renuncie a sus libertades más preciosas a cambio de seguridad. Por lo tanto, en esto hay que tener un cuidado enorme, que el remedio no sea peor que la enfermedad”.
La verdad es que la enfermedad es realmente pequeña, plantea Sohr, porque los atentados terroristas son ínfimos en términos estadísticos y no es muy posible que aumenten en forma significativa. No obstante, causan un desbarajuste y un terror que no genera ninguna relación con el volumen de la amenaza, principalmente por el factor sorpresa y la idea de que los atentados pueden caer sobre cualquiera.
En esa línea advierte que “hay muchos países que explotan el temor no ofreciendo nada, ni salud, ni educación, y se comprometen sólo con mejorar la seguridad. Un ejemplo de esto es Estados Unidos”.
“Si escuchamos el debate presidencial en Estados Unidos, se ve en los republicanos una sobredimensión del terrorismo y de los asuntos de seguridad a un nivel increíble. Se trata de los mismos que no están dispuestos a discutir la libre venta de armas”, asegura el analista.
Además, agrega que en ese país hay personas que si bien no pueden subirse a un avión, no se les pone ninguna restricción para comprar un arma. “Allí queda absolutamente claro que el tema no se está discutiendo seriamente y que se hace solo para fines electorales”.
En ese contexto, Sohr afirma que Estados Unidos ha jugado un rol muy importante al financiar, junto a Arabia Saudita, los movimientos de resistencia de corte terrorista. Aunque a diferencia de otros autores señala que “Estados Unidos no es el creador directo de al Qaeda, ni el fundador del Estado Islámico”.
“Con una visión oportunista, Estados Unidos apoyó a las fuerzas terroristas a través de Paquistán para hacer caer a la Unión Soviética en una trampa similar a la que ellos cayeron en Vietnam. Pero se le fue la situación de las manos. Nunca se imaginaron que esto se iba a transformar en un fenómeno que iba a dictar las pautas de nuestra política internacional en muchos sentidos”, aclara el periodista.
En esa línea apunta a la responsabilidad que tienen países como Rusia o Francia en la continuidad de los conflictos bélicos contra grupos terroristas.
“Empecemos por Rusia, que comenzó sus bombardeos en septiembre y a finales de octubre le pusieron una bomba en uno de sus aviones y murieron 224 personas. En esa oportunidad, Estado Islámico sacó un comunicado diciendo que mientras los siguieran bombardeando los rusos y sus aliados (porque para EI todos son cruzados), no tendrían seguridad. Que si ellos los mataban, EI también los iba a matar. O sea, fueron absolutamente explícitos en su advertencia”.
Asimismo, afirma que “los países que bombardean deben prepararse. Si Francia declara una guerra es un conflicto de dos vías. Uno no puede esperar que la otra parte no lo ataque”.
Por lo mismo, responde a quienes se han mostrado atemorizados de que el terrorismo yihadista pueda extenderse e incluso llegar a países alejados como Chile.
“Las posibilidades son remotas. No hay una base social que les permita reclutar gente. Hay muchos países donde es más fácil operar y éste no es un país de interés para ellos, como si lo es el Norte de África, expandirse en Asia, donde abundan las poblaciones musulmanas”.
Aun así, advierte que todo lo que pasa en el mundo tiene mucho que ver con nosotros, más en una era globalizada. Esto porque si ISIS logra desestabilizar a Arabia Saudita, principal productor de petróleo, se verán consecuencias económicas. Es decir, según Raúl Sohr “los efectos políticos de la pugna nos van a alcanzar. Lo que probablemente no ocurra es que tengamos en Chile terrorismo de esa inspiración”.
En esa línea, advirtió sobre los problemas de los Estados para combatir a fuerzas insurgentes irregulares como ésta, porque, si bien se dicen llamar “Estado”, realmente son grupos que se infiltran entre la ciudadanía y atacan amparados en un velo de dudas, usando como estrategia desgastar al enemigo.
Para el analista “la única forma de resolver el problema está en las poblaciones de esos países: los kurdos, los sunitas, los chiitas”, añadiendo que “es muy difícil intentar arreglar estos conflictos desde afuera, cuando la democracia y el bienestar no viene bajo las alas de aviones D16”.